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jueves, 18 de marzo de 2010

Ciro Alegría: Centenario del Nacimiento


4 de noviembre 1909 – 4 de noviembre 2010

Por Dora Varona

Ciro Alegría fue un hombre bueno, perito en el arte de escribir, maestro sobresaliente y ejemplar en el dominio del idioma con el que describió personajes y situaciones que elevó a la categoría de inmortales.

Ciro Alegría vivió y reveló, íntima y amorosamente, las realidades de su tierra y de otras de América en que le tocó vivir. Con su arte de magnifico narrador describió el mundo al que pertenecía, con la más señera voz americana. Voz que asciende hacia lo humanamente universal.

A través de la amplitud de sus concepciones literarias Ciro Alegría se nos revela como servidor de la cultura, combatiente incansable por la libertad, un preconizador de la democracia y opositor acérrimo de tiranos y déspotas.

Ciro Alegría consideraba que el mundo libre con el que soñamos no podrá existir mientras mantengamos situaciones que envuelven privilegios y conflictos de castas y razas.

Y para terminar este breve resumen de la vida de Ciro Alegría, diremos como Benito Castro ante la muerte de Rosendo Maqui, que “Su espíritu anima todavía este mundo, sin duda se yergue hasta la cumbre de Rumi y que por él queremos más a la tierra y a los hijos de la tierra, invictos a pesar de todo”.

Ciro Alegría y la protesta social

“Yo nací arriba, en un pueblito de los Andes. Mi padre era carpintero y me mando a la escuela. Hasta segundo año de primaria, era todo lo que había. Tuve suerte de nacer en el pueblo. Los niños de campo se quedaban sin escuela. Fuera de su carpintería, mi padre tenía un terrenito al lado del pueblo, pasando la quebrada. Lo cultivaba mi padre también con la ayuda de algunos indios a los que pagaba en plata o con obritas de carpintería: que el cabo de una lampa o un hacha, que una mesita, en fin. Desde un extremo del corredor de mi casa, veíamos amarillear el trigo, verdear el maíz, azulear las habas en nuestra pequeña tierra. Daba gusto. Con la comida y la carpintería, teníamos bastante, considerando la pobreza. A causa de tener algo y también por su carácter, mi padre no agachaba la cabeza ante nadie. Su banco de carpintero estaba en el corredor de la casa, dando a la calle. Pasaba el alcalde “Buenos días señor” decía mi padre y se acabó. Pasaba el sub-prefecto. “Buenos días” y asunto concluido. Pasaba el alférez de gendarmes. “Buenos días, alférez” y nada más. Pasaba el juez y lo mismo. Así era mi padre con los mandones. Ellos hubieran querido que les tuviera miedo o les pidiese o debiera algo. Se acostumbran a todo eso los que mandan. Mi padre les disgustaba. Y no acababa ahí la cosa. De repente venía la gente del pueblo, ya sea indios, cholos o blancos pobres. De a diez, de a veinte o también en poblada llegaban. “Don Calixto, encabécenos para hacer este reclamo”. Mi padre se llamaba Calixto. Oía de lo que se trataba, si le parecía bien aceptada y salía a la cabeza de la gente, que daba vivas y metía harta bulla para hacer el reclamo. Hablaba con buena palabra. A veces hacia ganar a los reclamadores y otras perdía, pero el pueblo siempre le tenía confianza. Abuso que se cometía, ahí estaba mi padre para reclamar al frente de los perjudicados. Las autoridades y los ricos del pueblo, dueños de haciendas y fundos, le tenían echado el ojo para partirlo en la primera ocasión…”

Fragmento de la novela Lázaro. Editorial Losada, Buenos Aires, 1972.

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Opiniones:

“Como ha sido bien observado por la crítica, Ciro Alegría no escribe novelas de tesis. Su mensaje es muy simple y trabaja en profundidad. Aparentemente menos agresivo que Jorge Icaza, Alcides Arguedas o Miguel Ángel Asturias, el novelista peruano no grita pero convence. Su estilo sobrio, sensible e intenso, parece hallarse cómodo junto al alma del indio, cuya fuerza poética logra trasmitir en una inusual proeza de simpatía”.
Mario Benedetti. (Premio Cervantes) Uruguay.

“Nosotros debemos a Ciro Alegría, como escritor que se ocupó del indígena, de la salud de la vida de los indios y de sus costumbres, el sentirnos nosotros. Nos ha ayudado a encontrarnos a los latinoamericanos que, creo yo, es el papel más importante de la literatura en estos momentos, y a poder contribuir a la cultura del mundo.
Miguel Ángel Asturias. (Premio nobel). Guatemala.

"Me dejó usted, Ciro, esa alegría particular de ver y tocar a un creador… Alabado sea Dios que lo hizo así, en chorro autónomo de sabia o en puñado de levadura sin frangoyo”.

Gabriela Mistral (Premio Novel) Chile.

"´Puede afirmarse que el primer novelista con real vigencia e influencia en mi país fue Ciro Alegría y el primero que trata vastamente y con originalidad el tema peruano".
José María Arguedas, Perú.


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