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lunes, 22 de marzo de 2010

A mi Quintilla


Hoy, 22 de marzo, se celebra el Día Mundial del Agua, un bien fundamental para la vida. Para que los grupos humanos y los ecosistemas puedan prosperar debe estar al alcance de todos y no estar contaminada. Por eso este año el lema de esta efeméride es "Agua limpia para un mundo sano".

El agua es esencial para la vida. La cantidad de agua dulce existente en la tierra es limitada, y su calidad está sometida a una presión constante. La conservación de la calidad del agua dulce es importante para el suministro de agua de bebida, la producción de alimentos y el uso recreativo. La calidad del agua puede verse comprometida por la presencia de agentes infecciosos, productos químicos tóxicos o radiaciones.

Distintas asociaciones, como Ecologistas en Acción, tratan de aprovechar esta fecha para llamar la atención sobre el estado de abandono en el que se encuentran nuestros cauces y riberas, en los que las diferentes administraciones siguen permitiendo amenazas como el urbanismo o los vertidos.

Don José del Carmen en la Procesión de San Isidro Labrador.

La Asociación MUS se suma a esta celebración presentando un fragmento del artículo escrito por señor José del Carmen Zegarra con el seudónimo de SHUCAQUE, dos meses antes de morir, quien en vida fue Alcalde del Distrito de Sucre, Presidente del deportivo SIL y fiel devoto de nuestro Patrón San Isidro Labrador.

A MI QUINTILLA

Por SHUCAQUE


La Quintilla.
“Que imperecederos tengo impresos en el libro de mi vida. Empiezo guiado por ese sublime pedazo de masa cerebral o computadora que la madre naturaleza nos brinda; veo en una de sus hermosas páginas al longevo camino hacia la Quintilla, que al terminar el barrio la toma, empiezo a recorrer el tramo que separa la ciudad con este hermoso paraje, veo un riachuelo de cristalinas aguas, hay un puente arqueado de piedra que te hablan con mucho lenguaje de la artesanas manos de algún huauqueño que cincel y combo en mano las talló tal vez remojándolas con el sudor de su frente y porque no, con un poco de salvia de color verdusco con sabor a bolo.

 Sigo el tramo llego a Rume Rume, mis descalzos pies empiezan a sentir el flagelo de la escabrosa ruta. Mi débil vitalidad de niño no se doblega, con mi tirajebe, horcón de morocho al cuello y mi raido ponchito al hombro sigo adelante, llego a los amarillos me detengo, miro hacia la quebrada, hermosos bosques de tiernos eucaliptos, montes de zarzamoras, cucharillas, quiebra cántaros, morochos, shirajes, etc., etc., adornan este sito.

Se ve también los molinos de ño Pancho Sánchez, de ño Mariano Aliaga, de ño Julio Mayer y de ño Julio Borera, y el estruendo de las caídas de las aguas del río cuesta abajo complementan esta hermosa vista; sigo caminando llego a la mala muerte, mi temor infantil me sobrecoge y me obliga a hacer la señal de la cruz, rezo un Padre Nuestro y este ritual me acompaña el misterioso canto del huicuco, los raudos cantos de los quendes, de los pishgos, de los turriches, de las santas ruchas y el clásico sonido de los ushunes.

Viejo Molino.
Continúo caminando, las piedras cual rústicos escalones empiezan a foguearse por los rayos del sol y con la ávida sed empiezan a beber en cálido gozo una a una el sudor de mis caldeados pies y algunas gotas de que caen de mi frente; me sigue acompañando el enigmático canto del huicuco, mi tierno ser empieza a experimentar una absoluta y envolvedora paz, pongo mi poncho en una piedra grande, me siento con vista a mi Huauco adorado, veo sus casas con su típico tejado, en algunas de ellas se ve salir el humo de las cocinas, se ven sus calle y acequias empedradas, cuyos trazos lo hicieron autodidactas arquitectos huauqueños, contemplo estupefacto su hermosa campiña con sus sauces llorones, sauces canasta, eucaliptos, algunos capulíes y varias chacras de maíz. Mi potente visión de niño capta por doquier, ganado vacuno, caballar y ovino.

Mis agudos oídos escuchan a lo lejos los alegres chillidos de cholitos de juegan al fútbol con su pelota de trapo, en Shingo Tiana y el Viejo Corral, a otros nadando chuculdún, chuculdún todo ciprallas, en la poza de ña Eusebia, en la poza Brava, en el Codo y en el Puente de en Medio, tirándose las famosas lisas, aunque se mueran tiritando de frío, bajo la custodia del famoso Huashac, de las lajas, del Huishquimuna y del Lanchepata. Me quedo absorto de tanta belleza y digo para mis adentros, El Hacedor logró realizar en este rinconcito el cuadro natural más lindo que en ningún otro lugar del mundo podrá repetirse. Mi humilde ser de “sacha pintor” se queda espichao y agradece infinitamente por tan hermoso regalo.

Después de asimilar mi regocijo y luego de un reparador descanso sigo adelante, me acompaña el suave murmullo de la poco agua que corre camino abajo. Llego al manantial, mis ojos contemplan el natural parir de la grieta de la roca de ese puro y cristalino líquido que da vida en forma general a todo lo que mora y crece en nuestro Huauco querido. Me shuituro saco mi sombrero lo lleno su copa y bebo esa delicia de agua que premia y calma mi sed. Alzo mis ojos al cielo y con la pureza de mi alma de niño le hablo al Señor: ¡Dios mío! Cuán grande eres, al prodigar de este sublime elemento a mi tierra bendita y a aquellos forasteros que tienen la ocasión de pasar por este lugar y se detienen para mitigar su sed, sin darle tal vez el valor necesario, ni ponerse a meditar sobre este invalorable regalo de la naturaleza que nace incansable de la vulva natural de la Quintilla. Doy unos pasos, miro a mi rededor contemplo un hermoso bosque de Chuñigues, láluches, alisos, lanches, suros, helechos, las infaltables cauchas como también bastantes chapras.
Manantial de la Quintilla.

De rato en rato silba el viento, el canto del huicuco se deja escuchar, algunas águilas vuelan en el cielo, como también algunos cernícalos y bandadas de pachaloros, se percibe el olor clásico del meao de zorrillo, y no deja de escucharse el acostumbrado guageo de los moradores de las alturas: ¡Don Artemioooo, don Artemioooo, sus toros y ovejas están haciendo daño en la chacra de don Melque gringooo! Sácalo, sácalo hijo por el amor de Dios…”
La Poza Brava

Fuente: Revisa el Labrador , año 2001.(Fragmento).

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