Por: Homero Bazán Zurita.
Nuestro buen amigo
Tito Zegarra, Director de «El Labrador», me solicitó escribir para esta ya
periódica Revista sucrense, un artículo relacionado a mi campo profesional: la
Ecología o estudio del medio ambiente. En un comienzo pensé en dar a conocer
algunas experiencias sobre la relación que debe haber entre el crecimiento
económico y la conservación de nuestros recursos y nuestro entorno en general;
más luego, recordando a la tierra de mi padre, Tarsicio Bazán Zegarra, y de mis
ancestros por esta línea, y haciendo memoria de muchos recuerdos de infancia,
adolescencia y juventud (al decir de León Tolstoi) en el antiguo Huauco, pensé,
mejor, en comentar sobre una aproximación especial al medio ambiente de Sucre.
Nuevos conceptos
ambientales nos explican que el ambiente no es sólo la descripción de los
paisajes geográficos, sino también comprende los aspectos sociales, económicos
y culturales de las poblaciones humanas que habitan tales espacios. Es la
ciencia de las interrelaciones de los seres vivos, de los humanos y la
naturaleza. Y el espacio de Sucre, como el de muchos hermosos pueblos de
nuestro vasto Perú, conserva, todavía y afortunadamente, un entorno bucólico en
donde prevalecen la naturaleza y el humanismo, y donde el hombre (y la mujer)
forman parte de la primera. No hay una cultura de dominio, sino de solidaridad
de las generaciones presentes con las futuras, y la necesidad de un desarrollo
social que se basa en una relación humana con la tierra. Al principio director
de las economías actuales (denominadas «economías de caudal») de maximización
de los flujos: volúmenes de producción, beneficios e ingresos - dando prioridad
a la productividad de la naturaleza -se le antepone, más bien, el del principio
diferente de aumentar la eficacia del trabajo, al mismo tiempo que se preservan
los recursos.
Los valores de la
amistad franca, de la solidaridad, del compañerismo y de la familiaridad son de
uso diario. ¿Acaso no la mayoría de hombres y mujeres sucrenses se trata y
aprecia con las expresiones sinceras y dulces de «cumpitas» y»cumitas»,
«manitos» y «manitas», «primitos» y «primitas», o «tiítos y tiítas»?. El
respeto a la familia y a los mayores es un valor acendrado que se cumple, no
como una tradición conservadora, sino como un ejercicio de una conciencia que
valora al núcleo familiar y al hogar, y a los ancianos y ancianas como verdaderos
patriarcas y matriarcas del pueblo, muchos de ellos legendarios como las Úrsula
Iguarán y los José Aureliano del Macondo de García Márquez. Persiste aún el
espíritu comunal, y se practican las acciones recíprocas de ayuda y apoyo en el
trabajo familiar o comunitario, en el campo como en la ciudad, bajo el aforismo
de «sembrar juntos hoy para cosechar juntos mañana», que implica responsabilidad
equitativa en las necesidades de todos y en todas las necesidades.
La gente de Sucre con
su trabajo, su hombría (y hembría, si se me permite el neologismo) de bien, su
espíritu aventurero, su inquietud viajera, han dado a Sucre el sello de un
pueblo de inteligentes y buenas mozas que honran a su lar natal en los muchos
lugares donde viven y trabajan.
Los sucrenses quieren
a su tierra y a sus recursos, en una relación hombre-naturaleza muy profunda, y
hacen uso de ella con racionalidad y respeto, sin romper sus ciclos vitales. La
Tierra tiene un significado de Madre y Maestra, y tiene un valor de
prodigalidad y de fuerza tutelar. El usufructo de los recursos se hace con el
tesón cotidiano de hombres y mujeres, con tecnologías propias y también
modernas, pero sin caer en el facilismo de la aplicación de técnicas puramente químicas,
tecnologías sofisticadas y dependientes, u otras que erosionan al ambiente. No
hay historia de graves actividades de depredación, de transformación negativa
de ecosistemas nativos o de destrucción irreversible de equilibrios naturales.
No quiero dar la
impresión de que Sucre es un paraíso terrenal. Hay pobreza, hay analfabetismo,
hay servicios básicos que deben ser mejorados; hay que arreglar y aumentar la
infraestructura vial, la de salud y la escolar; hay que hacer más justas las
relaciones comerciales; le faltan recursos económicos para lograr y completar
sus principales proyectos y anhelos de desarrollo. Los datos adjuntos nos dan
cuenta de algunas de estas carencias.
Pero Sucre, de noble
origen lusitano, de apacible existir, amada por sus hijos como un gran hogar
común, que mantiene su identidad cultural y ambiental, es un pueblo de paz y
trabajo, que busca mejorar sus condiciones de vida y la solución a sus muchos
problemas y la construcción de un futuro mejor para aquéllos que se afincan en
el terruño natal.
Parafraseando un comentario
del libro «Cajamarca, Patrimonio Histórico y Cultural de las Américas», sirvan
estas palabras sueltas para una valoración del añoso Huauco, como un ambiente
geográfico y humano propicio para la contemplación, pero también para la vida y
el desarrollo de su comunidad.
De la revista el Labrador mayo 1995.
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