Tito Zegarra Marín
Dos
interesantes festividades se celebran el 8 de setiembre en los lugares
conocidos como Huacapampa y Lucmapampa, distritos José Gálvez y Jorge Chávez.
Ambas, tienen la particularidad de realizarse dentro o cercanas a sus suaves
pampas, quizá para valorar a esos nombres que nunca debían ser cambiados.
En el día
central se rinde homenaje a la Virgen de Natividad (Lucmapampa) y se
coparticipa del festejo del “pachamago” (Huacapampa). La concurrencia es
nutrida y puntual: mucho fervor y devoción a la imagen sagrada en el primer
caso y mucho jolgorio, desfile alegórico, gastronomía y deportes, en el
segundo.
Estos eventos
sociales, al permitir movilizarnos y apreciar sus pampas y praderas, nos hacen
pensar en lo mucho que nos regala la madre tierra: su biodiversidad, recursos
potenciales y su gran riqueza paisajista. Sobre ella, los seres humanos, por
excelencia, interactúan, viven, se desarrollan y desplazan. Los espacios
físicos de los lugares mencionados son mínimas muestras de ello.
Es cierto sí,
que a esos escenarios naturales poco los conocemos y recorremos, y lo más
preocupante, no los cuidamos y hasta los estropeamos. Por fortuna, en nuestros
pueblos (incluyo a Sucre) sus hermosas pampas aún están a salvo del cemento,
que ojalá nunca llegue para nunca verlas devoradas.
Por esas pampas
caminaron gente de Huasmín, Jerez y Bambamarca para llegar a Lucmapampa y
rendir pleitesía a la Virgen de la Natividad. En el trayecto, pasaron por la
cascada Langascocha, Chaquil (Shakil), El Isco (Iscay) y Macas (Kungat),
cercanos al pueblo de Huauco (Guarac). A su regreso, se quedaban a descansar en
las agradables pampas de Huacapampa y así, entre música, copas y alegría,
gestaron la fiesta del Pachamango, (años 30 del siglo pasado).
También, por
esas tierras, volteando Lucmapampa y bordeando el río Cantange y las pampas de
Combayo, nuestros ancestros, incluso los incaicos, los conquistadores y sus
huestes se dirigieron a tierra de los Chachapoyas, cruzando el Marañón a la
altura de Huanabamba y avanzando por Púsac y Cochabamba (este último,
importante centro arqueológico inca) …
En mayo 2015,
trepamos a una de las cumbres más difíciles de arribar, “Punta Grande”, ubicada
al lado este de Lucmapampa, ya al borde del Marañón. Del sitio El Criollo,
comenzamos a subirla por una pendiente áspera, de raleada vegetación y sin
asomos de caminos. Después de cerca de 3 horas, agotados y deshidratados,
llegamos a la cúspide.
Desde allí,
miramos absortos al imponente Hatunmayo cual “serpiente de oro”, al decir de
Ciro Alegría, y por el extremo oriental, a los recordados pueblos de
Chuquibamba, Uchucmarca, Longotea, Ucunsha y Bolívar.
Uniendo las
manos: Moisés, Gonzalo, Ydelso, Edinson (visitante de Huancavelica) y Walter agradecimos
a la Mamapacha, la ofrendamos coca y chicha de jora y brindamos por su
conservación y porque siempre nos albergue. Y cómo no, vimos angustiados a la
ruta del retorno, pero más pudo la alegría de haber conocido tantos encantos de
la naturaleza no tan lejos de las pampas de Lucmapampa y Huacapampa.
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