Tito Zegarra Marín.
En el 157 aniversario de
Celendín y a menos de dos años de conmemorarse el Bicentenario de la gesta de
la independencia del Perú (1821), tenemos la obligación moral y cívica de poner
en alto la figura del prócer celendino Juan Basilio Cortegana, distinguido
militar en el grado de coronel, vencedor en las batallas de Junín y Ayacucho,
artífice de una proficua obra sobre la Historia del Perú y cogestor de la
creación de Celendín como provincia.
Mucho que decir al
respecto, pero en este aniversario celendino y ya cerca del Bicentenario, permítame
hacer una breve evaluación socioeconómica de nuestra provincia, en lo relativo
a su aspecto demográfico, servicios básicos y obras de importancia ejecutadas; también,
de proyectos que siendo fundamentales se dejaron de hacer y que quisiéramos verlos
listos o en proceso, para tan magna fecha. En ese propósito, hemos recurrido a
datos, informes y análisis que provienen de mi propia observación y/o han sido
tomados de algunas fuentes primarias, a las que trato de articular. Veamos:
Celendín, como provincia,
hasta la primera década del presente siglo tuvo un crecimiento poblacional
positivo, con una tasa de 0.1%, por ello y según censo del 2007 registramos una
población de 88,508 habitantes; pero 10 años después y conforme al censo 2017, dicha
población cae a 79,084, debido, en lo fundamental, a la constante migración a
las grandes y medianas ciudades, casi obligados por las dificultades
productivas en el campo y la carencia de fuentes de trabajo. Sin embargo, en el distrito Celendín se dio un
interesante crecimiento: de 24,508 pobladores (censo 2007) subió a 26,925 (censo
2017), siendo la ciudad celendina la que concentra mayor población: 19,809
habitantes, con una tasa de crecimiento de 0.2%.
En el aspecto educativo, este
servicio se ha extendido por toda la provincia y es posible que casi el 100 %
de la niñez esté estudiando en los niveles de inicial y primaria. Actualmente
se tiene 687 instituciones educativas urbano-rurales, en la que laboran 2153
docentes y estudian 26,948 alumnos en las modalidades de básica regular,
alternativa y superior no universitaria. También tenemos una filial de la
Universidad Nacional de Cajamarca con dos carreras profesionales: Ingeniería
Ambiental e Ingeniería Sanitaria, en las que estudian alrededor de 450 alumnos.
La cobertura educativa en la provincia, en ese sentido, es alta, pero se han detectado
brechas en la continuidad escolar, equipamiento didáctico y la calidad de la
misma, sobre todo en el nivel primaria y secundaria.
Algo se ha hecho en el
campo de la salud, pues ya se cuenta con puestos de salud en todos los distritos
y algunos centros poblados y caseríos, pero ello no es suficiente para una
población rural alta, en total son 49 puestos de salud donde laboran 156 profesionales
y otros. En la ciudad de Celendín se tiene al Hospital de Atención General (DIRESA
Cajamarca) con 113 profesionales y otros (9 son médicos) y al Seguro Integral
de Salud (EsSalud), con 23 profesionales y otros (2 son médicos). Sin embargo,
estas 2 dependencias de salud tienen severas limitaciones en cuanto a
infraestructura, carencia de especialistas y equipamiento, por lo que se clama
un nuevo hospital para Celendín; los
puestos de salud, igualmente, requieren de mayor apoyo en personal y
equipamiento.
En lo referente a
infraestructura física, hay logros realmente importantes que se han ejecutado en las tres últimas décadas: la carretera
asfaltada Cajamarca-Celendín; la red de carreteras en regular estado al
interior de la provincia; el asfaltado tipo bicapa de Celendín a Balsas y
Leymebamba; la pavimentación de avenidas y calles de la ciudad celendina; el
local del mercado central, moderno y funcional; el coliseo multiusos, amplio y
presentable aunque con dificultades acústicas;
la reconstruida
Iglesia de la Purísima Concepción; el local de la institución emblemática Coronel Cortegana,
moderno y espacioso; la plazuela La Alameda adecuadamente remodelada; la
planta y laguna de oxidación de aguas servidas; la captación y canalización del
agua del manantial La Quesera y la nueva red de agua potable y alcantarillado; entre los más relevantes.
De igual manera, el
servicio de energía eléctrica se ha extendido al área rural de toda la
provincia, abarcando a más del 90 % de hogares, gracias a lo cual también
disponen de señales de radio, Tv e internet (limitado), y telefonía celular; con
lo cual se han mejorado notablemente las comunicaciones. Algo similar se viene
dando en el servicio de agua doméstica en la zona rural, pues la gran mayoría
de hogares cuentan con agua entubada que, al ser tratada, es apta para el
consumo. Todo lo señalado, testimonia un considerable avance en la ciudad
celendina y en menor medida en el área rural.
Pero hay algo que
preocupa y exige tenerlo como prioridad uno. Se trata de la economía provincial,
quizá lo más importante, donde muy poco se ha hecho y mínimamente se ha avanzado,
sobre todo en el objetivo de mejorar los ingresos y el bienestar de las
familias. La zona rural, que concentra al 75% de la población y que se dedica
mayoritariamente a la agricultura, se encuentra casi abandonada sin la presencia
efectiva del Estado y sin inversiones productivas que realmente impacten y
muevan esa línea, (ojo, digo productivas). A lo que hay que agregar, las
dificultades naturales que enfrenta: terrenos accidentados, poquísima agua para
regadío y clima imprevisible y adverso, amén de los altos costos de producción
y un mercado competitivo.
Ante esa realidad, un
sector importante ha optado por impulsar la ganadería lechera como actividad casi
segura para hacerse de algunos soles, no obstante, el bajísimo precio que por
litro de leche pagan las empresas Nestlé y Gloria y los productores de quesillo
y queso. De las más o menos 20 mil familias que existen en la provincia,
alrededor de 2 mil se dedican a la producción (pequeña y mediana) de leche; de
ellas, solo el 10%, como medianos ganaderos, tienen algo de ganancia. Son pues
mínimas las mejoras económicas en el campo, por ello no debe sorprendernos que nuestra
provincia al igual que la región Cajamarca, continúen en situación de pobreza y
pobreza extrema, con cerca del 40% y 14%, respectivamente.
Entre otras actividades económicas
limitadamente productivas y que generan poquísimos puestos de trabajo, destacan
las siguientes: preparación de pan y derivados, confección de sombreros de paja
bombonaje, producción de chocolate con cacao de la zona y producción de queso y
quesillo. Todas aún pequeñas, artesanales y en proceso de industrializarse, pero
de importante significación para Celendín. Al lado de ellas, se encuentran el
comercio formal e informal, los trabajos temporales en construcción, trabajos
en hogar y servicios varios, la empleocracia activa e inactiva, la docencia y
demás labores especializadas, la preparación de material de construcción y
trabajos en transportes a nivel local y externo, y otros. La gran mayoría de estas actividades son rutinarias,
giran alrededor del ámbito familiar y muy pocas logran capitalizarse.
Lo descrito en los
últimos párrafos no deja de ser verdad. Pero tampoco deja de ser verdad que Celendín
ha avanzado y alcanzado importante desarrollo sociocultural, y que progresa y
se agranda, a pesar del corto periodo de decrecimiento poblacional y la
precaria situación económica de familias del área rural. Creo sí, que podría
haberse hecho algo o mucho más, sobre todo, en aquellas áreas llamadas a empujar
el desarrollo de la economía y a mejorar calidad de vida. En ese sentido, considero
que en el área rural hay dos cosas por hacer (no únicas): la reactivación del
canal de regadío Sendamal-El Toro y la construcción de pequeñas presas para
agua de regadío.
Y en la ciudad, reitero, tenemos
el privilegio de contar con un plano envidiable delineado por avenidas y calles
simétricamente armoniosas. Nos faltó sí, conservar la forma tradicional externa
de sus viviendas del centro histórico o de sus dos avenidas principales. Aun
así, Celendín agrada e incita a vivir y visitarla, y está llamada a ser un polo
atractivo del turismo (de paso y receptivo), como factor importante de apoyo a
la economía. Pero para ello es indispensable recuperar y acondicionar al Mirador
San Isidro, con escalinatas de piedra, descansos y basureros ecológicos,
arborizado y con jardines y totalmente cercado con rejas de fierro. Así mismo
modo, convertir al Jirón 2 de mayo (Plaza de Armas-Marcelino Gonzales) en
exclusivamente peatonal, con piso de piedra de la zona, sin postes, cableado
subterráneo, construcciones solo de dos pisos, puertas y balcones de madera,
techo de teja tradicional o andina, letreros uniformes, flores naturales en los
balcones y otros.
*Artículo publicado en la
revista “Oígaste” de Celendín, setiembre 2019
Solitaria
y hermosa capillita en algún rincón de la provincia Celendín.
A los dos
primeros que acierten el lugar en que se encuentra les obsequio mi último
libro.
Caxamarca-Chachapoyas: Nexos
Sociohistóricos Respuestas: por este medio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario