Por: Secundino Silva Urquía.
Gracias a mi amigo
José Luis Aliaga Pereyra, llegó a mis manos el último libro de Gutemberg
Aliaga Zegarra, Profesor nuestro, al paso por las aulas del colegio “San
José” de Sucre.“AVATARES… y relatos al paso”, es uno de los poquísimos libros
que se publican en nuestra tierra; por los que, luego de
recibirlo, inicié lectura inmediata, lo acabé de un tirón; para finalmente, ponerlo
en un lugar preferencial de mi modesta biblioteca, junto a anteriores libros
que el mismo autor tuvo la gentileza de obsequiarme.
A quienes tenemos a la
lectura como vicio irrenunciable, nos acompañará siempre esa inquietante angustia de
dar una primera ojeada al libro que caiga en nuestras manos; y de disponer de
tiempo para “devorarlo”, si es que algunos de sus párrafos iniciales o
comentarios de contracarátula logra motivarnos más. Si el autor, como en éste
caso, es un conocido nuestro, la inquietud por sentir el prurito de leer su producción
y conocer mejor a quien alguna vez lo escuchamos y de quien recibimos
enseñanzas, se incrementa. Y es que un escritor en sus obras, no solamente deja
conocimientos y motivos para el deleite de sus lectores, sino también parte de
su personalidad.
He criticado
abiertamente algunas expresiones de la posición política del Prof. Gutemberg
Aliaga, porque las considero perjudiciales para el futuro e integridad de nuestro
distrito Sucre. Por el bien de él mismo y de su pueblo, espero que las cambie.
Y, como no entiendo de géneros de la narrativa ni de crítica literaria, solo he
decidido opinar acerca de la impresión que me ha causado leer “AVATARES… y relatos al paso”, con el
sano propósito de que escritores como su autor, conozcan también parte de lo
que los simples lectores buscamos o deseamos encontrar en las páginas de cada
relato u obra literaria.
Todos los escritores
son artistas, aunque debido a los avatares de su propia vida, algunos lo sean más
que otros. En el intervalo existente entre afición y genialidad, estriba la
diferencia entre ellos mismos y sus respectivas producciones. Para valorar la
dimensión de la obra de Gutemberg Aliaga, hay que leerlo; y muchos sucrenses, identificados
con todo lo relacionado a la historia y cultura de su pueblo, seguramente lo
harán, si es que aún no lo han hecho. Leer “AVATARES… y relatos al paso”,
implicará para muchos una dosis de reafirmación en ésa identificación con el
lar natal. Comprobar que entre los personajes del cuento de entrada “AVATARES
DE UN MAESTRO”, están bien valorados los campesinos del ámbito rural
del distrito celendino de Oxamarca, y verlos en una relación armoniosa con el Profesor
sucrense y su familia, es gratificante. En el sentido educativo y cultural; es una
buena forma de coadyuvar a desterrar la praxis discriminatoria o excluyente hacia
el poblador rural, subsistente en nuestros pueblos andinos.
Mejor posicionadas
hacia el sentido de la crítica al nuevo libro de Gutemberg Aliaga, llegan, las
opiniones de Olindo Aliaga Rojas, quien además, es coautor de un libro con
él. Olindo Aliaga afirma que, en las narraciones del libro comentado, “… el hombre de a pie se convierte en protagonista, pero sin visos de avanzar
tal como lo habían hecho Ciro Alegría, Arguedas o el autor de ´Cordillera
Negra´ Oscar Colchado”. Y a continuación, agrega: “El autor de ´Fibras del Tiempo´, sin quitarse las fibras ha querido
atrapar en su libro, para perennizarlos, los
relatos fingidos de palabra, contados por hombres de otro tiempo…” (Los
resaltados en negrita son míos)
Ciro Alegría Bazán
y José
María Arguedas, obviamente serán exponentes colosales, por mucho tiempo
insuperables, en su genialidad de describir paradojas especiales del comportamiento
y costumbres de los hombres del campo; diversidad de personajes que luchan como individuos
y colectivamente, por la supervivencia en un medio agreste, frío y hostil que,
sin embargo, logra sacar lo más noble, natural y sincero de cada uno. El
primero, vio de cerca las penurias, expresiones nativas, escuchó el lenguaje arcaico, de
los campesinos de la sierra norte;y lo plasmó con autenticidad en sus novelas, de
tal forma, que al leerlas se advierte el surgimiento de una identidad
trascendente que revalora al poblador andino y su medio. El segundo, muy
versado en Literatura y ciencias sociales, vivió las tragedias del indio del
centro y sur; y los estudió con rigor científico, introduciendo muchas palabras
y expresiones quechuas, en sus libros. Mario Vargas Llosa, aún joven, le observó
a Ciro Alegría, la diferencia que él había advertido, en la descripción del
indígena peruano, existente entre ambos renombrados escritores, adjudicándole
cierta superioridad a Arguedas. Luego que Ciro Alegría le aclarara a MVLL, que
la idiosincrasia y modo expresivo del indígena norteño, era muy diferente a la
del indígena del centro y sur del Perú, éste quedó satisfecho con la
explicación y cambió de opinión. Más tarde, el hoy Premio Nobel de Literatura,
declararía que Ciro Alegría era nuestro primer escritor clásico.
Los avatares también
existen en la vida de los lectores; por esto, sobre la base de la crítica de
Olindo Aliaga y mi conocimiento de la idiosincrasia y modo de hablar de la
gente del campo, cuando en el citado cuento de entrada, leía el acto de
intervención del personaje Artemio Chávez en la Asamblea de
Padres de Familia, no veía a un campesino de la zona, sino a alguien que más
parecía poblador de la ciudad. El autor lo hizo hablar, y el personaje refinada
y fingidamente, dijo lo siguiente: “…Estamos
muy emocionados al haber escuchado todo lo que usted quiere
hacer. Creo que naiden estará en
contra… exigiremos a los padres de familia que trabajen para nuestra escuela y
nuestra comunidad.” Sin ánimo de
pretender corregir a Gutemberg Aliaga, creo
que un Artemio Chávez, campesino y auténtico poblador rural, se hubiera mostrado
más nativo y democrático, diciendo lo siguiente: “…Estamos muy emocionaos al
haber escuchao todo lo que usté quiere hacer. Creo que nadies estará en contra… nos exigiremos como padres de familia trabajando para nuestra escuela y nuestra comunidá.”(Los
resaltados en negrita también son míos y remarcan las palabras que diferencian
a ambos textos contiguos)
Por tanto, volviendo al
sentido crítico de Olindo Aliaga R, concluimos que su expresión “relatos
fingidos de palabra” que atribuye a los ´relatos al paso´ del libro, no
es superflua o gratuita. El lenguaje en el ámbito rural de Sucre y Oxamarca,
felizmente tiene aún mucho de arcaico, por la cantidad de vocablos culles y
quechuas, así como de barbarismos que éste conserva; y a los que Gutemberg
Aliaga Zegarra, parece no haber captado a cabalidad para incorporarlos a su léxico
o bagaje. Quizás tenga que releer, leer y emular a escritores consagrados. Compenetrarse vivencialmente
con la gente sencilla del campo; para paralelamente, “sustraerles el valioso material”que
le permita finalmente, narrar con mayor rigor profesional, autenticidad y vigor,sus
próximas epopeyas.
El mismo GAZ nos dijo
alguna vez: “El escritor se hace y el
poeta nace”.
Lima, 23 de junio del
2011
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