El 5 de
junio de 1972 se inauguró la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio
Ambiente Humano, la primera vez que a nivel mundial se manifestaba
la preocupación por la problemática ambiental global y el primero de los
grandes eventos organizados por Naciones Unidas para abordar dicha
problemática.
Para
conmemorar tan extraordinario acontecimiento, desde 1973 se viene celebrando,
cada 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente, uno de los primeros
instrumentos concebidos, como indica el PNUMA (Programa
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, creado también en 1972 http://www.unep.org/wed/index.asp) para "estimular la
concienciación sobre el ambiente a nivel mundial, además de promover la
atención y acción política".
Educadores
por la sostenibilidad venimos sumándonos a dicha celebración desde que en 2005
se puso en marcha la Década de la educación por un futuro sostenible.
Una celebración que no es concebida como ritual festivo, sino como ocasión de
recapitulación, de revisión de lo realizado y, sobre todo, de impulso de nuevas
acciones para intentar frenar el proceso de degradación socioambiental y sentar
las bases de un futuro sostenible (en http://www.unep.org/spanish/wed/celebrate/ se pueden encontrar múltiples
actividades para la celebración de este año 2011).
2011
constituye un año crucial en esta confrontación entre degradación y remediación
medio ambiental (entendiendo lo ambiental en su sentido más amplio de Medio
Ambiente Humano) y reclama, más que nunca, la implicación ciudadana para que el
interés común en una perspectiva sostenible se superponga a miopes intereses
particulares a corto plazo.
Así,
mientras 2011 ha sido declarado Año Internacional de los Bosques con el
objetivo de promover la acción internacional para la conservación y el
desarrollo de los bosques como parte integrante del desarrollo sostenible del
planeta, los latifundistas brasileños han conseguido con sus presiones que el
Congreso apruebe un nuevo Código Forestal que permite la deforestación legal de
una superficie superior a toda la destruida hasta aquí en la historia de la
Amazonía. La nueva ley –a la que, afortunadamente, se opone el Gobierno
Brasileño- ha de pasar todavía el trámite de su aprobación por el Senado. Es preciso,
pues, multiplicar las iniciativas ciudadanas, en este y tantos otros casos,
para evitar que el planeta se siga deforestando, contribuyendo a la
desertización y el cambio climático.
2011 ha sido
también el año del desastre, que aún continúa, de la central nuclear de
Fukushima (construida supuestamente a prueba de terremotos y tsunamis), lo que
ha revitalizado la oposición a la construcción de nuevas centrales y la
exigencia de un cierre progresivo de las existentes. En el boletín 63 (http://www.oei.es/decada/boletin063.ph) hemos presentado fundamentados
argumentos contra las centrales nucleares como alternativa energética para
evitar el cambio climático: resultan demasiado caras, demasiado peligrosas y
los recursos de mineral son demasiado escasos.
A ello
debemos añadir que un sólido estudio, recientemente publicado, del IPCC
(Panel Intergubernamental del Cambio Climático), muestra que es posible
satisfacer las necesidades energéticas del planeta contando únicamente con
recursos renovables y limpios (http://www.inesglobal.com/ipcc-report-on-renewables.phtml), por lo que el IPCC reclama que se
realicen las necesarias inversiones para lograrlo antes de 2050, con lo que se
podría evitar que la concentración de gases de efecto invernadero supere
valores incontrolables. Sin embargo, los lobbies favorables a la energía
nuclear continúan su campaña propagandística a favor de sus supuestas ventajas
como parte del mix energético. Nos encontramos de nuevo en una disyuntiva que
reclama la decidida implicación ciudadana para lograr que los responsables
políticos adopten las medidas necesarias.
No podemos
olvidar, a este respecto, que apenas faltan seis meses para que tenga lugar en
Durban la Convención del Clima de Naciones Unidas, COP 17, donde habrán de
alcanzarse acuerdos vinculantes y justos de fuertes reducciones de gases de
efecto invernadero y evitar así que el aumento de temperatura supere los 2ºC.
Ese fue el preacuerdo aceptado en Cancún por todos los países, atendiendo a las
recomendaciones de la comunidad científica. Pero sabemos que existe el peligro
de que, con la excusa de la crisis económica, se vuelva a posponer la necesaria
adopción de medidas realmente efectivas. La presión ciudadana resulta, una vez
más, imprescindible.
En
definitiva, pues, la iniciativa ciudadana es esencial para hacer frente a estos
y demás problemas socioambientales, estrechamente vinculados, que configuran la
actual situación de emergencia planetaria. En ello insiste el denominado “Memorando
de Estocolmo: Inclinando la balanza hacia la sostenibilidad”, documento
firmado el pasado 18 de mayo por los participantes en el Tercer Simposio
de laureados con el Nobel sobre la Sustentabilidad Ambiental, promovido por
Naciones Unidas. Los Nobel de Química Mario Molina y Paul Crutzen, inventor del
concepto de antropoceno, el laureado en economía Amartya Sen o la Nobel de
Literatura Nadine Gordimer figuran entre los firmantes del documento (http://globalsymposium2011.org/es), que será presentado en la próxima
Cumbre sobre Desarrollo sostenible, “Rio + 20”, que tendrá lugar en
2012.
El Memorando
apoya la necesidad de luchar contra el cambio climático y de hacer posible un
desarrollo sostenible. Y concluye recordando a los líderes del mundo que somos
la primera generación consciente del nuevo riesgo global que enfrenta la
humanidad, por lo que está en nuestras manos y es nuestra responsabilidad
cambiar nuestra relación con el planeta para asegurar que dejaremos un mundo
sostenible a las futuras generaciones.
Porque, como
nos recuerdan desde Amnistía Internacional –que celebra ahora sus 50 años de
fructífera existencia- “El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo”.
Celebremos, pues, el Día Mundial del Medio Ambiente de este año crucial, dando
un nuevo y decisivo impulso a las acciones educativas, tecnocientíficas y
ciudadanas por un futuro sostenible.
.
Educadores por la sostenibilidad
Boletín Nº 65, 31 de mayo de 2011
http://www.oei.es/decada/boletin065.php
Boletín Nº 65, 31 de mayo de 2011
http://www.oei.es/decada/boletin065.php
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Educación para
la sostenibilidad
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La
importancia dada por los expertos en sostenibilidadal papel de la educación queda
reflejada en el lanzamiento mismo de la Década de la Educación para el
Desarrollo Sostenible o, mejor, para un futuro sostenible (2005-2014) a cuyo
impulso y desarrollo esta destinada esta página web.
Como señala
UNESCO (ver “enlaces” en esta misma página web): “El Decenio de las Naciones
Unidas para la educación con miras al desarrollo sostenible pretende promover
la educación como fundamento de una sociedad más viable para la humanidad e
integrar el desarrollo sostenible en el sistema de enseñanza escolar a todos
los niveles. El Decenio intensificará igualmente la cooperación internacional
en favor de la elaboración y de la puesta en común de prácticas, políticas y
programas innovadores de educación para el desarrollo sostenible”.
En esencia
se propone impulsar una educación solidaria -superadora de la tendencia
a orientar el comportamiento en función de intereses particulares a corto
plazo, o de la simple costumbre- que contribuya a una correcta percepción del
estado del mundo, genere actitudes y comportamientos responsables y
prepare para la toma de decisiones fundamentadas (Aikenhead, 1985) dirigidas al
logro de un desarrollo culturalmente plural y físicamente sostenible (Delors,
1996; Cortina et al., 1998).
Para algunos
autores, estos valores solidarios y comportamientos responsables exigen superar
un “posicionamiento claramente antropocéntrico que prima lo humano respecto a
lo natural” en aras de un biocentrismo que “integra a lo humano, como una
especie más, en el ecosistema” (García, 1999). Pensamos, no obstante, que no es
necesario dejar de ser antropocéntrico, y ni siquiera profundamente egoísta -en
el sentido de “egoísmo inteligente” al que se refiere Savater (1994)- para
comprender la necesidad de, por ejemplo, proteger el medio y la biodiversidad:
¿quién puede seguir defendiendo la explotación insostenible del medio o los
desequilibrios “Norte-Sur” cuando comprende y siente que ello pone seria y
realmente en peligro la vida de sus hijos?
La educación
para un futuro sostenible habría de apoyarse, cabe pensar, en lo que puede
resultar razonable para la mayoría, sean sus planteamientos éticos más o menos
antropocéntricos o biocéntricos. Dicho con otras palabras: no conviene buscar
otra línea de demarcación que la que separa a quienes tienen o no una correcta
percepción de los problemas y una buena disposición para contribuir a la
necesaria toma de decisiones para su solución. Basta con ello para comprender
que, por ejemplo, una adecuada educación ambiental para el desarrollo
sostenible es incompatible con una publicidad agresiva que estimula un consumo
poco inteligente; es incompatible con explicaciones simplistas y maniqueas de
las dificultades como debidas siempre a “enemigos exteriores”; es incompatible,
en particular, con el impulso de la competitividad, entendida como contienda
para lograr algo contra otros que persiguen el mismo fin y cuyo futuro,
en el mejor de los casos, no es tenido en cuenta, lo cual resulta claramente
contradictorio con las características de un desarrollo sostenible, que ha de
ser necesariamente global y abarcar la totalidad de nuestro pequeño planeta.
Frente a
todo ello se precisa una educación que ayude a contemplar los problemas
ambientales y del desarrollo en su globalidad (Tilbury, 1995; Luque, 1999;
Duarte, 2006), teniendo en cuenta las repercusiones a corto, medio y largo
plazo, tanto para una colectividad dada como para el conjunto de la humanidad y
nuestro planeta (Novo, 2006a); a comprender que no es sostenible un éxito que
exija el fracaso de otros; a transformar, en definitiva, la interdependencia
planetaria y la mundialización en un proyecto plural, democrático y solidario
(Delors, 1996). Un proyecto que oriente la actividad personal y colectiva en
una perspectiva sostenible, que respete y potencie la riqueza que representa
tanto la diversidad biológica como la cultural y favorezca su disfrute (Ver Biodiversidad y Diversidad
cultural).
Merece la
pena detenerse en especificar los cambios de actitudes y comportamientos que la
educación debería promover: ¿Qué es lo que cada uno de nosotros puede hacer
“para salvar la Tierra”? Las llamadas a la responsabilidad individual se
multiplican, incluyendo pormenorizadas relaciones de posibles acciones
concretas en los más diversos campos que podemos agrupar en:
- Consumo responsable (ecológico o sostenible), presidido por las “3 R” (reducir, reutilizar y reciclar), que puede afectar desde la alimentación (reducir, por ejemplo, la ingesta de carne) al transporte (promover el uso de la bicicleta y del transporte público como formas de movilidad sostenible), pasando por la limpieza (evitar sustancias contaminantes), la calefacción e iluminación (sustituir las bombillas incandescentes por las de bajo consumo) o la planificación familiar, etc., etc. (Button y Friends of the Earth, 1990; Silver y Vallely, 1998; García Rodeja, 1999; Vilches y Gil, 2003). Particular importancia está adquiriendo la idea de compensar los efectos de aquellas acciones que contribuyan a la degradación y no podamos evitar, como, por ejemplo, determinados viajes en avión (Bovet et al., 2008, pp 22-23). Puede consultarse, entre otras, la web ww.ceroco2.org.
- Comercio justo, que implica producir y comprar productos con garantía de que han sido obtenidos con procedimientos sostenibles, respetuosos con el medio y con las personas (y que ha dado lugar a campañas como “Ropa limpia”, centrada en el comercio textil o “Juega limpio” que se ocupa más concretamente de ropa deportiva). Este mismo principio de responsabilidad personal ha de aplicarse en la práctica del turismo (ver Turismo sostenible) o en las actividades financieras, siguiendo los principios de la Banca ética, de forma que el beneficio obtenido de la posesión e intercambio de dinero sea consecuencia de la actividad orientada al bien común y sea equitativamente distribuido entre quienes intervienen a su realización.
- Activismo ciudadano ilustrado, lo que exige romper con el descrédito de “la política”, actitud que promueven quienes desean hacer su política sin intervención ni control de la ciudadanía.
En ocasiones
surgen dudas acerca de la efectividad que pueden tener los comportamientos
individuales, los pequeños cambios en nuestras costumbres, en nuestros estilos
de vida, que la educación puede favorecer: Los problemas de agotamiento de los
recursos energéticos y de degradación del medio –se afirma, por ejemplo- son
debidos, fundamentalmente, a las grandes industrias; lo que cada uno de
nosotros puede hacer al respecto es, comparativamente, insignificante. Pero
resulta fácil mostrar (bastan cálculos muy sencillos) que si bien esos
“pequeños cambios” suponen, en verdad, un ahorro energético per cápita muy
pequeño, al multiplicarlo por los muchos millones de personas que en el mundo
pueden realizar dicho ahorro, éste llega a representar cantidades ingentes de
energía, con su consiguiente reducción de la contaminación ambiental (Furió et
al., 2005).
El futuro va
a depender en gran medida del modelo de vida que sigamos y, aunque éste a
menudo nos lo tratan de imponer, no hay que menospreciar la capacidad que
tenemos los consumidores para modificarlo (Comín y Font, 1999). La propia
Agenda 21 indica que la participación de la sociedad civil es un elemento
imprescindible para avanzar hacia la sostenibilidad. Aunque no se debe ocultar,
para ir más allá de proclamas puramente verbales, la dificultad de desarrollo
de las ideas antes mencionadas, ya que comportan cambios profundos en la
economía mundial y en las formas de vida personales. Por ejemplo, el descenso
del consumo provoca recesión y caída del empleo. ¿Cómo eludir estos efectos
indeseados? ¿Qué cambiar del sistema y cómo se podría hacer, al menos
teóricamente, para avanzar hacia una sociedad sostenible?
Se precisa,
por tanto, un esfuerzo sistemático por incorporar la educación para la
sostenibilidad, como una prioridad central en la alfabetización básica de todas
las personas, es decir, como un objetivo clave en la formación de los futuros
ciudadanos y ciudadanas (Novo, 2006a). Un esfuerzo de actuación que debe tener
en cuenta que cualquier intento de hacer frente a los problemas de nuestra
supervivencia como especie ha de contemplar el conjunto de problemas y desafíos
que conforman la situación de emergencia planetaria (Vilches y Gil, 2003 y
2009). Ése es precisamente uno de los retos fundamentales que se nos presentan,
el carácter sistémico de problemas y soluciones: la estrecha vinculación
de los problemas, que se refuerzan mutuamente y han adquirido un carácter
global, exige un tratamiento igualmente global de las soluciones. Dicho con
otras palabras: ninguna acción aislada puede ser efectiva, precisamos un
entramado de medidas que se apoyen mutuamente. Una “Nueva cultura del agua”,
por ejemplo, concebida para una adecuada gestión de este recurso vital, ha de
ser solidaria de otras “Nuevas culturas” (energética, urbana, de la movilidad,
demográfica…) que abarquen sin contradicciones ni olvidos el conjunto de las
actividades humanas.
Se requieren
acciones educativas que transformen nuestras concepciones, nuestros hábitos,
nuestras perspectivas... que nos orienten en las acciones a llevar a cabo, en
las formas de participación social, en las políticas medioambientales para
avanzar hacia una mayor eficiencia, hacia una sociedad sostenible... acciones
fundamentadas, lo que requiere estudios científicos que nos permitan lograr una
correcta comprensión de la situación y concebir medidas adecuadas.
Particular
importancia reviste el esfuerzo de educación en los medios no urbanos, hasta
aquí escasamente atendidos (ver Desarrollo Rural). Cabe recordar a este respecto
que, a pesar de la rápida y creciente urbanización (ver Urbanización
y sostenibilidad), más de 3000 millones de personas en los países en
desarrollo (cerca del 60% de su población) y casi la mitad de la población
mundial viven en zonas rurales. La educación es crucial para afrontar la
pobreza en este medio y lograr un desarrollo rural sostenible. Por ello, en
2002, durante la Segunda Cumbre de la Tierra, celebrada en Johannesburgo, la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
y la UNESCO pusieron en marcha una iniciativa de cooperación para incrementar
el acceso y mejorar la educación básica de la población rural (http://cms01.unesco.org/es/esd/themes/rural-development/).
Estas acciones
educativas no pueden limitarse hoy a la educación formal sino que han de
extenderse al amplio campo de la educación no reglada (museos, prensa,
documentales…), sin olvidar que vivimos en la era digital, en la que
Internet está favoreciendo una difusión global y una conectividad
constante que debe ser aprovechada críticamente (Hayden, 2008).
Es preciso
insistir en que las acciones en las que podemos implicarnos no tienen por qué
limitarse al ámbito “individual”: han de extenderse al campo profesional (que
puede exigir la toma de decisiones) y al socio-político, oponiéndose a los
comportamientos depredadores o contaminantes (como está haciendo con éxito un
número creciente de vecinos que denuncian casos flagrantes de contaminación
acústica, urbanismo depredador, etc.) o apoyando, a través de ONGs, partidos
políticos, etc., aquello que contribuya a la solidaridad, a la construcción de
una cultura de paz y la defensa del medio. Una defensa a nivel ciudadano que
viene siendo impulsada con el establecimiento por la Asamblea general de las
Naciones Unidas del Día
Mundial del Medio Ambiente, el 5 de Junio, a través del cual Naciones Unidas
intenta estimular la concienciación sobre el cuidado del medio ambiente a nivel
mundial, promoviendo la atención y la acción política.
Y es
preciso, también, que las acciones individuales y colectivas eviten los
planteamientos parciales, centrados exclusivamente en cuestiones ambientales físicas
(contaminación, pérdida de recursos…) y se extiendan a otros aspectos
íntimamente relacionados, como el de los graves desequilibrios existentes entre
distintos grupos humanos o los conflictos étnicos y culturales (campaña pro
cesión del 0.7 del presupuesto, institucional y personal, para ayuda a los
países en desarrollo, defensa de la pluralidad cultural, etc.). En definitiva,
es preciso reivindicar de las instituciones ciudadanas que nos representan
(ayuntamientos, asociaciones, parlamento…) que contemplen los problemas locales
en la perspectiva general de la situación del mundo y que adopten medidas al
respecto, como está ocurriendo ya, por ejemplo, con el movimiento de “ciudades
por la sostenibilidad”. Como afirman González y de Alba (1994), “el lema de los
ecologistas alemanes ‘pensar globalmente, pero actuar localmente’ a lo largo
del tiempo ha mostrado su validez, pero también su limitación: ahora se sabe
que también hay que actuar globalmente”. También Novo (2006b) insiste en
el carácter transnacional de la problemática ambiental contemporánea y en la
necesidad, por tanto, de análisis y medidas “glocales” (a la vez
globales y locales) para hacer frente a dicha problemática. Ello nos remite a
las medidas políticas, que junto a las educativas y tecnológicas resultan
imprescindibles para sentar las bases de un futuro sostenible (ver Gobernanza universal).
Como hemos
señalado, es imprescindible incorporar la educación para la sostenibilidad como
un objetivo clave en la formación de los futuros ciudadanos y ciudadanas y
hacer comprender la necesidad de acciones que contribuyan a un futuro
sostenible en los diferentes ámbitos: consumo responsable, actividad
profesional y acción ciudadana.
Resulta
esencial, sin duda, comprender la relevancia que tienen nuestras
acciones –lo que hacemos o dejamos de hacer- y construir una visión global de
las medidas en las que podemos implicarnos. Pero la acción educativa no
puede limitarse al logro de dicha comprensión, dando por sentado que ello
conducirá a cambios efectivos en los comportamientos: un obstáculo fundamental
para lograr la implicación de los ciudadanos y ciudadanas en la construcción de
un futuro sostenible es reducir las acciones educativas al estudio conceptual.
Es
necesario, por ello, establecer compromisos de acción en los centros
educativos y de trabajo, en los barrios, en las propias viviendas… para poner
en práctica algunas de las medidas y realizar el seguimiento de los
resultados obtenidos. Estas acciones debidamente evaluadas se convierten
en el mejor procedimiento para una comprensión profunda de los retos y en un
impulso para nuevos compromisos. Éste es el objetivo, por ejemplo de “Hogares
verdes”, un programa educativo dirigido a familias preocupadas por el
impacto ambiental y social de sus decisiones y hábitos cotidianos. El programa
persigue:
- Promover el autocontrol del consumo de agua y energía
- Introducir medidas y comportamientos que favorezcan el ahorro
- Ayudar a hacer una compra más ética y ecológica
El programa
propone, en una primera fase, reducir las emisiones de CO2 en el equivalente al
objetivo marcado por Kyoto (5.2%) y el consumo doméstico del agua entre un 6 y
un 10%. En una segunda fase pretende:
- Sustituir al menos 5 productos de alimentación básicos por otros procedentes de agricultura y ganadería ecológica o comercio justo
- Eliminar de la lista de compra al menos dos productos nocivos
- Eliminar igualmente al menos dos productos superfluos.
De este
modo, mediante una serie de medidas progresivas, que cuentan con el debido
seguimiento, se evita generar desánimo y el consiguiente abandono y se
contribuye a la implicación de la ciudadanía para la construcción de un futuro
sostenible. Pero el objetivo ha de ser llegar a extender los cambios de actitud
y comportamiento al conjunto de actividades que como consumidores,
profesionales y ciudadanos podemos realizar (Vilches, Praia y Gil-Pérez, 2008).
El Premio Goldman, también conocido como “Premio Nobel Verde” viene a
destacar anualmente la labor de ecologistas de base en defensa del medio y, en
particular, en la protección de ecosistemas y espacios en peligro,
contribuyendo así a la creación de un clima social de implicación en la
construcción de un futuro sostenible. Merece también la pena destacar el Premio
al Correcto Modo de Vida (Right Livelihood Award), instituido en 1980 por
el escritor y ex eurodiputado sueco-alemán Jakob von Uexküll, quien consideraba
que el Premio Nobel tradicional "ignora mucho acerca de trabajos y
conocimientos vitales para nuestro mundo y nuestro futuro". La ceremonia
de entrega de los Right Livelihood Award se realiza cada año en el Parlamento
Sueco, en Estocolmo, poco antes de que se den a conocer los galardonados por el
Premio Nobel tradicional y ha sido concedido a personalidades como Vandana
Shiva o Leonardo Boff que se han distinguido en la defensa de formas de vida
solidarias y sostenibles.
Y ese clima
social de implicación en la construcción de un futuro sostenible se verá
enriquecido por la inclusión de la educación para la sostenibilidad en la
propuesta “Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la
generación de los Bicentenarios, un proyecto que según se indica en la
presentación del Documento a Debate pretende: “Reflexionar y acordar en 2010
un conjunto de metas e indicadores que diera un impulso a la educación de cada
uno de los países. El objetivo final es lograr a lo largo de la próxima década
una educación que dé respuesta satisfactoria a demandas sociales inaplazables
(…)Así mismo, este proyecto ha de ser un instrumento fundamental en la lucha
contra la pobreza, en la defensa de los derechos de las mujeres y en el apoyo a
la inclusión de los más desfavorecidos, especialmente las minorías étnicas, las
poblaciones originarias y los afrodescendientes”. (http://www.oei.es/metas2021/indice.htm).
Terminaremos
presentando, a título de ejemplo, una serie de acciones que la educación para
la sostenibilidad puede y debe promover, impulsando el establecimiento de
compromisos de acción concretos que impliquen a la ciudadanía y a los futuros
ciudadanos y ciudadanas en la construcción de un futuro sostenible (ver
cuadros 1 a 7). Este conjunto de propuestas resumen el trabajo colectivo
realizado por diversos grupos de profesores en formación y en activo en
talleres concebidos para el impulso de la Década de la educación para un futuro
sostenible.
Cuadro 1.
Reducir (no malgastar recursos) (Ver www.idae.es/consejos; www.unesco.org/water/wwap/ …)
Reducir el
consumo de agua en la higiene, riego, piscinas
|
Ducha
rápida; cerrar grifos mientras nos cepillamos los dientes o enjabonamos
|
Proceder
al riego por goteo
|
Reducir el
consumo de energía en iluminación
|
Usar
bombillas de bajo consumo;
|
Apagar las
luces innecesarias (vencer inercias) y aprovechar al máximo la luz natural
|
Reducir el
consumo de energía en calefacción y refrigeración
|
Aislar
(aplicar las normas adecuadas de aislamiento de las viviendas)
|
No
programar temperaturas muy altas (abrigarse más) o excesivamente bajas
(ventilar mejor, utilizar toldos…)
|
Apagar los
radiadores o acondicionadores innecesarios (vencer inercias)
|
Reducir el
consumo de energía en transporte promoviendo la movilidad sostenible
|
Usar
transporte público
|
Usar la
bicicleta y/o desplazarse a pie
|
Organizar desplazamientos
de varias personas en un mismo vehículo
|
Reducir la
velocidad, conducir de manera eficiente
|
Evitar el
avión siempre que posible
|
Evitar los
ascensores siempre que sea posible
|
Reducir el
consumo de energía en otros electrodomésticos
|
Cargar
adecuadamente lavadoras, lavaplatos, etc. No introducir alimentos calientes
en el frigorífico…
|
Apagar completamente
la TV, el ordenador, etc., cuando no se utilizan
|
Descongelar
regularmente el frigorífico, revisar calderas y calentadores, etc.
|
Reducir el
consumo energético en alimentación, mejorándola al mismo tiempo
|
Comer más
verduras, legumbre y frutas y menos carne
|
Respetar
las paradas biológicas y no consumir inmaduros
|
Evitar
productos exóticos que exijan costosos transportes
|
Consumir
productos de temporada y de agricultura ecológica (www.vivelaagriculturaecologica.com)
|
Reducir el
uso de papel
|
Evitar
imprimir documentos que pueden leerse en la pantalla
|
Escribir,
fotocopiar e imprimir a doble cara y aprovechando el espacio (sin dejar
márgenes excesivos)
|
Rechazar
el consumismo: practicar e impulsar un consumo responsable (Ver Guía de consumo Actúa)
|
Analizar
críticamente los anuncios (ver www.consumehastamorir.com). Enmudecer los anuncios…
|
No dejarse
arrastrar por campañas comerciales: San Valentín, Reyes…
|
Programar
las compras (ir a comprar con lista de necesidades)
|
Otras
Propuestas (Añadir)
|
Cuadro 2. Reutilizar
todo lo que se pueda
Reutilizar
el papel
|
Imprimir,
por ejemplo, sobre papel ya utilizado por una cara
|
Reutilizar
el agua
|
Recoger el
agua del lavabo y ducha para el WC. Recoger también agua de lluvia para riego
o WC
|
No
utilizar ni aceptar objetos de usar y tirar
|
En
particular evitar bolsas y envoltorios de plástico, papel de aluminio, vasos
de papel…
|
Sustituirlos
por reutilizables, reparándolos cuando sea necesario, mientras se pueda
|
Utilizar
productos reciclados (papel, tóner…) y reciclables
|
Favorecer
la reutilización de ropa, juguetes, ordenadores...
|
Donarlos a
las ONG que los gestionan
|
Rehabilitar
las viviendas
|
Hacerlas
más sostenibles (mejor aislamiento, etc.) evitando nuevas construcciones
|
Otras
Propuestas (Añadir)
|
Cuadro 3. Reciclar
Separar
los residuos para su recogida selectiva
|
Llevar a
“Puntos Limpios”(ecopuntos y ecoparques) lo que no puede ir a los depósitos
ordinarios
|
Reciclar
pilas, bombillas fluorescentes, móviles, ordenadores, aceite de cocina,
productos tóxicos...
|
No echar
residuos al WC ni a desagües
|
Otras
Propuestas (Añadir)
|
Cuadro 4.
Utilizar tecnologías respetuosas con el medio y las personas
Aplicar
personalmente el principio de precaución
|
No comprar
productos sin cerciorarse de su inocuidad: vigilar la composición de los
alimentos, productos de limpieza, ropa… y evitar los que no ofrezcan
garantías
|
Evitar
esprays y aerosoles (utilizar pulverizadores manuales)
|
Aplicar
las normas de seguridad en el trabajo, en el hogar...
|
Optar por
las energías renovables en el hogar, automoción, etc.
|
Utilizar
electrodomésticos eficientes, de bajo consumo y poca contaminación (A++)
|
Disminuir
el consumo de pilas y utilizar pilas recargables
|
Otras Propuestas
(Añadir)
|
Cuadro 5.
Contribuir a la educación y acción ciudadana
Informarnos
bien y comentar con otr@s(familiares, amig@s, colegas, estudiantes...) cuál
es la situación y, sobre todo, qué podemos hacer
|
Realizar
tareas de divulgación e impulso:
|
Aprovechar
prensa, Internet, video, ferias ecológicas, materiales escolares...
|
Ayudar a
tomar conciencia de los problemas insostenibles y estrechamente vinculados:
consumismo, explosión demográfica, crecimiento económico depredador,
degradación ambiental, desequilibrios…
|
Informar
de las acciones que podemos realizar e impulsar a su puesta en práctica,
promoviendo campañas de uso de bombillas de bajo consumo, reforestación,
asociacionismo, maternidad/paternidad responsable, trabajo político…
|
Ayudar a
concebir las medidas para la sostenibilidad como una mejora que garantiza el
futuro de todos y no como una limitación
|
Impulsar
el reconocimiento social de las medidas positivas
|
Estudiar y
aplicar lo que un@ puede hacer por la sostenibilidad como profesional
|
Investigar,
innovar, enseñar…
|
Contribuir
a ambientalizar el lugar de trabajo, el barrio y ciudad donde habitamos…
|
Otras
Propuestas (Añadir)
|
Cuadro 6.
Participar en acciones sociopolíticas para la sostenibilidad
Respetar y
hacer respetar la legislación de protección del medio de defensa de la
biodiversidad
|
Evitar
contribuir a la contaminación acústica, luminosa o visual
|
No fumar
donde se perjudique a terceros y no arrojar nunca colillas al suelo
|
No dejar
residuos en el bosque, en la playa…
|
Evitar ir
a residir en viviendas que contribuyan a la destrucción de ecosistemas
|
Tener
cuidado con no dañar la flora y la fauna
|
Cumplir
las normas de tráfico para la protección de las personas y del medio ambiente
|
Denunciar
las políticas de crecimiento continuado, incompatibles con la sostenibilidad
|
Denunciar
los delitos ecológicos
|
Talas
ilegales, incendios forestales, vertidos sin depurar, urbanismo depredador…
|
Respetar y
hacer respetar los Derechos Humanos
|
Denunciar
cualquier discriminación, étnica, social, de género...
|
Colaborar
activamente y/o económicamente con asociaciones que defienden la
sostenibilidad
|
Apoyar
programas de ayuda al Tercer Mundo, defensa del medio ambiente, ayuda a
poblaciones en dificultad, promoción de Derechos Humanos...
|
Reclamar
la aplicación del 0.7 de ayuda al Tercer Mundo y contribuir personalmente
|
Promover
el Comercio Justo
|
Rechazar
productos fruto de prácticas depredadoras (maderas tropicales, pieles
animales, pesca esquilmadora, turismo insostenible…) o que se obtengan con
mano de obra sin derechos laborables, trabajo infantil y apoyar las empresas
con garantía (Ver www.sellocomerciojusto.org)
|
Reivindicar
políticas informativas claras sobre todos los problemas
|
Defender
el derecho a la investigación sin censuras ideológicas
|
Exigir la
aplicación del principio de precaución
|
Oponerse
al unilateralismo, las guerras y las políticas depredadoras
|
Exigir el
respeto de la legalidad internacional
|
Promover
la democratización de las instituciones mundiales (FMI, OMC, BM...)
|
Respetar y
defender la diversidad cultural
|
Respetar y
defender la diversidad de lenguas
|
Respetar y
defender los saberes, costumbre y tradiciones (siempre que no conculquen derechos
humanos)
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Dar el
voto a los partidos con políticas más favorables a la sostenibilidad
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Trabajar
para que gobiernos y partidos políticos asuman la defensa de la
sostenibilidad
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Reivindicar
legislaciones locales, estatales i universales de protección del medio
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“Ciberactuar”:
Apoyar desde el ordenador campañas solidarias y por la sostenibilidad
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Otras
Propuestas(añadir)
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Cuadro 7.
Evaluar y compensar
Realizar
auditorias del comportamiento personal
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En la
vivienda, transporte, acción ciudadana y profesional…
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Compensar
las repercusiones negativas de nuestros actos (emisiones de CO2, uso de
productos contaminantes…) mediante acciones positivas (ver www.ceroco2.org).
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Contribuir
a la reforestación, ayudar a ONGs…
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Otras
Propuestas(añadir)
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Naturalmente,
no se trata de proponer la puesta en marcha simultánea del conjunto de medidas
concebidas. Conviene seleccionar colectivamente, para empezar, aquellas que se
vean más fácilmente realizables y consensuar planes y formas de seguimiento que
se conviertan en impulso efectivo, favorezcan resultados positivos y estimulen
una implicación creciente.
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