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martes, 30 de septiembre de 2014

Personajes sucrenses: REYNALDO ROJAS SILVA


-1922-

Por Olindo Aliaga Rojas y Gutemberg Aliaga Zegarra.
Reynaldo Rojas Silva nació el 22 de enero de 1922, en la calle Cajamarca, antiguamente llamada Calle Salida a Cajamarca del barrio La Toma, en el distrito de Sucre, antes Huauco, provincia de Celendín, departamento de Cajamarca.

Fueron sus padres Reynaldo Rojas Reyna y la celendina doña Donatilde Silva Merino.

De distinguida estirpe huauqueña, su abuelo paterno, don Teodoro Rojas, fue preceptor y jurado de la escuela regentada por el municipio; integró, juntamente, con los señores: Antonio Chávez y Braulio Sánchez el primer concejo que presidió el señor José María de Silva, Alcalde primigenio del Huauco, siendo su timo cargo público en el concejo municipal, el año de 1890. Su padre don Reynaldo Rojas se desempeñó como regidor entre los años de 1912 al 1914, en su período se encargó de la Inspectoría del Estado Civil del Concejo.

Contaba tan solo con 4 años de edad, cuando los esposos Rojas Silva deciden viajar a la costa, asentándose en el puerto del Callao, después de un largo y extenuante viaje, en este pueblo chalaco transcurre la infancia del niño Reynaldo, sucrense de nacimiento; y, chalaco de corazón. El Callao será su patria adoptiva del futuro Diácono que al evocar ese viaje dice; "El año 26, con mis hermanos mayores salimos de Sucre, siendo yo el menor, fue realmente maravilloso, admiré por primera vez la belleza de lugares, para mí desconocidos; ya en el Callao, conocer la inmensidad del mar, sus impresionantes olas, ver los barcos, es inolvidable".

Reynaldo Rojas, último hijo legítimo del matrimonio Rojas Silva creció bajo el modelo riguroso de su padre y la vida cristiana de suma generosa, que le prodigó los valores de caridad y el servicio a Dios.

Sus estudios tanto de primaria como de secundaria los realizó centros nacionales de educación del Callao, demostrando predisponibilidad y talento para el estudio, siendo un destacado alumno.

En su juventud se le despertó la afición por la electricidad adquiriendo el título de Técnico Electricista.

Trabajó en su oficio de electricista, por más de 40 años como contratista en la rama de la construcción civil, haciendo instalaciones eléctricas en grandes obras de colegios, fábricas y edificios de Lima Callao.

El 12 de octubre de 1943, a la edad de 21 años, contrae matrimonio con la señora Alodia Arévalo del Castillo, natural del Callao; de esta unión matrimonial tiene 6 hijos: Gloria, Teodoro, Elisa, Edit, Walt Rita, 25 nietos y 26 bisnietos.

En la década del 50, se traslada con su familia a un barrio marginal denominado San Martín de Porres, donde edifica su vivienda.

Este cambio de residencia es vital para el hermano Reynaldo; pues, le sirvió para consustanciarse con el pueblo emergente.

Pronto se convirtió en promotor y organizador de la comunidad en procura de los servicios indispensables para el pueblo inmediatamente y por sus dotes de dirigente vecinal fue elegido presidente de la comunidad para representarlo en las luchas que futuro distrito limeño venía sosteniendo en búsqueda de su progreso, paralelamente, ocupó el cargo de Tesorero de la Cooperativa Parroquial, cargo que desempeñó por 6 años consecutivos, siendo relación con la iglesia, la de un laico.

En 1963, forma parte de los grupos de formación y de vida cristiana organizada por la parroquia, su relación con la iglesia aún no muy fuerte.

En 1970, es elegido presidente de la agrupación de hombres dos Caballeros de la Santa Cruz.

Al poco tiempo, también fue nombrado presidente de la Coordinadora de los Grupos Apostólicos de la Comunidad Parroquial.

El 28 de julio el Concejo Municipal de San Martín de Porres lo distinguió con Diploma al Mérito por sus servicios prestados a la comuna.

Es en este año, dueño de una vasta experiencia y reconocimiento por parte de la comunidad civil y eclesiástica; maduro y taladrado por enseñanzas y consejos cristianos de su madre, Reynaldo, abre de par en par su corazón al servicio de la iglesia; y, sin vacilación, se decide estudiar en el programa de profundización cristiana para agentes pastorales. Estudió 4 años, después vino su preparación para el diaconado.

Desde ese momento su vida discurre entre los cargos asumidos, el estudio y las obligaciones de la iglesia, dando charlas sobre la realidad solo del distrito; sino, nacional y la difusión del Evangelio a través de Biblia.

A estas demandas se sumó otro, de urgente necesidad para el pueblo católico sanmartinense, la terminación del nuevo templo de la Santa Cruz, en cuya construcción, el electricista Reynaldo Rojas, tuvo dedicada participación.

El 20 de febrero de 1972, es distinguido con diploma de honor por servicios prestados a la Cooperativa Parroquial en su calidad de tesorero, por espacio de 6 años. Este mismo año, es elegido Delegado a Asamblea Episcopal Zonal, y en 1973, es delegado laico con representación en Lima a la XLII Asamblea Episcopal Perú designado por el Cardenal y Primado de la Iglesia Juan Landázuri Ricketts.

Al tercer año de estudios en el programa de profundización cristiana, con fecha 16 de julio de 1973, el religioso presenta su currículum a Monseñor Germán Schmits, solicitándole se le permita como aspirante a la Diaconía. En este documento dirigido al Monseñor además de expresarle su deseo para el que aspira, da cuenta de vocación cristiana, la misma que le viene de familia, según lo expresa en el primer párrafo de la solicitud en referencia, donde dice: ser hijo de padres católicos, contándose entre su familia a dos sacerdotes. La fa sacerdotal le viene por el lado materno, y se refiere al párroco Mercedes Merino, cura de Sucre por los años de 1877.

En este mismo documento, da una confesión, la que hace del postulante Reynaldo, ejemplo de verdad y entrega a la vida religiosa, cuando dice: "El llegar a mis hermanos, ver de cerca sus problemas, su desorientación y debilitamiento de su fe en el señor han hecho desarrollar en mí, deseo de ser cada vez más consciente y fuerte en mi compromiso con mis hermanos en Cristo".

El 7 de abril de 1974, a los 52 años de edad y después de un período de formación y profundización religiosa, en la escuela de preparación cristiana, es consagrado Diácono permanente, en la Basílica Central de fina por el Cardenal Juan Landazuri Ricketts. La ceremonia de reordenación del diaconado constituyó la Primera Promoción de Diáconos en la Iglesia del Perú.

La práctica del diaconado por la iglesia peruana, mereció la atención de todo el periodismo, la Revista 7 Días, suplemento del diario Prensa calificó a este hecho como un acto sin precedentes en nuestro país.

Entrevistados los consagrados por la Revista 7 Días, cada uno de los integrantes de la promoción de este primer diaconato que en total fueron 7, de ellos: seis peruanos y un español; el diácono Reynaldo Rojas definió al diaconado como un puente entre la jerarquía y la comunidad, para llegar a ella con más claridad y desempeñando una misión a favor de los más oprimidos; abogó por la eliminación del egoísmo del corazón de los hombres y opinó que, "mientras haya injusticia, habrá rechazo de Dios".

Ordenado de diácono, cargo que va más allá de ayudante de Sacerdote, puesto que, con su ordenación, quedó autorizado para ministrar los sacramentos, celebrar misas, entre otras responsabilidades espirituales. El diaconato para el hermano Reynaldo tiene además otra connotación, representa la coronación exitosa con el máximo grado de su carrera religiosa, es laurel y olivo de su vocación de a espiritual.

Su ordenación, impactó a nivel departamental y llenó de gozo a sus familiares; con tal motivo, su hermano mayor Teodoro le escribíó una carta desbordante de ternura y emoción.

Ya diácono continuó al frente de la Iglesia de la Santa Cruz templo donde se forjó y realizó su vocación, ejecutando una labor pastoral aprobada por la feligresía sanmartinense. Muy cercano templo, en la calle Arequipa N° 3324, se ubica su domicilio donde vivió con su buena esposa y sus 6 hijos.

Merced a una selección entre los diáconos permanentes de 1a arquidiócesis de Lima, participó en la Asamblea Regional de aporte a la Asamblea General del Episcopado Latino Americano de Puebla México.

En 1979, asistió a la Tercera Conferencia General del Episcopal Latino Americano en representación del diaconato de los países Bolivarianos: Perú, Bolivia, Ecuador, Bogotá, y Venezuela, realizada en Méjico.

En aquella oportunidad, se relacionó con mucha gente importante del mundo católico y conoció directamente a su Santidad el Papa Ju Pablo II, con cuya personalidad quedó gratamente impresionado.

Su presencia en la conferencia fue para llevar la voz de 5 países unidos en una misma fe, por una misma realidad, aquejados por 1a miseria y la injusticia, para mayor ilustración y por ser parte de su historia, transcribimos el mensaje que el hermano hiciera a ese cónclave.

"Hermanos, vengo de Lima, Perú, de un pueblo joven, San Martín Porres por ser Diácono, mi principal misión es formar comunidad cristiana, estoy inserto en un pueblo que realmente vive en pobreza y he querido dar mi voz, porque esa es mi promesa al partir de allá: ser la voz de los que no se le escucha.

Desgraciadamente, cuando el pueblo despierta a su realidad, que vive inmerso en la pobreza, la injusticia, la opresión, fruto de una sociedad de estructuras opresoras y se une para buscar que se le escuche y se le haga justicia, encuentra como respuesta la opresión, se les calumnia, se les califica de subversivos, de políticos y los que tienen el poder, usando este pretexto los matan. Lo he visto esto cara a cara, por eso les digo de todo corazón, no es una abra que se diga simplemente, porque se lea en los diarios y se repite o se habla porque sí; yo soy consciente de lo que digo, he visto como se trata, como se les sierra todas las puertas, como se les margina, ya no saben dónde voltear sus ojos, Y, principalmente mi voz, es esa voz de esperanza que ellos piden, traiga para ser expuesta aquí; solamente viven con ese anhelo en su corazón: Que en el encuentro de esta Tercera Conferencia Episcopal Latino Americana, pueda alimentar su esperanza de seguir viviendo, porque no se puede hablar de vida de cristo, no se puede hablar de amor cristiano, no se puede hablar de tantas situaciones de la iglesia, soslayando una realidad concreta, las masas, el pueblo mayoritario en Latinoamérica, vive postrado y no puede hablar porque si lo hace sabemos las consecuencias: su muerte.

Por eso, quiero dejar bien sentado este precedente, dejando para los teólogos, los peritos, que lo ubiquen donde quieran; pero, que no soslayen una realidad concreta que está viviendo Latino América.

Suplico a los señores obispos, tengan bastante apertura al amor, porque el pueblo sabe amar, lo estamos viendo aquí en Puebla, como se abre el corazón de los pobres para entregarnos su amor. En todos los pueblos de Latino América se vive igual, se ama; pero a veces, no sabemos amarlos".

Al igual que la ordenación de su diaconado, su presencia y participación en la Conferencia Episcopal de Puebla, fue muy mentada por los círculos religiosos e intelectuales del Perú; en Cajamarca, el escritor Carlos Burga Larrea, en su Diccionario Geográfico Cajamarca, edición de 1983, en la parte dedicada a Celendín, refiriéndose a este hecho histórico dice: "Consideramos dato histórico que 1979, el primer celendino que ha representado a su pueblo en un certamen religioso tan importante como Puebla (Méjico), es Reynaldo Rojas Silva como Diácono".

Después de una larga, prolija y agotadora labor evangelizado en la iglesia de la Santa Cruz del populoso distrito de San Martín Porres, el 19 de noviembre de 1986, solicitó al arzobispado de Lima conceda su cambio a la ciudad de Cajamarca. Solicitud que le fue aprobada el 24 de noviembre de 1986. La carta que lo autoriza es siguiente:

Lima 24 de Noviembre de 1986

Querido Reynaldo:

He recibido tu carta del pasado 19 y te expreso mi preocupación por tu salud, ojalá que esta estadía en Cajamarca, para lo cual te doy formalmente mi aprobación logre tu total y rápido restablecimiento, puedes estar seguro que así lo pido al señor.

Para la parroquia de la Santa Cruz, de San Martín de Porres, será la pérdida temporal de un valioso colaborador; pero el señor sabrá ayudarnos, y también en Cajamarca podrás trabajar para él.

Con estos sentimientos te renuevo mi afectuosa bendición.

Firma del Arzobispo Primado.

Trasladado a Cajamarca, después de una breve estadía en esa ciudad norteña, Monseñor José Dánmert Bellido le extendió constancia encargándole la administración de la Iglesia Matriz Isidro Labrador de Sucre, la misma que dice:

Credencial de Nombramiento

El obispo de la Diócesis de Cajamarca, autoriza al Diácono Reynaldo Rojas Silva, para que pueda ejercer su ministerio pastoral en Parroquia de Sucre, con todas las obligaciones y derechos que corresponde, para constancia firmo el presente, en Cajamarca a los14 días del mes de noviembre de mil novecientos ochenta y seis.

Firma José A. Dánmert Bellido
Obispo de Cajamarca

La encargatura de esta parroquia fue para el diácono, como un milagro; pues, le dio la oportunidad de regresar a su pueblo, deseo que permanecía subyacente en su corazón, sin poder decirlo, ni exteriorizarlo por más de medio siglo.

El 14 de noviembre, es una fecha inolvidable para el Hermano Reynaldo, por que marca el comienzo de una nueva etapa de su longeva vida y el retorno después de 60 años a su amada tierra.

El 28 de enero de 1987, en posesión de su nueva parroquia hace su primera celebración, en la cual pronunció una vibrante y emocionada homilía referida al reencuentro con su pueblo y regreso a su tierra luego de una larga ausencia; atrás quedaron, igual que su fresca juventud, los arreos de la agitada vida en la costa.

Se instaló en la casa parroquial, junto con su inseparable Alodia; periódicamente es visitado por sus hijos y nietos.

Su labor evangelizadora no pudo ser diferente a la de otros lugares, a donde llevó la palabra divina, en la comunidad sucrense su misión ecuménica resultó encomiable; pero mayor es su obra material adscrita al embellecimiento y conservación del templo, procurando que ese monumento, orgullo de muchas generaciones, se mantenga tal cual concibieron nuestros antepasados, sin alterar sus estructuras, su forma, ni cambiar los materiales predominantes de la región.

El 15 de noviembre de 1990, es distinguido con un diploma de honor por el alcalde Julio Horna Collantes, al conmemorarse el cincuenta aniversario de la ciudad de Sucre.

El 12 de mayo de 1994, a su edad de 72 años, inesperadamente sufre una peligrosa hemorragia cerebral, los médicos que lo atendieron: Filadelfo Horna Calla, Nelly Zegarra Marín y Domingo Gómez Sánchez, ordenaron su inmediato traslado a un hospital de Lima, siendo internado en el Hospital Militar, donde se recuperó y fue atendido por los doctores: Marco Antonio Castañeda y Linder Rojas.

Luego de 8 meses de dolorosa recuperación, regresa a Sucre, para cumplir con su labor pastoral al frente de su querida Parroquia San Isidro.

El año de 1996, invitado por su hija Rita, viaja a los Estados Unido de Norteamérica.

El 28 de diciembre de 1997, por límite de edad se retira de 1a iglesia, obviamente, con esa natural tristeza en el rostro; pero, con 1a satisfacción del deber cumplido en su corazón.

Una sentida Eucaristía, realizada el 20 de diciembre de 1997 marcó el corolario de su despedida, a la que asistieron los fieles de pueblo y alrededores.

En esta ceremonia religiosa, recibió testimonios de gratitud, se dio lectura a una carta del señor Pedro Marín Marín, quien exaltó lo valores y virtudes del señor Rojas, como religioso y sucrense. El profesor Walter Mariñas hizo una acertada biografía y por su parte el concejo municipal le entregó un diploma de honor en mérito a su destacada labor a favor de la iglesia y del pueblo de Sucre.

Para cumplir con su apostolado, el hermano Reynaldo, hizo de la carta a Timoteo su sable y su ara, en todos los actos de su vida es cumplidor y un hombre respetable, que durante su diaconado guardó el misterio de fe en conciencia limpia. Timoteo 3 - 8 y 9.

En 1998, viaja por unas cortas vacaciones al estado de Virginia en Estados Unidos.

En este hombre corpulento, ojos claros, de tez más bien blanca, de cabellos y bigotes canos, late un corazón antiguo, lleno de verdadera fe y santo entusiasmo.

EL CALLAO: OTRO MARCO GEOGRÁFICO SOCIAL
El hermano Reynaldo Rojas, es la resultante de la simbiosis de dos ámbitos disímiles; a tal punto que, uno es serrano, su ciudad natal, Sucre; y, otro, costeño y portuario; imperó la mayor influencia en su ser la segunda área, porque vivió su niñez y adolescencia en el Callao, ciudad que en los años 30, era pacata y predominantemente católica, según Luis Alberto Sánchez, muy entregada a la misa y a las fiestas religiosas.

La familia Rojas Silva, nuevos vecinos del puerto, no pudieron sustraerse a esa costumbre mística de los chalacos y en general de los costeños; que cada domingo, no desayunaban, sin antes, haber escuchado misa en la iglesia barrial, a la que acudían los hombres ataviados de un sobrio terno compuesto de pantalón, saco, chaleco y corbata y las mujeres, de velo y guantes de un mismo color.

No solamente el medio ambiente influyó en su vocación religiosa, agentes decisivos significaron, el ejemplo, la moral y el consejo recibido de su madre, una mujer formada dentro los parámetros de la religión católica.

En ese ambiente mojigato y la influencia maternal, fue cultivando su inclinación religiosa y su amor por los demás.

Su vocación por vestir el alba o casulla se abrió a una edad madura, a esa edad que no admite retrocesos; por eso, cuando el hermano Reynaldo decide vestir el blanco uniforme de diácono, lo hace con firmeza, convencido de que la labor pastoral será en adelante su actividad que le permitirá realizarse como hombre al servicio de la comunidad creyente; aunque esto le trajera, como seguramente le trajo, algunas desesperanzas y frustraciones.

VALORACION DE SU OBRA
La obra espiritual y material del hermano Rojas al servicio de iglesia católica, por casi medio siglo, es vasta y múltiple, su labor pastoral no se reduce solamente al trabajo de un ayudante o cercano colaborador de sacerdote, a él, se le encomendó la administración directa y exclusiva de las parroquias para las cuales prestó servicio pastorales.

El significado de su obra material en la iglesia de Sucre, valoriza testimonia el amor inmenso por su tierra, dice mucho de su inteligencia y enseña el respeto que se debe tener al trabajo y a la memoria de nuestros antepasados; así mismo, es el reflejo de su amplio conocimiento de lo que significa y representa para el pueblo de Sucre ese pequeño monumento perteneciente al clero.

Conocedor de la construcción y otros oficios adquiridos durante su juventud, se entregó con alma y corazón al cuidado, conservación y remozamiento del antiguo templo de San Isidro.

Demostrando talento y afición, con su natural parsimonia y pensamiento reflexivo, el hermano Reynaldo se alistó en 1989, a librar una difícil empresa, reparar la pared lateral izquierda del templo, averiada desde sus bases por la acción del tiempo, la lluvia y la humedad.

Para iniciar esta titánica obra, fue necesario formar un comité integrado por vecinos de reconocida catadura moral. El colectivo se formó bajo la denominación de Comité Pro Refacción del Templo y lo integraron los señores: Zenobio Rocha, Uriel Aliaga y Alindor Bobadilla, para el diácono se le reservó el cargo de asesor y director de la obra.

La obra demoró 2 años, de enero de 1988 a diciembre de 1989, y convocó la colaboración de todos los hijos residentes y no residentes de Sucre.

La refacción de esta pared, de 3 adobes antiguos de ancho, ha requerido de herramientas que por su antigüedad ya no existen y el hermano, tuvo que fabricarlas en forma especial, como es el caso de la lobera, cuyas medidas son obsoletas; su costo total alcanzó a 909 827,49 intis.

El material requerido fue de 11 658 adobes especiales, 65 bolsas de cemento, 47 bolsas de yeso y una considerable mano de obra; además, agregados de arena y piedra.

Al término de la obra el diácono entregó al Comité y a la comunidad una verdadera joya restaurada, fruto de su talento.

El trabajo fue tan perfecto que, perfectas quedaron la forma y la esencia de nuestro templo, todo esto, gracias a un hombre sucrense de verdad, porque solo los hombres de verdad, saben entender que los monumentos, como nuestra iglesia y su convento, son comunicación permanente de identidad cultural.

El significado de la obra integral del hermano Reynaldo Rojas Silva, es inasequible y será inmarcesible.


Del libro Personajes de la Historia Sucrense.

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