Por
Jorge Horna
¿Qué poseen Celendín y los hijos de este pueblo para
ser motivo recurrente en la novelística y cuentística peruana?
Tal vez hallarán alguna explicación quienes han nacido
en ese pueblo y son conscientes de la privilegiada configuración geográfica, el
hermoso paisaje natural y cultural; y quienes conocen Celendín y/o han labrado
amistad con sus habitantes, también encontrarán razones para desentrañar
aquella persistencia.
Ciro Alegría es el primer novelista que hace
referencias puntuales a los celendinos en sus obras. Este escritor indigenista
en su huida de la persecución política (fue militante aprista, después
renunció), estuvo de paso por Celendín, donde fue detenido y encarcelado por un
corto tiempo, posteriormente trasladado a cárceles de Cajamarca.
En La serpiente
de oro (Nascimento, 6ª. edición. Santiago de Chile.1949), consta: “…los
togados con los vestidos de dril almidonado que crujen al andar; los celendinos con sus listados ponchos de
lana, detenidos ante sus rimeros de percalas, sombreros, y baratijas…” (pág.
35).
“Los celendinos
extienden en los patios sus atados de mercaderías: colorean percalas, brillan
espejuelos y cuchillos, blanquean sombreros. Nada falta” (p. 113).
El la novela El
mundo es ancho y ajeno (Empresa Editora El Comercio S.A. Lima, 2005),
encontramos: “Los comuneros persiguieron a los gitanos, sin poder encontrar a
“Frontino”. Tiempo después, lo rescató mediante muchos trámites uno que fue a Celendín, para comprar sombreros de
paja.” (p. 240).
“El bandido comprendió inmediatamente la razón de la
belleza de la señorita del corredor. Esa mujer marchita, de hermosura en
ruinas, hacía presumir una espléndida juventud. Lo extraño resultaba su
casamiento con Zenobio. Él no sabía que este la enamoró en Celendín, donde hay mujeres muy hermosas…” (p. 338).
También en la novela Siempre hay caminos de Ciro Alegría, Candelario es un personaje
celendino.
Mario Vargas Llosa en su notable novela Conversación en La Catedral (Edit. Seix
Barral. Biblioteca Breve. Barcelona, 1983),
menciona a Celendín en el siguiente diálogo:
-Ya sé que Hipólito se portó muy mal- dijo el señor
Lozano-. Vamos a darle un puestecito para que se pudra en vida.
- ¿Y sabes dónde lo vamos a mandar? –se rió Ludovico-.
¡A Celendín!
El narrador Roberto Reyes Tarazona en el cuento “En
corral ajeno” incluido en su libro La
Torre y las Aves y otros cuentos (Fondo de Cultura Económica. Lima, 2002),
nomina a la Shilica como uno de los
personajes de este relato:
“Pero lo más atinado, si se tiene plata, según el
gordo, es ir a consultar a los “curiosos”. Y por entonces, especialmente la más
afamada de ellos, la Shilica, una
vieja con aura de infalible.” (p. 198).
“En las afueras del pueblo, en la dirección por donde
me dijeron se hallaba el “consultorio” de la Shilica, me senté en una pirca a recuperar el aliento.” (ídem).
Alfredo Bryce Echenique esboza un personaje celendino
(la Mama Rosa) en sus dos Antimemorias:
Permiso para
vivir (Lima.
PEISA, 1993): “…porque los indios no tienen edad y ella no parece india por lo
blanca que es, pero vino desde Cajamarca y nació en un pueblo llamado Celendín, de gente muy buena y
trabajadora y honrada. La Mama Rosa es muy blanca y como si fuera de la
familia. Tiene un dormitorio un poquito mejor que los demás…” (p. 268).
Continúa la mención a la Mama Rosa en las páginas 269
y 271 del mismo libro.
En Permiso para
sentir (Lima. PEISA, 2005), Bryce narra: “El periodista y escritor peruano
Alfredo Pita me acompañó en un lindo viaje a Cajamarca, con la única finalidad
de visitar Celendín, en el norte
andino del Perú, donde había nacido Rosa Bazán, la Mama Rosa que me crió…” (…)
“A las diez de
la noche dejaba de funcionar el motor eléctrico. Celendín se apagaba por completo y, por decirlo de alguna manera,
sus hombres de letras y sus intelectuales desaparecían en las tinieblas. Toda
una vida así. Toda una vida de encuentros en la plaza de armas, de cervezas
conversadas, de escasa o nula animación cultural, pero toda una vida también de
bondad, como la del maestro Mime, con quien hice una de esas grandes amistades
que parecen eternas.” (…) “He sabido de él. Allá sigue, en Celendín, donde me imagino que el motor de la luz se sigue apagando
a las diez en punto de la noche.” (p. 445).
Einar Pereira, en su novela Celendín, tablero de ajedrez (Lima. Láser Producciones, 2004),
recurre a datos históricos de la fundación de Celendín para estructurar el
contenido argumental.
En la novela Sangre
de hermanos (Editorial Planeta. Lima, 2008) de Ignacio López-Merino, uno de sus protagonistas, Eleuterio Gómez “El
zarco”, es un celendino hijo de terrateniente, que huye a Lima, de los odios de
su familia y se enrola al Ejército para combatir junto al mariscal Cáceres
contra las tropas chilenas invasoras.
Como no podía ser de otro modo, los narradores
celendinos clásicos David Sánchez Infante, Alfonso Peláez, Nazario Chávez,
Julio Garrido, Pedro García “El Búho”, Jorge Díaz Herrera, dan cuenta de personajes y ambientes de su
terruño. En esa misma línea también están Manuel Sánchez Aliaga, Arquímedes
Chávez, Elmer Chávez, y dos promisores y talentosos narradores: José Luis
Aliaga Pereira, Jorge Antonio Chávez Silva, ambos ya han publicado sus primeros
libros.
Alfredo Pita Chávez, escritor galardonado, en uno de
los cuentos de su libro Mourituri,
hace referencias constantes a Celendín bajo el vocablo histórico Villamalia
(antiguo y primigenio nombre de Celendín), y en el entretejido de sus cuentos
surge la atmósfera y espacio telúrico donde él nació y vivió su infancia.
El narrador liberteño Gilberto Alvarado, publicó el
cuento Shillica (Arteidea Revista de
Cultura No. 11. Lima, 2007); aquí un extracto:
“La invité al Bambú,
una cafetería de Belén. Los cafés fueron servidos con tamales, y después un
tinto dulce entonaron los ánimos. Entonces supe que era de Celendín ‘una shillica
auténtica’, me dije espaciando la mirada en su cabello negro, liso, peinado
con raya al medio…”
Hipocampo Editores el año 2008 publicó el libro Historias de Shilico el Escribidor y otros
cuentos del narrador tarmeño Blas
Puente Baldoceda.
Manuel Guerra Velásquez, narrador oriundo de la ciudad
de Cajamarca y de ascendencia celendina, ha publicado la novela Trasiegos
(Editorial Horizonte, 2013). Varios capítulos de este libro están ambientados
en el referido espacio geográfico y los personajes responden a la idiosincrasia
local.
Jorge Horna
Chávez.
Nacido en Celendín.
Profesor de Educación Primaria. Ha publicado varios
poemarios.
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