Con ese
sobrenombre conocimos a este singular hijo sucrense que tuvo la desventura de
nacer discapacitado. Su pierna derecha deteriorada de nacimiento lo obligó a
caminar con dificultad desde temprana edad. De nombre Onésimo Silva Reyna,
venido de cuna humilde y severa pobreza, pero supo resistir estoicamente ese
desfortunio.
Cojeaba de
verdad (de allí el mote), imperturbable, pero dejó el pequeño bastón que lo
auxiliaba y no tuvo temor de andar y renguear a sobresaltos. En cualquier sitio
y circunstancia se lo veía caminar sereno y hasta alegre, y lo más original,
vestido de poncho y sombrero, quizá para disimular su aspecto físico o para
sentirse cómodo.
Así vivió
algo de 80 años y nunca se avergonzó ante nadie de dicha discapacidad y de
estar arropado con poncho de la lana y sombrero de paja. Así estudió en la
escuela, así aprendió y se hizo sastre, así jugó villar y lo que más lo
gustaba: jugar a las cartas (casino), incansable hasta sus últimos días.
Pero
nuestro querido “Cojone” aquilataba sus propias virtudes en medio de la
precariedad en que vivía: hombre íntegro, sincero, honrado y digno. Nunca habló
mal de nadie, menos buscó hacer daño; supo asimilar su pobreza y no molestó a
nadie por un pan; por sus poros exhalaba sencillez y amabilidad para con todos;
y jamás se sintió menos por andar cojeando y con poncho y sombrero.
Ha
partido para no volver el gran amigo One, creyendo en su San Isidro y lleno de
amor para con tu pueblo. Sus apreciadas prendas de vestir de toda tu vida a las
que tanto valoró, quedarán por siempre en nuestra retina y sus dotes de bien
seguirán inconfundibles en el corazón sucrense, ojalá como ejemplo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario