Por:
Tito Zegarra Marín
En
Celendín, como en todas las provincias andinas del país, la actividad principal
a la que se dedican la mayoría de sus pobladores es la agricultura, de ella viven
la gente del campo (75 %) y de ella se alimentan los centros urbanos (25 %). Sin
embargo, es una actividad que muestra precariedad y mínima rentabilidad.
En
el departamento de Cajamarca, según Censo Nacional Agropecuario del 2012 (el
último), existían 345,351 unidades agropecuarias (UA), menores de 5 hectáreas,
dedicadas a la producción agrícola familiar biodiversa y ganadería. Y en la
provincia de Celendín, existen alrededor de 29,310 unidades agropecuarias
destinadas a la pequeña agricultura y la ganadería lechera.
En
las unidades agrarias de Celendín, estacionalmente se siembra y cultiva
diversas variedades de productos agrícolas. En la región Quechua (2300 a 3500
m), se produce: papa, maíz amiláceo, oca, olluco, frijol, arveja, habas,
pallares, quinua, calabaza, trigo, cebada, lenteja, palta, aguaymanto,
hortalizas y frutales diversos. En la zona Yunga (500 a 2300 m), que comprende
a los valles cálidos de Llanguat, Limón, Jacapa, Shucamayo y otros menores, se
cultiva maíz amarillo, yuca, camote, coca, palta y frutales diversos.
Sin
embargo, siendo muy importante esta producción, muestra algunas restricciones y
problemas colaterales. Veamos: es relativamente pequeña, quiere decir que se
produce básicamente para el autoconsumo familiar y muy poco para el mercado; es
diversa, significa que se produce variedad de productos pero en pocas
cantidades; es mínimamente rentable, ya que los ingresos vía venta de excedentes
son exiguos, (cientos de campesinas semanalmente ofrecen sus pocos productos
dentro y fuera del mercado central a precios moderados).
La situación de pobreza y pobreza extrema
(54 % y 14 %), que se vive en el campo, tiene relación directa con esa realidad
agrícola; al igual que la migración de pobladores jóvenes tras trabajo; y la
salida temporal de alrededor del 56 % de campesinos a las ciudades para ganar
unos soles, casi adquiriendo una doble residencia: campo y ciudad. La agricultura,
en ese sentido y a pesar de lo útil e indispensable que es, continúa estancada
y desatendida.
Entre
los factores causantes de esa realidad, señalo algunos: carencia de agua para
irrigar tierras, efectos negativos de los fenómenos climáticos, falta de apoyo
técnico y financiero, mínima capacitación de los actores, mercados competitivos
para los productos, mal estado de carreteras y caminos. En referencia al agua, solo
el 14.7 % de las UA, al 2012, tenían riego; el canal Sendamal - El Toro, diseñado
a servir a 3,000 hectáreas ha sido casi abandonado y no hay otros proyectos similares,
pocos acueductos entubados y ninguna represa.
Aún así, la agricultura deviene en fundamental e insustituible, por lo
que debemos apoyarla y dar facilidades a los campesinos que semanalmente nos
traen sus pocos y variados productos; igualmente, alentar a los que sacan sus
productos a los mercados de Cajamarca y Chiclayo, caso frijol y lenteja, y
aguaymanto al mercado limeño (los únicos a la fecha). En esta línea existen
otros productos que muy bien podrían competir esos mercados: la papa huagalina,
palta fuerte o hass, granadilla, berenjena y flores o rosas.
Quizá
es hora de emular a la Asociación de Promotores Comunales en Salud de Celendín
(ACOMSAC), que en los últimos días ha inaugurado una pequeña represa en el
caserío de Hornopampa, destinada a almacenar agua para irrigar sus tierras agrícolas
y servir a demás necesidades. Qué bien.
*Publicado en el Nuevo Diario de Cajamarca
el 5/11/2020
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