Por: Tito
Zegarra Marín
Probablemente,
fueron motivos de peso que impidieron conmemorar los 150 años de vida que
Celendín cumplió como provincia el 30 de septiembre del año próximo pasado. El
principal: los luctuosos sucesos en torno a Conga y la ira colectiva generada,
que no parecía menguar. Se optó entonces, por una calculada y sintomática moderación,
en uno y otro lado y, la fecha histórica, transcurrió casi inadvertida.
Pasado un año y
ya en otras condiciones, me permito hacer un somero análisis, a manera de
balance, de la situación en que se encuentra al cumplir siglo y medio y un año
más de su creación. La primera impresión es que Celendín, como nunca antes, está
cambiando y continúa en ese camino. Pero, es un cambio que se concretiza y toma
fuerza hace apenas tres años y, como lo dijimos en un artículo anterior
(12-05-2012), son consecuencia, en gran parte, de esos hechos en torno a Conga que,
de alguna forma, influyeron en el Gobierno Central para mirarnos desde otra
óptica (interesada o no) y soltar dinero por un monto que bordea los 500 millones
de soles para obras de infraestructura.
Entre estas
obras destacan: asfaltado carretera Cajamarca-Celendín (segunda y tercera etapa);
pavimentación de un pool de calles en la ciudad capital; pavimento básico de la
carretera Celendín-Balsas-Chachapoyas; reconstrucción del sistema de agua,
desagüe y alcantarillado; construcción del Colegio Emblemático “Coronel
Cortegana”; instalación de la planta de tratamiento de aguas residuales;
continuación de la construcción del mercado central; mejoramiento de la
carretera Celendín-Llanguat-Pallán-Bambamarca; construcción de la carretera
Jorge Chávez-El Limón (Utco) y, en estos días, se anuncia la instalación de un extenso
canal para traslado de agua potable a esta ciudad desde el lugar conocido como La
Quesera en la zona alta de Sucre.
Con estas inversiones
y sus resultados creo se hace justicia a nuestra provincia, y en buena hora. Los
logros, más allá de las obras mismas, se reflejan en el incremento del
movimiento económico: en lo comercial, en construcciones y en el transporte;
también, en las relaciones con sus distritos y provincias vecinas, cada vez más
intensas y fluidas; y en una real y prometedora vinculación con Chachapoyas y
el oriente peruano (interrelación que la burocracia cajamarquina no la quiere entender).
Al lado de ello, hay otras señales interesantes: la
ganadería lechera, sin estar bien pagada, produce alrededor de 100 mil litros
diarios, la producción agrícola del aguaymanto, recién introducida, está en
ascenso con regular rentabilidad y posibilidades de sostenimiento; y la filial
universitaria de la UNC en nuestra ciudad, está a punto de contar con una nueva
carrera profesional: Ingeniería Sanitaria (el autor de este artículo con un
equipo de profesionales ha elaborado el proyecto respectivo).
Pero existen, como no, problemas pendientes y
clamorosos que no se pueden ocultar: la población rural que es mayoritaria, aún
se debate en pobreza (más del 50 % según la ODM de la ONU, septiembre 2013);
las tierras cultivables solo alcanzan a ser irrigadas en no más del 16 % (IV Censo
Agropecuario, 2012); la producción agrícola sigue siendo precaria y casi solo
para el autoconsumo; las fuentes de trabajo son mínimas o inexistentes; el
apoyo a industrializar sus productos bandera (lácteos y chocolate) no se deja
sentir; sus centros de atracción turística: La Chocta, La Lechuga, Llanguat y
sus aguas termales y la catarata El Cornelio, entre los más importantes,
permanecen ignorados; por último, continúa el descuido total del centro
histórico, pues las nuevas construcciones, desalineadas por decir lo menos, le
han quitado belleza tradicional y toque histórico.
Pero Celendín está ad portas de recibir otro
importante espaldarazo proveniente del mega proyecto hidroenergético Chadín 2, que, por su magnitud (más de 800
millones de dólares en inversión) y capacidad para generar energía (más de 600
MV) trae aparejado un impacto favorable a las provincias de Celendín y Luya
(Amazonas). Este impacto, debe traducirse en la continuación del proceso de
construcciones en infraestructura, en especial carreteras, y en la generación de
puestos de trabajo calculados en 3,000 en su primera etapa, los cuales deben
ser ocupados en no menos del 90 % por gente originaria de ambas provincias; y
también en el aprovechamiento de la laguna artificial a formarse, como nuevo y
estupendo eslabón dentro del promisorio circuito turístico que enlaza las
regiones Cajamarca y Amazonas.
Sobre Chadín 2, volveremos a ocuparnos más adelante,
mientras tanto debo decirles a muchos amigos
que, por conocer lo encañonado y árido que es el cauce por el que se
desliza el río Marañón en ese sector, creo tener alguna autoridad moral, para
afirmar que los efectos negativos de carácter ambiental, van ser realmente
mínimos e intrascendentes.
A un año de su sesquicentenario, hay razones para
repensar con optimismo, sobre el futuro de nuestra querida provincia.
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