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sábado, 11 de diciembre de 2010

Relato: PERCEPCIÓN DE CAMPESINO.


Por: Palujo.
Tirado en el campo, cubriéndome el rostro de los rayos del sol con las hojas de un libro abierto, me encontraba un día en mi pueblo gozando de unas cortas vacaciones; cuando, de pronto, hasta mis oídos llegó un rumor quedo, muy quedo. Al principio sonó como música, e inconscientemente, disfruté al escucharlo. Luego fui cayendo en la cuenta de que aquello no era ninguna maravilla. Alcé los ojos; al otro lado del campo, tras un cerco de pencas, un par de vacas, poco a poco, se habían acercado, sin hacer ruido, a tres metros de mi lado. Parecía que arrancaban la hierba con solo los belfos: bsshachleeff, bsshachleeff… sonidos algo discordantes que se fundían en un todo único.

Con mis cincuenta años a cuestas y como nunca en mi vida en el campo, esos sonidos me produjeron una sensación profunda que no se comparaba con ninguna otra.

¿Por qué? -me pregunté-, ¿por qué escuché algo que era tan normal como si fuera música celestial?

¡Pero claro! -me respondí-. Como hombre que nació y creció en el campo y que además de saborear la leche recién ordeñada por sus propias manos, vivió las veinticuatro horas del día entre animales habiendo ayudado, incluso, a parir a muchos y acariciado a sus crías con igual amor como lo hacían ellos; ¿cómo no podría percibir de veras como música este deleitoso momento?

Un campesino capta lo bello de la naturaleza de modo distinto, más pleno, que el simple observador, aún el mejor preparado desde el punto de vista estético o el más dotado de sensibilidad. El labrador no percibe estas sensaciones a cierta distancia ni desde arriba, sino en su interior sintiéndose consciente o inconscientemente orgulloso y feliz de ser un coautor de tal belleza.

 --           bsshachleeff, bsshachleeff…

¿Quién, con los llanques bien puestos, sumergidos en la tierra, con los hercúleos brazos sosteniendo el arado, con el pecho erguido de vigor y libertad, con los ojos que ven el futuro verdor del sembrío; quién puede sentir mejor que el propio agricultor la belleza de su faena?

Recuerdo a menudo los tiempos en que lo percibíamos todo con una lozanía absorbente, sin igual, infantil todavía, pero ya madura por su profundidad, con cuyo hálito sólo podemos reconfortarnos de cuando en cuando como ahora me ha tocado gozar de esta percepción que agita mi alma.

--          bsshachleeff, bsshachleeff…

Pensar, como cierta vez reflexionó un amigo, que todo esto será destruido, para siempre, por la contaminación ambiental. Me pregunto ahora: ¿haremos algo para defender nuestro suelo?, ¿dejaremos que la ambición de las “autoridades” prevalezca por sobre la vida de todo un pueblo?

Sólo nosotros tenemos la respuesta.


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