Por Jorge Reina Noriega
La Navidad Amazonense, tiene un sabor diferente a las celebraciones, que por el mismo motivo, se realizan en todo el mundo, porque, cada pueblo de nuestra Región Amazonas, pone su encanto y su sentimiento, especialmente en nuestro inolvidable Chachapoyas. Como olvidarnos las comparsas de las pastorcitas, con sus trajes multicolores, sus sombreritos de paja, adornados con flores, el ruido de sus sonajas y los villancicos, únicos en su género, que con sus versos acrecientan nuestra fe y esperanza, su melodía es un regalo para el alma, que te transforma, que te embelesa.
Ver a las pastorcitas, desfilar por nuestras callecitas con olor a tierra húmeda, con sus casitas de paredes blancas con hermosos balcones , saliendo de la Iglesia de Burgos, de Santa Ana, de la mama Asunta, o de las casas señoriales donde se realizaban las velaciones al pie de los nacimientos con selvaje, wikundos y el olor característicos de las flores de guarangos, a la luz mortecina de las velas de castilla o uno que otro lamparín de kerosene, casonas, donde se han servido las caspiroletas, el chocolate humeante batido con molinillo, con su rajita de cemita y su quesito de Inguilpata o Molinopampa.
Para nosotros la Navidad y especialmente la Noche Buena, siempre estará presente en nuestros recuerdos y seguiremos escuchando, por toda nuestra vida, a las doce de la noche llamando a la misa de Gallo, el sonido grave de las campanas de la vieja catedral, que retumban desde los cerros del Pumaurco, Pana, Shundor y el Colorao y permanecerá en nuestras mentes los villancicos cantados por la madre Natita, la madre Roshita, la madre Teófila y la presencia humilde, con su sotana raída, pero imponente del Tayta Obispo Ortiz Arrieta, caminando encorvado, con paso lento y seguro, con la sonrisa en los labios y una mirada serena, seguido de los curitas con sotana negra, como el padre Hurtado, Reategui, Alvarado, Gates, Zacarías, Marín y otros.
Navidad, una muestra de unión espiritual entre los miembros de las familias, la conversación amena entre los padres y sus hijos, la expresión de verdaderos sentimientos que no se esconden tras la sonrisa o la sorpresa de un regalo. Momento cristiano de verdadera entrega total y de reflexión, cambiando nuestra forma de vida, teniendo en cuenta que el ayer, ya fue,… el presente es efímero y el futuro siempre estará vivo y felizmente o tristemente, nunca muere.
Navidad es la presencia de Dios en la tierra. Es la expresión del cariño sagrado de lo que significa ser Madre. Es la devoción del padre responsable. Es la realidad de lo que significa la vida, en su verdadera acepción, bien sea que aparezca entre las luces refulgentes de una sala de operaciones o en la humildad silente de un pesebre.
La Navidad del Niño, nos hace reflexionar, en el mundo terrenal, que cosa es la presencia de un nuevo ser en el partidor de nuestra existencia, porque venimos,… todos,… desnudos, bañados con la sangre de nuestras madres benditas, con los ojos cerrados, con hambre de aire, con el grito de socorro, por abandonar la comodidad del vientre materno, que nos ofrece a este mundo, con el dolor inconmensurable de sus entrañas.
La Pascua de Navidad, es la celebración del milagro de la vida, viniendo Dios hecho hombre, para correr un camino sinuoso, la mayor parte lleno de escollos, pero con la seguridad de que al final habrá sembrado la semilla del amor y la justicia que perdura a través de los siglos. Porque la Navidad, nos abre la esperanza de querer hacernos entender, que en la tierra debe prevalecer, sobre todas las cosas, el perdón, la verdad, la Fe, la esperanza de un mundo mejor, con la supremacía del amor, porque existiendo amor, jamás habrá odio, jamás existirá la mentira, siempre habrá justicia y nunca triunfará el mal.
Navidad de mi tierra, Navidad de mis años de infancia, Navidad bendita, santa Navidad de mis querencias, me traes tantos recuerdos que nunca se irán de mi memoria. Cómo olvidarme que muy temprano, cuando era un huambrillo, salía juntamente con otros chiquillos a pedir pascuas y extendiendo nuestras manos con la palma hacia arriba nos acercábamos a los señorones de saco y corbata, que salían de misa, para decirles “Felices Pascuas”, con la esperanza de que nos regalen una monedita de medio…, o los más prosas, una peseta y los más amarretes un doble o un centavo de cobre.
Nos dábamos tiempo para intercambiar opiniones sobre los regalos que nos había regalado el Niño Jesusito en nuestros zapatos colocados en la ventana del dormitorio. Para muchos era una felicidad los carritos de madera, los trompos o las bolitas karamelas, una pelota de cuero con blader o de repente un pantalón de dril, una camisa de tocuyo o una chompita de lana. En esa época no había polos, bermudas o blullines, menos juguetes de plástico y los más afortunados encontrábamos otro par de zapatos hechos por el maestro Carrión o el Champero, o unas zapatillas marca Bata Rímac con su par de medias.
Las niñitas de mi época no tenían barbis, ni muñecas de lujo, a lo más, un chumbeque de jebe, con ojos dormilones de vidrio que lloraba cuando lo aplastabas la barriguita o un jueguito de tacitas de loza. Muchas de ellas recibían sus zapatitos de charol, con sus medias cubanas que hacía juego con sus trajes de organdí y tafetán, mostraban sus blondas cabelleras con cerquillo, amarradas con cintas de colores y sus caritas chuitas sin maquillaje, con la sonrisa en sus labios que mostraban su inocencia y decencia.
Navidad de mi tierra, te guardo celosamente en mis recuerdos y en un viaje en alas del tiempo, vuelvo a gozar de la tranquilidad de las casas viejas, llenas de silencio, con sus muebles descoloridos por los años, con sus alfombritas persas y sus tapetes de crochet tejidos por hábiles manos, sus petates y sus sillas de Viena de color negro con esterillas, que hacían juego con las perezosas, las escupideras de loza, los estantes para los sombreros y los bastones, con los espejos con marcos dorados, colgados de las paredes, y donde bajo la media luz de un lamparín de kerosene, en un ángulo de la sala se lucía el Nacimiento del Niño Manuelito, lleno de figuritas de yeso, con un Niño Dios, generalmente traído de España, con su ropita de seda artísticamente bordada por la dueña de casa, con hilos de oro y plata, mostrando su amor y su fe inquebrantable. Afuera en el jardín con olor a rosas y madreselvas, geranios y claveles, debajo del limonero y drasneros, se escapaban sendas gotas del chorro que traía el agua y el sonido de su tic tac parecía que también cantaban la alegría de Navidad, bajo el cielo azul añil de Chachapoyas, iluminado por estrellas y luceros y donde se confundía en un tierno abrazo el humo de los tayangos y la chamiza que se escapaba por el techo de paja de la cocina.
Soñar…, vivir en la imaginación…, recordar…, es una de mis pocas riquezas que verdaderamente me dan felicidad…
Sin embargo, vuelvo a mi realidad y entiendo que aquellos momentos de dicha, que he vivido en la Fidelísima ciudad de mis amores, prisionero con garras de águila en el corazón, solo los comparto con la gente de mi generación, que tal vez todavía arrastran las mismas vivencias, pero, que acá en Lima, con el bullicio de sus gentes, el advenimiento del modernismo, las prisas y el desorden, nuestro modo de vida cambia y hay que seguir comiendo chabatas y pan francés y no los molletes ni los pambazos, ni las cemitas o murones, hechos en hornos de barro y con leña de guarango…, tomar chocolate en tabletas o en polvo marca Cuzco, en vez del cacao traído de Tupén Grande, de Ocallí o Campo Redondo…, saborear los panetones D’Onofrio o Motta o Todino, en reemplazo de los biscochos y bizcochuelos de doña Petita Castro, de doña Aurora Angulo y ahora último de la Mechita Chuquinvalqui…, brindar con champán Ricadonna, Poblete o Noche Buena, en vez de las mistelas de doña Carolina Burga, doña Marcia Vásquez o doña Sarita Angulo y envuelto con la melancolía de la tierra añorada, aquí en mi orfandad, me resisto a aceptar a Santa Claus, a papa Noel, panzón y barbón y sus trineos con sus luces multicolores y solo me queda entender el verdadero significado de la Navidad, en la sabiduría elocuente de la Dra. Maíta García Trovato:
· Si en estos días sientes que en tu corazón hay un poco de amor, es Navidad
· Si sabes perdonar al que te ofende, es Navidad
· Si buscas a Dios de verdad, Si sabes sufrir con amor, es Navidad
· Si le das una mano al caído secas una lágrima, es Navidad
· Si, obsequias una sonrisa, calmas un dolor, es Navidad
· Si suavizas una pena y vas por el mundo sembrando flores sin espinas, es Navidad.
Porque Navidad es amor, siempre amor
Navidad es Dios, siempre Dios.
*FELICES PASCUAS AMAZONENSES*
*AYÚDAME A AYUDAR*
No hay comentarios.:
Publicar un comentario