Por El NOSS:
En Cajamarca murió, en edad patriarcal: Don Aniceto Paredes Briones (1904‑ 2000), cinco hijos. Insigne por la belleza moral de su vida, por la humildad con la que enseñaba su profesión, por la longevidad seráfica que puso en su trabajo. Su ancianidad venerable tuvo gracia de juventud, y su rostro tenía algo: como una encantadora lumbre de niñez.
Ha bajado a la tumba, con la inocencia de los niños y la serenidad de los santos. Este señor nacido en Cajamarca, fue durante 50 años enfrenador de caballos más ilustres de la sierra norte del Perú.
El Caballo Peruano de Paso; este bello animal descendiente de los caballos de los conquistadores, que después de más de 400 años, desde que desembarcaron en la costa del Perú, con Francisco Pizarro; han recorrido mucha agua en la historia de nuestro país. A lo largo de esos siglos, no sólo se ha formado y seleccionado un hermoso animal, sino también se fabrican verdaderas joyas en su apero; así también se ha perfeccionado sistemas de crianza y educación desconocidas en otros continentes; todo ello debido a innumerables criadores, enfrenadores, que con inteligencia, y amor brindaron a nuestro pueblo un verdadero símbolo nacional, y una de las más bellas razas de caballos: realizando una combinación excepcional que contiene; la comodidad, rusticidad, fortaleza, longevidad, brío y belleza en una sola raza que se traduce en el mejor caballo de silla del mundo.
Don Aniceto: no fue un criador, pero fue un gran enfrenador y sobre todo creador: creaba afición, creaba amistad, creaba amor a nuestro Caballo Peruano de Paso, lo cual, lo iba sembrando a su paso; Don Aniceto nunca vivió del caballo pero sí se desvivió por él, por su tradición y por difundirlo, dándole un sitio y la categoría que lo nuestro se merece.
Amigo de primera, señor de señores; se caracterizó por su gran simpatía que unidas a su caballerosidad hacían de Don Aniceto un caballero a carta cabal, abanderado de la amistad, y prototipo de señorío: realmente un ejemplo a seguir.
Le pregunté alguna vez, su ideal del Caballo Peruano de Paso, me contestó; que le gustaban los caballos fuertes pero finos, bien hechos de temperamento, de buenos pisos y si tienen talento mejor. Debe ser bello, fuerte distinguido arrogante de temperamento, que tenga ángel. Me acotaba, que se luzca al andar con suavidad, con término que sea ágil y elegante al brasear, que se impulse con decisión y entrega, con la cola pegada y la grupa quieta.
El Caballo Peruano de Paso debe tener gran ataque y que jamás se abandone, esta condición es la que le da el brío me recalcaba: que un buen Caballo Peruano de Paso se desplaza en sus aires naturales, con buenos pisos, refiriéndose a ellos como de alta calidad de pisos y en todo caso me acotaba se ha conocido siempre como pisos los aires que se desplaza el Caballo Peruano de Paso, que para algunos es pisos, para otros es piso y para otros es paso, y para don Aniceto, era materia de uniformizar, no conceptos, sino denominaciones; eso sí, reclamaba sin cambiarle su nombre, pues, aún apurado el Caballo Peruano de Paso, camina paso a paso, para él: El paso, llano gateado era su preferido.
A los criadores y a los aficionados les aconsejaba con la mayor humildad posible que escuchen a los que saben que después de escucharlos, hasta el cansancio aprendan lo suficiente para formar su propio concepto, una vez formado éste: hay que ser auténticos, nunca estar satisfecho con lo que uno tiene, no entender la cría del Caballo Peruano de Paso, como algunos lo hacen y que ven los defectos en lo ajeno y las virtudes en los suyos, una vez sabiendo lo que se quiere es fácil; decía, no es otra cosa que agregar en sus animales lo que les falta, sin quitarles lo que ya tienen. Que se llenen de afición deben saber que caballo quieren y buscarlo, que escuchen los consejos y críticas de buenos criadores y aficionados que reflexione con ellos y que tengan que aguantar las disoluciones que uno tiene con ciertos animales; perseverancia para insistir en la búsqueda del animal, cuyas características quieren resaltar y sobre todo tener mucha humildad. El creía, que la cría del Caballo Peruano de Paso es algo que se desarrolla y mejora constantemente. El que se queda en lo mismo se estanca acotaba, es difícil recomendar me decía porque lo consideraba un exceso de su parte, porque cada criador es dueño de sus gustos y de sus objetivos y él, lo respetaba mucho.
Chalán y enfrenador fue don Aniceto Paredes Briones que al igual que Esteban Arredondo, A.A. Bonafle, Eustaquio Bravo, Juan Barrera, Lucas Sacramento, Pedro Aranda, Francisco Reaño, Juan Bautista de Orbegozo y muchos otros a nivel nacional que ayudaron a formar este patrimonio nacional. Don Aniceto no fue ni inferior ni superior a ellos, pero contribuyó como ellos a criar la raza de caballos propias del Perú: el Caballo Peruano de Paso, que se sustenta y desarrolla en la educación; cariño y generosidad de muchos criadores, enfrena-dores y chalanes que han brindado y siguen brindando su esfuerzo para elevar la calidad del mejor caballo de silla del mundo, creo que dio muchas experiencias: a criadores enfrenadores y chalanes, orientando a todos los que querían, admiraban y entendían este bello animal.
Gracias Don Aniceto: por Cajamarca y por el Perú. Cuando caballos y chalanes con el poncho terciado, acompañado del tintinear de espuelas roncadoras y el lento caminar de nuestro caballo peruano de paso, escoltaron tus restos que en hombros de la gente que te quería lo recuerdo y me emociono y me vienen a la memoria esa canción bellísima de nuestra Chabuca Granda "José Antonio" y tuve la certeza que ese día que ese "José Antonio " era Usted, Don Aniceto Paredes Briones. Descansa en Paz.
De la revista El Labrador, mayo 2000.
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