Escribe Rodolfo Trigoso.
Mi compadre Moisés y yo practicamos el
ciclismo de montaña, no somos competidores, lo hacemos como afición. Es
así que mi compadre viajó de vacaciones a Arequipa dándome una gran
sorpresa: “Trajo su bicicleta”. Apenas llegó salimos a visitar la
hermosa campiña arequipeña, la cual lo dejó muy cautivado. Un día me
contó que, él tenía planeado viajar en bicicleta a la zona de la Laguna Salinas; entonces empezamos a planificar la aventura, la cual se hizo realidad un día del mes de diciembre del año 2000.
Muy temprano, salimos pedaleando desde Congata,
urbanización donde yo vivía entonces, hasta una de las agencias de
transporte en el centro de la ciudad de Arequipa, abordamos el bus que
iba al pueblo de Ubinas en Moquegua.
Con nosotros viajaban un grupo de
muchachos arequipeños que acudían a una festividad en Ubinas y que
también llevaban sus bicicletas con ellos, dijeron que tenían un evento
especial allá. Después de recorrer en bus unas cuatro horas, eran
aproximadamente las once de la mañana, cuando arribamos al lugar
denominado Moche, pueblo pequeño, geográficamente ubicado en
Moquegua y que se encuentra a la orilla sur de la Laguna Salinas, en la
Reserva Nacional Salinas. Uno de los muchachos que acompañaba al grupo
mencionado, que durante el trayecto del viaje en bus, trabó amistad con
nosotros y enterado de nuestras intenciones deportivas de volver en
bicicleta desde Salinas hasta Arequipa; decidió acompañarnos y se quedó
también con su bicicleta en el pueblo de Moche.
Luego de algunas preguntas a los
lugareños de Moche, sobre como arribar al pueblo denominado Salinas,
emprendimos el viaje con dirección al lado norte de la Laguna Salinas. Ésta, en esa época del año, se encontraba baja en su nivel de agua.
Rodando sobre suelo salino intentamos
llegar al otro extremo norte, tras treinta minutos de viaje, nos
encontramos en medio de un desierto de sal y no avistamos señal de
algún lugar cercano. Sólo pudimos observar el volcán Ubinas por el este y el Misti y el Pichu Pichu
por el oeste. ¡Estuvimos perdidos!, de repente a lo lejos, vimos una
figura diminuta que se acercaba. Esperamos… Una bendición de Dios, era
un ciclista del lugar, llegó justo cuando no supimos qué dirección
tomar. El señor se acercó montado en una bicicleta antigua, dijo que
venía del pueblo de Salinas. Le pedimos referencias para llegar allá.
Nos tomamos algunas fotos con él y nos indicó que ruta tomar. Luego de
rodar unos treinta minutos más, el paisaje fue cambiando, el suelo salino
dio paso a los pajonales, señal de que nos aproximábamos a tierra
firme.
Efectivamente,
nuestra presencia, fue un poco rara para los lugareños, especialmente
para los niños que se asustaron al vernos “salir de la Laguna”. En esos
momentos se celebraba un matrimonio al estilo del lugar. El pueblo de
salinas consistía de sola una calle con casas a los costados de ella… El
hambre se hizo sentir en nuestros estómagos y fuimos a una tienda a
tomar una bebida, comer un poco de fruta que habíamos llevado y
descansar un poco. Habíamos recorrido una travesía de 16 kilómetros.
El pueblo de Salinas se encuentra a una
altura de 4,325 msnm, según el altímetro que habíamos llevado. El cielo
empezó a nublarse, el frio de la jalca o puna, lugar de las mesetas y
lagunas andinas, se hizo sentir con fuerza…
Decidimos continuar el viaje siguiendo
por la carretera afirmada que conduce a Arequipa y que bordea la laguna
Salinas de este a oeste... Soplaba un viento fuerte y helado que entraba
a nuestro cuerpo cual punzantes alfileres a través la ropa poco
adecuada que habíamos llevado para esa altura.
La recompensa fue el paisaje
impresionante, por un lado la laguna con sus aves endémicas como las
parihuanas y otras aves migratorias y, por el otro, los cerros
cubiertos de Ichu y algunas vicuñas pastando plácidamente.
Nosotros nos detuvimos de cuando en cuando para tomar algunas
fotografías y contemplar la bella naturaleza que Dios nos la puso ante
nuestros sentidos.
Seguimos pedaleando reciamente, el
viento en contra era fuerte y nos era imposible avanzar rápidamente.
Llegamos al hito de entrada a Reserva Nacional Salinas (INRENA). Seguimos
dándole al pedaleo, esta vez en una carretera en ascenso, gracias a
Dios que, las laderas del volcán Pichu Pichu nos protegían un poco del
fuerte viento helado, sin embargo la subida se hizo larga y ardua. El
cuerpo se resistía a seguir, ya no daba más. Lo miraba a mi compadre que
iba en su bicicleta a mi costado y que parecía tranquilo, o por lo
menos era lo que aparentaba.
- - ¿Una descansadita Compadre? Le dije.
- - Claro, por supuesto - Él también sentía los estragos de la cuesta, el frio y la altura.
Después de recorrer unos veinticinco
kilómetros desde el pueblo de Salinas, llegamos a la fila en donde
pudimos apreciar la carretera sinuosa que conduce a Chiguata y más al
fondo la extensa campiña de Arequipa.
Ya, con menos frío, empezamos el
descenso en una carretera llena de polvo volcánico que cubría más o
menos en diez centímetros las llantas de nuestras bicicletas, después de
hora y media, llegamos al pueblo de Chiguata, donde tomamos alguna
bebida, y nos tomamos fotografías ante la mirada atónita de algunos
parroquianos que notaron nuestras bicicletas y ropas cubiertas de
polvo.
Después de descansar un poco del largo
descenso, continuamos con el viaje, la ruta esta vez estuvo más fácil
por ser asfaltada y en bajada. Siempre acompañados por el portentoso Misti…
En la ruta encontramos a unos colegas de
la policía de carreteras de Arequipa, nos tomamos algunas fotos con
ellos y, continuamos rumbo a la ciudad blanca… En esta ciudad, en algún
lugar que ya no recordamos, nos despedimos de “José”, nuestro compañero
de travesía a quien no lo volvimos a ver nunca más. Ojalá él pueda leer
estas líneas y se comunique con nosotros.
Tras cruzar la ciudad de Arequipa, llegamos aproximadamente a Congata a las 6 pm., nuestro destino final. Tras un recorrido de 116 kilómetros.
Reflexión:
Saben…, una bicicleta no es un
juguete, es un instrumento que sí lo sabes usar te traslada poco a poco
hacia la felicidad, el ciclismo es un deporte tan completo que te
relaja, te fortalece, te promete que disfrutes de la naturaleza, te
inspira al amor, a la poesía, purifica tu alma, y lo mejor de todo, te
lleva a la meditación.
¡Ama y respeta a la naturaleza, entra en armonía con ella y con lo que te rodea, se feliz…!
Les voy a resumir un poco sobre La laguna Salinas:
Es una laguna de agua salobre y está rodeada de turberas(es un tipo de humedal ácido en el cual se ha acumulado materia orgánica en forma de turba) y bofedales. Cerca a esta laguna se encuentran importantes nevados y volcanes como el Misti, Chachani, Pichu Pichu, y Ubinas.
Además alberga relictos de bosques andinos, así como praderas alto andinas que poseen especies típicas que forman agrupaciones como la Yareta, Queñual y Kcapo, entre otras usadas por la población local como combustible y para el pastoreo de ganado.
Ésta laguna se encuentra en la
Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca que está ubicada en las
provincias de Arequipa y Caylloma, del departamento de Arequipa, y la
provincia de General Sánchez Cerro, del departamento de Moquegua. Abarca
una superficie de 366,936 hectáreas y se encuentra a una altitud
promedio de 4,300 m.s.n.m.
Las temperaturas medias anuales que oscilan entre 3 y 8 grados centígrados, con mínimas absolutas que llegan hasta los –10 ˚C.
Los meses de mayor precipitación son
enero, febrero y marzo, en los cuales se registra 65 por ciento del
total de precipitación anual. En los últimos veinte años, la región sur
ha sufrido ciclos de sequías muy severos, lo cual nos indica que se debe
manejar con sumo cuidado el agua en este frágil ecosistema. La humedad
relativa media es baja: su promedio menor es de 50 por ciento. El viento
helado contribuye a la sequedad ambiental y la evaporación es intensa
(1,5 m por año o más).
En la laguna de Salinas, encontramos
una de las principales áreas para la conservación de tres especies de
flamencos, con poblaciones que pueden alcanzar hasta 25 mil individuos
en la temporada húmeda. En esta laguna son particularmente notables las
gaviotas andinas y anátidos (patos), de diversas especies.
Posee una fauna típica de la puna
seca de América del Sur, adaptada a los bruscos cambios de clima y a las
temperaturas extremadamente frías que caracterizan a este ecosistema,
aun así su diversidad es importante, posee 24 especies de mamíferos,
destacando entre ellos la vicuña, el guanaco y la taruca (venado
andino). Además de la presencia importante de la alpaca y llama como
animales domésticos.
La laguna se originó por la gran
actividad volcánica que hubo durante el cuaternario y el terciario
superior, a lo que se sumó la acción erosiva glacial y pluvial como
fuerza exógena, que tuvo un gran impacto durante el cenozoico superior
pero que se ha atenuado en el presente.
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Que bellos paisajes, se nota que los momentos que tuvieron la suerte de vivir en esa zona son inolvidables...
ResponderBorrarLamentablemente la lagunas Salinas, se está convirtiendo en un salar, por la carencia de agua.