Por Tito Zegarra Marín.
Año nefasto y de incertidumbre el 2020 que,
entre tantos daños, dejó a Celendín sin su tradicional feria en honor a la
Virgen del Carmen. Ausencia ésta, que me lleva a reflexionar sobre lo mucho que
significa para las familias celendinas y para nuestra ciudad en la que vivimos.
A la feria del Carmen, llegan entre 6 a 7
mil visitantes, casi todos celendinos, amigos y pocos turistas que, de alguna forma,
generan un impacto social y económico favorable a la provincia. En primer lugar,
realza el homenaje a la Virgen del Carmen, alegra el ambiente festivo, propicia
reencuentros familiares y amicales, y revive sentimientos para siempre
recordar a la tierra querida. En segundo lugar, inyecta algo de dinero a la economía
de muchos hogares (pobres y no pobres), que se traduce en soles que circulan
por las manos de quienes dan algún servicio, venden sus pocos productos,
organizan actividades y otras.
a) Conversión
de la calle Dos de Mayo en exclusivamente peatonal, desde la Plaza de Armas
hasta el jirón Marcelino Gonzáles. Lo cual implica: piso de loza o piedra de la
zona, sin postes, cableado subterráneo, puertas y balcones de madera, paredes y
letreros de un solo color, techo de teja andina, casas de no más de 2 pisos
(Incluso las reconstruidas). A propósito, da pena y rabia que se haya permitido
levantar un armatoste horroroso de cemento y fierro de 7 pisos al costado del
Banco de la Nación y una mole de lunas al otro extremo.
b)
Recuperación y remodelación de la colina San Isidro. Este mirador natural, tan
cercano y bien ubicado está convertido en un botadero y en tierra de nadie.
Tiene razón el amigo Ulises Linares al exigir su intangibilidad y tuvo muchísima
razón el recordado maestro y escritor Alfonso Peláez, al protestar y exigir, en
su boletín “Café al Paso”, que no se destruya ni deprede la colina. Y era
cierto, un detestable boquerón del que se sacaba arena está a la vista. Por
ello urge recuperarla: rodearla de cerco de fierro, abrir accesos peatonales de
piedra, arborizar las cercas, áreas verdes y jardines, descansos y basureros ecológicos,
esculturas históricas y otros.
Me gustaría, digo, que las actuales
autoridades edilicias y las potenciales, visiten la ciudad de Chachapoyas para
que vean y valoren la prestancia y hermosura de su calle principal Amazonas,
realmente admirable y factor de atracción turística. Sueño que las futuras
generaciones, ya con corazón celendino, rescaten nuestro pasado arquitectónico.
*Artículo
publicado en el Nuevo Diario de Cajamarca el 28-7-2020
Calle 2 de Mayo, Celendín |
Calle Amazonas, Chachapoyas |
Tito: felicitaciones por tu preocupación por rescatar de Celendín para que no pierda su autenticidad y que hermosa y efectiva comparación que haces entre la calle principal de Celendín, con la calle principal de Chachapoyas a la cual he tenido el privilegio de conocer, existe una diferencia abismal, ojalá que la autoridad edil actual frene esta depredación, tarea que tienen que asumir las autoridades venideras para que no pierda su belleza, espero que este aporte importante que estás dando sea tomado en cuenta por quienes asuman el destino de Celendín; un abrazo Cástulo Aliaga
ResponderBorrarExcelente artículo de opinión donde se denuncia las malas prácticas ciudadanas. Celendín, bella ciudad andina está transformándose tan solo por el afán de ser una ciudad dizque moderna, sin saber que los shilicos están haciendo el peor daño a tan bella ciudad. Es sabido que los shilicos son alienados, por ello, están perdiendo su identidad y desechando lo bueno que tiene para adoptar costumbres ajenas.
ResponderBorrarOjalá, que con esta excelente critica publicada por Tito Zegarra Marín tomen conciencia del daño que hacen al ornato tradicional de la ciudad, porque es sabido que los pueblos que mantienen sus costumbres son los que reciben un turismo permanente.
Bien Tito, sigue adelante denunciando las malas prácticas de los shilicos.