Walter Castañeda B. |
Dos de nuestros vates celendinos, Jorge Horna y
Wilson Izquierdo, comentan el libro “Revelaciones del quishuar” del profesor
Walter Castañeda Bustamante (nació 1987), natural del caserío de Chupica,
distrito de Cortegana, provincia de Celendín. El primero lo hace en Palabras
liminares y el segundo en la contra carátula.
Las todopoderosas fuerzas del universo han
designado que sea Celendín el epicentro de la defensa de la naturaleza.
¡Conga no Va! ya se escucha por todos los confines del mundo y esta entrega del profesor Castañeda es parte de esa lucha; por lo que, desde Chungo y batán, nos permitimos copiar los textos de presentación y dos de sus hermosos poemas publicados en el libro editado por Ruta Pedagógica Editora SAC, el 2011 (José L Aliaga).
¡Conga no Va! ya se escucha por todos los confines del mundo y esta entrega del profesor Castañeda es parte de esa lucha; por lo que, desde Chungo y batán, nos permitimos copiar los textos de presentación y dos de sus hermosos poemas publicados en el libro editado por Ruta Pedagógica Editora SAC, el 2011 (José L Aliaga).
Palabras liminares
Con la
promesa de guiarme, como siempre, por la senda de mis impresiones, he
acogido el pedido de Walter Castañeda Bustamante –a quien no tengo el placer de
conocerlo personalmente- para dar una opinión sobre el poemario que hoy
deposita en mis manos. Emana de su juventud la actitud de lucha por la defensa
del derecho que todo ser humano tiene a cohabitar en espacios salubres e
intangibles; por ello nos advierte: “…es
el sentimiento del surco / por respirar aire puro”. “Este es mi hogar / un
vaivén de espigas doradas / que destellan su sonrisa de oro / a los surcos de
papas, / ocas, / ollucos, / mashuas…”
El autor
de Revelaciones del quishuar aborda el entorno que está ligado a su vida: una
naturaleza colmada de flora y fauna donde la aurora, puquios y riachuelos están
custodiados por la floresta y los relámpagos; de ese contexto fértil y
resistente cual vigorosa fibra de los robustos quishuares, surge el lenguaje
poético. La concisión y el matiz dialogante son también rasgos esenciales de la
escritura de Walter Castañeda. Y lo expresa así: “Mis manos garabatearon / las primeras vocales del verso / en la
corteza de los árboles distantes, / cuya tinta de mis yemas / sueña proscrita
en la memoria” “…en mi piel de primavera, / cual tinte ardiente lloró ríos de
versos / y han hecho un mar de poesía”.
De modo
secuencial las instancias del poemario se desarrollan en textos versados que
aluden al ambiente (Chupica, distrito de Cortegana), lugar de nacimiento del
poeta; la contemplación evocativa; la inquietante perseverancia para mostrarnos
la hermosura paisajística; la esperanza sostenida y el llamado a asumir
compromisos insoslayables.
Extensos
poemas en los que está cifrado el optimismo de ofrendar la inmensa belleza
natural y el sentimiento de preservarla; revelaciones del quishuar se
constituye en un himno y nos reta a optar por la conservación de la tierra, el
aire, el agua. Es un mensaje de reclamo – a veces airado – ante la destrucción
inminente de la ecología y el medio ambiente del planeta, que pertenece a todos
desde el origen de la vida: “Con una
péndola escribo mis versos / bajo la luz eléctrica de la oronda luna, / y si no
hay luna, / las estrellas son mis lámparas”. “Y mi ejército de ichus dispararán
sus flechas / que estoque a tu mal proceder; / aquí en mi jalca te declararé la
guerra / y en deleitosas pugnas / nuestras vidas volverán”.
Es que
Walter Castañeda es consciente de la voracidad de la explotación minera en
marcha en tierras celendinas, una amenaza que arrasará con todo lo vital: la
desfiguración del paisaje, la extinción de plantas y animales y la afectación a
las ancestrales labores de sus pobladores.
Desde
este frente de batalla, con la palabra hecha poesía, este joven
corteganino nos trae una voz rural, campesina, genuina, aprendida de las
melodías de las aves, los rumores de árboles y arbustos y las indómitas
caricias de las hierbas silvestres: “Y
aún me queman los versos, / sedientos de ti, en el pecho; / aquí seguirán las
alboradas / despertando el canto de mi quena”. “Con mi pantalón de lana
rústica, / curtido bermellón / hecho con mi sangre”. “Y trepa el aroma de
recuerdos / en profundo silencio”.
Pero su
propósito y perspectiva tiene el intenso valor de conmover nuestra conciencia,
exhortar voluntades amantes de la belleza e instar a emprender una lucha por la
vida. Las notas épicas de las Revelaciones del quishuar así lo manifiestan.
Jorge Adalberto Horna Chávez
Lima, julio de 2011.
CONTRACARÁTULA
El
recalentamiento global no se puede disuadir ni dejar de lado. El mundo sigue
contaminando al mundo, sin protección del ozono y no será una sorpresa cuando
esta agonía acabe eliminando a nuestro planeta. Dicen a 20 años en adelante,
ocurrirá la desglaciación total y el desequilibrio ecológico será irreversible.
La cordillera Blanca en el Perú será Negra y las guerras por el oro se trocarán
en guerras por el agua.
Generaciones
enteras serán víctimas y los líderes mundiales, nada hacen por frenar la
hecatombe iniciada ya con la extinción de muchas especies en la flora y en la
fauna. Son millones de barcos, aviones, chimeneas, relaves, motores diversos,
incendios, pólvora, productos químicos, etc. que portan la guadaña dantesca y
apocalíptica a la vez.
Ante esta
desventura, la poesía asume su rol y alerta no averiar cuanto de puro nos
queda. La poesía ecológica exalta con idílica ternura, ruego o admonición se
preserve lo más excelso de la Naturaleza: tierra, aire y agua. Tal es el
contexto de este poemario de Walter Castañeda Bustamante. Con urgencia sincera,
con lenguaje típico de lugares sublimados, acoge cuanto desde su niñez – como
de la nuestra – es suyo por el amor y por la fe.
“REVELACIONES
DEL QUISHUAR”, irrumpe los presagios en lo infinito del tiempo. Trabajando en
múltiples recodos, da una semblanza rural de aliento, una constante que
ofrecieran las alboradas de la creación, su orden y cuencas libres de todo
desconcierto, Castañeda Bustamante ya entra en la lírica de hoy.
Jorge Wilson Izquierdo.
POEMAS
¿Te has dado cuenta?
Te has dado cuenta
que las auroras no sonríen como
antes,
y humedecen con su penosa mirada
el día,
en cuyas lágrimas de rocío
lloran por nosotros.
Que no cantan dulcemente las
aves,
y que de su pico brotan plegarias
tratando de sostener el mundo;
se levantan más temprano que
antes
temblorosas a la guerra por el
botín;
aves contentas, libres, adonis
vueltas en añoranzas sañudas.
Te has dado cuenta
que nuestra sed aumenta
y al paso encontramos
algunas lágrimas amargas
que el alma tendrá que beber.
Que los cerros abren su boca
exigiendo un jarro de agua
en los estíos inesperados.
Que están enfermos los ríos,
lagunas, lagos y mares
nada más ofreciéndonos
cancerígenas noches
para humedecer nuestra sed.
Te has dado cuenta
que el medio día rasga
nuestros míseros trapos
y calcina nuestra carne
como recompensa
de nuestra brutal inconsciencia.
Que de las urbes emerge humareda
escribiendo con su tinta venenosa
en el espacio, una historia final
que se agranda con la lluvia
hasta beberse en nuestros labios.
Te has dado cuenta
que los días que arriban ya están
muertos
y los que logran resucitar
se despiden por las tardes
sin esperanzas de volverlos a
ver.
Que los muertos te piden a gritos
un cine para ver la película
de un triste final.
Te has dado cuenta…
Te has dado cuenta
que casi a nadie le importa
de lo que algunos reflexionan,
y que morirán sin darse cuenta
de que ya estuvieron muertos.
Una gota de agua
Solo una gota de agua
mi alma quiere beber,
y no me des un vaso lleno
con mentiras envenenadas,
solo una gota cristalina,
y no me des un vaso cianurado
que me matará el alma y no la
sed.
Quiero una gota cándida
para calar mi frenesí,
para apagar el fuego
que calcina mi ánimo.
Solo una gota pura, una gota nada
más,
y no me ofrezcas un río turbio
que mis labios beberán
para suicidar mis vísceras.
Una gota clara que me purifique
el alma
será constante vida en el vacío
ser,
en vez de una cerveza
que me adormece el meollo
en los oleados engaños.
No degeneres los granos
cristalinos
que sosegados están en las
lagunas,
y se pasea en el Sendamal
atravesando los postigos
de un seco paladar.
Quiero beber una gota de agua,
antes que un vaso de oro
sin tener agua para beber.
No suicides el anhelo que reposa
en las azuladas lagunas,
esperando el almíbar
invisible de la flora y la fauna;
solo una gota de agua
quiere beber el alma
y no me ofrezcas un océano
artificial que morirá en mi
senda.
Walter Castañeda Bustamante
Tomado de Chungo y batán.
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