Por
Jorge Horna.
Entregado a los beneficios de la lectura y con ánimo
hurgonero, cada vez que nos encontramos para conversar buscando los lugares
menos bulliciosos del centro de Lima, José Luis Aliaga Pereira, constante –con
una lumbre de alegría en su mirada- me alcanza libros de segunda mano que suele
hallar en esos rincones casi ocultos donde se ejerce aquel marginal negocio que
abona a la ampliación de la cultura.
Uno de sus recientes hallazgos ha sido Vallejo en la encrucijada del drama peruano, libro del erudito puneño Ernesto More, impreso en 1988. En su revista electrónica Chungo y batán con tenacidad ha publicado diligente varios capítulos del testimonial libro que alude a la estancia en París del autor de España aparta de mí este cáliz.
Desde hace tiempo José Luis hace campo para escribir
en sus entrelecturas. En mayo de este año, como pan artesanal recién horneado,
puso en nuestras mesas el libro Grama arisca.
Si el título anuncia una innovación, un modo de
sentir y asumir la escritura, los textos narrativos que lo conforman, sin ser
exóticos o forzados, recogen la fibra vital del ser humano en su cotidiano y
duro trajín.
Historias escritas con un estilo irónico y no en
pocos casos con sarcasmo, descubren los puntos interiores del alma para
mostrarnos lo superfluo y la insustancialidad del proceder personal y social en
contraparte a la nobleza y espontaneidad de la gente sencilla que sobrevive su
existencia.
El autor de Grama
arisca nos convoca al reto de forjar una real conciencia colectiva en el
trayecto de reivindicar a los anónimos, a los marginados y desamparados que
abundan en nuestro suelo nacional. Así, universaliza el devenir de un pueblo
enclavado en los Andes, su aldea, Sucre.
Hay en los cuentos (“El condenau”, “El preso”,
“Grama arisca”) la muestra de un estrato social amplio que con sutilidad y
actos mínimos y naturales desnuda la fragilidad moral de quienes desde
posiciones de privilegio y ventaja mancillan a los más débiles y hacen del abuso
y prepotencia su modo de vida.
Han pasado seis meses desde la publicación del libro
y en ese lapso hemos visto las muestras valorativas que varios escritores han
otorgado a Grama arisca.
JLA se ha propuesto arar una y otra vez el surco
literario que ha elegido, hasta alcanzar mejorados frutos, pues la semilla que
ha echado está brotando robusta.
Noviembre del
2013
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