Por Tito Zegarra Marín.
En
la Universidad Nacional de Cajamarca pasé los mejores años de mi juventud, me
formé como profesional en Ciencias Sociales y en sus aulas ejercí la docencia
por más de veinte años. Lo suficiente para
no olvidarla, para siempre amarla y decirle Gracias porque me enseñó a pensar, a
mirar más allá de la inmediatez y a comprender que el hombre, sus instituciones
(la Universidad) y la sociedad tienen que bregar por renovarse.
Los
resultados devastadores que ha causado el Coronavirus en solo un año, me han
hecho reflexionar sobre el papel que debía cumplir la Universidad ante esa
realidad social que no le es ajena: la salud, la economía y la vida. Al
respecto, el reconocido médico Elmer Huerta, reiteradamente reclama la participación
de la universidad en la batalla contra la pandemia; y el distinguido sociólogo
Iván Salas Rodríguez, egresado de la UNC, ha venido alzando su voz para que la universidad
cajamarquina se sume a esa lucha.
Con
cargo a equivocarme, creo que, efectivamente se ha dejado extrañar a nuestra
Alma Mater a lo largo de ese año siniestro; parecía casi ausente en esa
desgracia epidemiológica, social y económica. Fueron mínimas las señales e
iniciativas para analizarla, conocerla y evaluarla (en lo medianamente posible);
exiguas las ideas para aminorar sus duros efectos personales y colectivos; y pocos
los aportes para dar solución, parciales o temporales, a problemas colaterales.
Situación, que toca a todas las
universidades del país, incluso algunas con signos de corrupción (Cayetano
Heredia).
Coincidentemente
y en el marco de la lid para elegir las nuevas autoridades universitarias en la
UNC, he escuchado al Dr. Nilton Deza, integrante de una de las ternas en
carrera, hacer una atinada autocrítica sobre el rol y la situación de la
universidad, recalcando su convicción de que es tiempo de renovarse, de investigar,
crear y producir, para de esa manera fortalecerla como institución rectora del
conocimiento científico y tecnológico, en la perspectiva de servir a su comunidad.
Nuestra
Universidad, después de más medio siglo de existencia muestra algunos logros: su
amplia y funcional infraestructura, una buena y experimentada plana docente y
una estructura académica óptima para formar cientos de profesionales; igualmente,
apoya la especialización de sus docentes en las distintas ramas del saber y promueve
proyectos de desarrollo e investigación multidisciplinarios. Sin embargo, siempre
faltará algo o tal vez mucho: aquello que en tiempos de aguda crisis como la actual,
se extraña y reclama.
Por
ello, son pertinentes los mensajes de candidatos al rectorado de la UNC, invitando
a la crítica indispensable, a cambiar y avanzar, para estar mejor preparados y
en condiciones de contribuir con alguna dosis de solución a casos como el
señalado; además, de adentrarse con ahínco y rigurosidad al campo de la investigación,
la ciencia y tecnología.
La tenebrosa pandemia del Covid 19 pasará en
algún rato, pero seguro vendrán otras. La presencia de la Universidad, entonces,
será imprescindible.
Publicado
el 19 de marzo 2021, en el Nuevo Diario de Cajamarca
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