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martes, 18 de septiembre de 2012

Escenario: AGUA Y MINERÍA


Baños del Inca, Cajmarca
Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán 
La ciudad de Cajamarca, antigua ciudad apacible, de hermoso cielo azul y fulguroso sol, de bellos paisajes verdes, por sus abundantes retamas, de hermosas flores amarillas; configurando un clima equilibrado; el cual, como se dice, “no era ni tan caliente que queme a la virgen, ni tan frío que lo congele”; y, qué decir de sus campiñas periféricas, bulliciosas por el trinar de sus aves, especialmente del indio pishgo; y, si usted se daba una vuelta por sus partes más altas, seguro que se tropezaba con sus puquios y manantiales, cual espejos, por sus aguas cristalinas, donde se bañaban hermosos patos silvestres, bajo la mirada atenta de las china lindas (hermosa ave que al parecer ya desapareció); agua que provocaba beberla, y en efecto lo hacíamos, tomándola directamente de la fuente con el sombrero (el famoso sombrerazo de agua) o tirándonos de barriga si es que no se llevaba sombrero; la dulzura de esa agua de aquellos tiempos sí que merecía ser saboreada, sin ningún temor por algún daño a la salud. Por la noche la ciudad se tornaba aún más apacible y hermosa, las escazas personas que paseaban por sus principales calles y avenidas, a cualquier hora de la noche, se deleitaban observando la constelación de estrellas, las cuales parecían estar muy cerca de la tierra y las bombillas de tenue luz, que parecían velas; y, lo más importante, a nadie le surgía en la mente la idea de un asalto, robo o violación. La seguridad ciudadana se reforzaba, en ese entonces, cuando en cada esquina usted encontraba a la famosa “pareja” ¿quién era? Dos efectivos de la desaparecida Guardia Civil. ¡Qué tiempos esos!: cuando en el imaginario popular yacía la idea en cuanto a que el policía era “amigo” del pueblo. Entonces eran tiempos que sugerían llamar a la ciudad de Cajamarca, “la bella durmiente”; tan durmiente estaba que cuando en 1993 llegó su peor pesadilla, ni siquiera lo sintió; pues, tal pesadilla no logró despertarlo sino hasta ahora en que, como una aplanadora, traerse abajo casi todos sus cerros, terminando así, con la mayoría de sus fuentes de agua y colchones acuíferos; al mismo tiempo que ese cielo azul, cada vez es más gris; del bello paisaje ya queda muy poco, desaparecieron las retamas y el trinar de las aves, el croar de los sapos; creo que el indio pishgo ya es leyenda; las aguas se vistieron de siete colores, cual arco iris; y el policía de hoy, lejos de ser un “amigo” se comporta más como un enemigo, en tanto que, cual perro de presa, está a la espera que su amo le ordene “ataca” y él inmediatamente se lanza al cuerpo de sus víctimas, que somos los del pueblo.

Sí, hoy, la “bella durmiente” y apacible ciudad cajamarquina, ya no existe más, es historia y sólo queda para que los cuentistas estructuren un bello cuento de lo que fue hace cerca de 20 años, para ser contada a las futuras generaciones. En efecto, hoy más del 99 % de cerca de 200,000 habitantes, que tiene la ciudad de Cajamarca, está al borde de la desesperación; y, por qué, no decirlo, al borde de una psicosis colectiva, otros dirían a punto de explotar. Los más alarmistas creen que está a punto de ser reubicada a otro lugar. Pues, la población no sabe qué hacer, tal vez se siente impotente o resignada, o tal vez se llene de coraje, despierte y expulse a esa pesadilla que le invadió en 1993, haciéndose la idea que, lo que le está pasando ahora, tal vez sea por esa excesiva pasividad, lindante con la estupidez e ilusión en un “desarrollo” que nunca se hizo realidad. Es más, hoy más que nunca está tomando conciencia que ningún “desarrollo” sería tal si es que no tiene el líquido vital que es el agua. Pues, de nada serviría ese “desarrollo” del cual tanto le han hablado durante los 18 años de su largo sueño. “La bella durmiente” y apacible Cashamarca o pueblo de las espinas, ya no existe más, porque cuando lo era, apenas bordeaba las 90,000 personas; en su gran mayoría cajachos y cajachas; pero hoy, esta vapuleada, contaminada y sedienta ciudad, alberga a una población cercana a los 200,000 habitantes, de los cuales una gran cantidad foráneos, aunque compatriotas; quienes llegaron a esta ciudad motivados, digámoslo de alguna manera, por “el sueño del oro”; pero, en realidad, llegaron por el sueño laboral. Llegaron desde Arequipa, Cuzco, Puno, Lima, Ayacucho, Piura, es decir, arribaron de casi todas las regiones del Perú, configurando así una ciudad cosmopolita, a lo cual se suman los campesinos inmigrantes de los alrededores cajamarquinos; así, la “bella durmiente” es una ciudad cuyos servicios básicos han colapsado y cuyas fuentes de empleo se tornan más disputadas, más aún cuando desde el propio Estado y la transnacional hicieron creer a la población que la única fuente de empleo y de desarrollo es la minería; criterio bajo el cual se ha abandonado a la agricultura, la ganadería, la agroindustria, la forestación, el turismo, la artesanía, etc. Es así como todo un pueblo ha sido convertido en “orodepediente” o “minerodependiente”, porque se ha comprado aquella mentira barata respecto a que “salvo la minería el resto es cuento”. Resulta que dicho cuento ha sido el somnífero más poderoso y duradero para la población cajamarquina. Tanto así que durante 18 años la “bella durmiente” siguió durmiendo plácidamente, hasta que cuando despertó ya se dio cuenta que la mayoría de sus manantiales, puquios, lagunas, canales de riego, sus ríos y quebradas ya no existen más, o si es que existen están altamente contaminados y con caudales que fluyen en pequeñas cantidades, muy parecidas al flujo de la orina de algún paisano cajacho.

La “bella durmiente” ya no es tal, porque hoy ni bien sale usted de su domicilio, le empieza a rondar la idea de un asalto, un robo o un accidente de tránsito, idea que se intensifica mucho más si se encuentra en ciertas calles o avenidas pasada las 9 ó diez de la noche, aún ni en su propio domicilio se puede usted sentir seguro. Asimismo, el ruido excesivo en decibeles de los vehículos motorizados y sus claxons; al igual que el silbato de los o las policías que disqué “ordenan” el tránsito y el propio ruido de la gran cantidad de gente que diariamente circula por las calles y plazas, plazuelas y mercados, despertaron a la “bella bella durmiente” y tal vez ésta ya no se quede dormida, sería mucho mejor, y más bien se convierta en feroz vigilante de sus escasos recursos hídricos que todavía le quedan. No cabe la menor duda que así va ser: Pues desde hace 10 meses, la población cajamarquina está alborotada, fraternalmente y sin ninguna alusión diríamos: El “gallinero esta alborotado”, porque se dio cuenta que estaba consumiendo agua de desagüe minero y, además, por impedir que un mega proyecto, mucho más letal para la naturaleza y el ecosistema, está a punto de ser ejecutado, agravando más la situación de la población cajacha. Y, esto, creo, que tiene que ser así. Salvo que esté dispuesta a pagar UN NUEVO SOL por 01 balde de agua, por hoy, como ya lo están haciendo algunos vecinos, de algunos barrios; mañana quien sabe, ese precio puede elevarse a dos, tres cuatro, cinco o diez nuevos soles, o peor aún: usted no podría encontrar agua ni por todo el dinero del mundo. ¡Recordemos que estamos viviendo el proceso del calentamiento global, donde el recurso agua está condenado a desaparecer, tal como ya está sucediendo en África y en Groenlandia, debido al incontenible e inevitable derretimiento de glaciares. Aquí, en Perú, el Pastoruri es el mejor ejemplo de derretimiento de glaciares; pues, según los expertos, ya ha desaparecido más del 40 %, dejando así a varios pueblos periféricos sin el vital recurso hídrico.

No cabe duda, que la “época de oro” de la ciudad de Cajamarca ha durado bastante tiempo, aproximadamente 120 años, sobre todo en cuanto a disfrutar de suficiente agua dulce, en calidad y abundancia, desde 1,876, año en que apenas, según los censos contaba con 7,215 habitantes; hasta 1993 en que se inició su peor pesadilla con la llegada de la transnacional aurífera, cuando ya la población era de 92,447 habitantes. Pero todo indica que la “bella durmiente” aún no empieza a vivir lo peor; pues, se estima que para el 2030 la población de la ciudad de Cajamarca bordeará los 300,000 habitantes, y si no expulsa a esa pesadilla y termina de despertarse ahora, entonces sí que lo lamentará cuando no pueda conseguir ni siquiera un balde de agua, ni por todo el dinero que esté dispuesta a pagar. Más aun, cuando sus hijos le reclamen y le pregunten ¿Por qué fue indiferente y no hizo nada, cuando todavía estaba a tiempo, es decir ahora, año 2012, en que gran parte de la población está en pie de lucha contra un mega proyecto que amenaza destruir las últimas reservas de agua? ¿Qué podrá responder? ¿Acaso que no se unió a las luchas por el agua porque éstas eran “políticas” o estaban “lideradas” por Goyo Santos, Wilfredo Saavedra; Marco Arana o Idelso Hernández; que estos buscan únicamente sus intereses políticos? ¡Qué posición o argumento tan infantil, la de muchos paisanos cajachos: no tener la capacidad de mirar más allá de los líos domésticos o de sus prejuicios! Por entretenerse observando tales líos o problemas menores, que son normales en el seno de las organizaciones sociales, no observan al enemigo principal, que es un pulpo gigante, cuyos tentáculos son tan largos que han envuelto hasta a los más altos funcionarios del Estado y, que hoy amenaza con dejar sin agua a todo un pueblo. Derribemos primero al pulpo de los “mil tentáculos” y luego veamos los líos domésticos o los problemas secundarios que atañen a nuestros dirigentes. “Si entre dos enemigos existe un tercero, y éste es más poderoso, entonces los dos enemigos están obligados a unirse para derrotarlo; de lo contrario el más poderoso los va desaparecer a los dos”

Quizá nuestro mayor problema fue tener una percepción falsa o equivocada sobre el recurso agua. Creíamos que el agua era un recurso ABUNDANTE E INAGOTABLE, que ha sido creado por dios, para el disfrute de los seres vivos. Más no pensamos que el agua es un recurso natural, creado por la misma naturaleza, en largos procesos físicos, químicos, biológicos, etc., que duraron miles de millones de años, pero que el Hombre, obligado por su ambición al dinero y egoísmo contamina y desaparece fuentes enteras en un abrir y cerrar de ojos. Estoy casi convencido, que en este preciso instante en que usted está escuchando este comentario, transnacionales de todo tipo, están contaminando y destruyendo cientos de lagos y lagunas de agua y miles de manantiales y puquios, a la vez que arrojando miles de toneladas de desechos químicos y mineros a mares, ríos y quebradas. De otro lado, es cierto, el agua es para el disfrute de los seres vivos; pero, ojo, para todos los seres que tienen vida: humanos, animales y plantas; mas no para aquellos seres “VIVOS”, criollasos, insensibles, que por acaparar agua para sus actividades empresariales están dejando sin agua a todo un pueblo, aprovechando que ese pueblo ha sido y sigue siendo demasiado pacífico y tolerante. Y, para colmo esa clase de “vivos” no pagan ni un centavo por los millones de metros cúbicos que utilizan diariamente. Pero, eso sí, la empresa cómplice de este absurdo, la famosa SEDACAJ, se permite incrementar los recibos por dos horas de agua al día, que está dando a la población; y encima agua impura, de varios colores, especialmente blanco por el excesivo cloro y color negro y marrón; cuando en la escuela nos enseñaron que el agua por naturaleza es cristalina, sin sabor, sin olor y sin color.
Ahora, a los que creen que el agua es abundante, les indicamos que esto no es cierto. Pues las cifras indican que del total del agua existente en el planeta sólo el 3 % es agua dulce, es decir, agua para uso de los seres vivos terrestres; mientras que el 97 % de agua se encuentra en los océanos o mares. Del 3 % de agua dulce el 1 % se encuentran en los ríos, otro 1 % se encuentra accesible en las plantas; el 38 % está en la atmósfera; y, OIGALO BIEN, EL 52 % DEL AGUA SE ENCUENTRA EN LOS LAGOS Y LAGUNAS. ¿Lagunas? Sí, lagunas, aquellas que las transnacionales mineras destruyen y contaminan sin ningún tipo de remordimiento. ¿Usted cree que, de acuerdo a las tendencias destructivas de las actividades mineras y de otro tipo de transnacionales, ese 3 % de agua dulce existente sobre el planeta tierra se INCREMENTA O DISMINUYE? Todo indica que ese 3 % de agua, más temprano que tarde, se reducirá a 2 % ó 1 %, y en un plazo no muy largo el porcentaje de agua dulce está destinado desaparecer y junto con él HABRA DESAPARECIDO TODO SER VIVO. ¿No cree? Pues, bien, la mejor señal es el hecho que Ud. mismo, señor, señora, esté clamando al vecino o vecina POR UN BALDE DE AGUA o que esté pagando UN NUEVO SOL por un BALDE DE AGUA CONTAMINADA. ¡PIENSE, REFLEXIONE, QUE TODAVÍA ESTÁ A TIEMPO! Cómo dice Leonardo Di Caprio, la humanidad está viviendo su ÚTIMA HORA o la hora once; y, aún, no nos hemos dado cuenta todavía. ¡LA “BELLA DURMIENTE” AÚN SIGUE DURMIENDO PLACIDAMENTE!

Colaboración: Antonio Collantes Zegarra.

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