1907-1962
Por Olindo Aliaga Rojas y
Gutemberg Aliaga Zegarra.
Nació el año de 1907,
en la calle 15 de Mayo, del barrio de Minopampa, en el distrito del Huauco,
provincia de Celendín, enclavado en la sierra Nor Oriental del Perú.
Fueron sus padres: don
Jesús Horna, cantor de la iglesia y hábil instrumentista de melodio y, su madre
doña Marcolfa Chávez, natural del pueblo de Chaquil, anexo del distrito de
Huacapampa , hoy José Gálvez.
Por el lado paterno la
familia podía pasar como ejemplo de una refinada y culta estirpe, su arraigo en
el pueblo venía de lejos, don Jesús buscó en el cultivo de la tierra el
sustento diario.
La vida del niño
Valentín en nada difería de los niños de la época, sin la alegría de los
juegos, impropiamente alimentado, en plena niñez entró en el campo de la lucha
por el pan.
Su casa fue pequeña y
humilde, construida de adobe con techo a dos aguas, tenía un amplio huerto,
cercado con plantones de penca azul y zarzas silvestres y sarmentosas.
La vida del poeta
transcurrió entre la vorágine de la poesía y la agricultura. Realizó sus
estudios hasta el tercer año de primaria aproximadamente, entre los años de
1917 y 1920, en la escuela N° 83 Andrés Mejía Zegarra. Se dice, que su profesor
don Clemente Díaz Cáceres, hombre de originales y progresistas ideas
pedagógicas le tuvo un especial aprecio por su facilidad de palabra,
demostrando desde muy temprana edad una privilegiada inteligencia.
En su juventud se
dedicó a la agricultura, labor que la adquirió de su padre; cultivó con
dedicación y ahínco las cálidas tierras del lugar denominado El Criollo,
ubicado en el distrito de Lucmapampa, hoy Jorge Chávez. Estas tierras cálidas
ubicadas en las laderas de una quebrada donde abundan árboles silvestres y
sembríos. El Criollo, huele a chirimoyas, naranjos, guarangos y chamanes; suena
a trigales y a maíz morocho.
Su prometida, una
jovencita, 10 años menor que él, de nombre María Jesús García Araujo, natural
de la Conga de Urquía, caserío de Sucre, que por tener 17 años, para casarse,
el enamorado Valentín, necesitaba una autorización de casamiento, permiso que
lo obtuvo el 29 de enero de 1934 de la Municipalidad de Sucre, firmaron como
testigos en este documento los señores Melqueades Zegarra y Nemecio Díaz. La
boda se realizó el 10 de febrero, a las 9 de la mañana, en el concejo
municipal; siendo testigos de este acto los señores Daniel Sánchez y Liborio
Sánchez.
Después de su
matrimonio, el poeta abandonó su querida calle 15 de Mayo, instalándose en el
caserío de la Conga de Urquía, en el lugar conocido como Cerro de las Tierras
Moradas, en donde construyó su rústica vivienda de una sola pieza. Desde la
colina donde se ubicaba su casa, se observaba embriagadora la extensa campiña
de Sucre, cubierta por una laguna con sus tragaderos por donde drenaban
apuradas las aguas del río de La
Quintilla.
El sobre nombre de Taita Dios, con el que se le conocía al
poeta, se debe al señor Emilio Aliaga, alias Quinjo; quien le endosó ese
hiperbólico apodo, porque una noche, lo encontró escribiendo versos, sentado en
el poyo de su casa, alumbrado por la luna.
Valentín Horna fue muy
cuidadoso con su vestimenta, vestía saco y pantalón de dril, sujetado por una
faja de lana, sombrero a la pedrada y calzaba llanques de correa que él mismo
los hacía de cuero de ganado vacuno, los que lo conocieron lo recuerdan de
espíritu alegre, trabajador y muy palomilla.
En su vasta poesía,
que permanece oculta y dispersa en cualquier rincón de algún viejo baúl, exalta
la belleza de su pueblo, sus costumbres, como Hemingway, le cantó a la corrida
de toros, en sus poemas dialogan de manera artística toro y torero y quién sabe
si su pasión por los toros lo habría llevado a pensar igual que Valdelomar que:
"el arte de la tauromaquia es la
danza de la muerte".
Podríamos aseverar que
en esta extensa campiña circulada por los cerros Huishquimuna, Lanchepata, Huashaj
y las Lajas, brillaron con luz propia dos famosos decimitas de aquella época;
En el Huauco: Valentín Horna apodado Taita Dios y en el distrito de Huacapampa.
don Pedro García, El Búho.
Qué niño no ha cantado
en sus juegos taurinos aquellos versos que dicen:
"Ya sale mi toro/ con planchas de oro/ al
que lo coge/ lo vuelve pepitas de poroporo".
También forman parte
de su copiosa producción literaria, lastimosamente perdida, canciones
pastoriles, conocidas como brindis navideños; y los dedicados a San Antonio de Pencas y a San Isidro
Labrador.
Sus poemas fueron
editados en forma de plaquetas que eran distribuidos al público durante las
corridas de toros.
El 15 de noviembre de
1940, fue requerido por el pueblo para pronunciar el discurso de orden, con motivo
del cambio de nombre del distrito de Huauco por el de Sucre. La pieza oratoria
resultó, en verdad, altamente sugestiva, hermosa y beligerante, fue una
exposición de ideas que puede resumirse en aquella frase de González Prada:
"jóvenes a la obra, viejos a la
tumba".
La educación del
pueblo fue su preocupación mayor, su acción la dirigió en la gestión de
creaciones de centros de enseñanza, participando en la creación de la escuela
unidocente del anexo de Santa Rosa. La profesora de tercera Carmela Escalante,
testimoniaba haber utilizado varios de sus poemas como material educativo.
El poeta de talla
pequeña y contextura delgada, murió a los 55 años de edad, un 15 de junio de
1962, en el caserío de Conga de Urquía, donde vivió con su esposa y su numerosa
prole.
Manuscrito del Poema: Himno a la Madre
por un huerfanito de Valentín Horna.
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De Personajes de la Historia Sucrense.
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