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martes, 22 de marzo de 2022

Cenizas

 Por José Luis Aliaga Pereira* 

El alboroto de la fiesta ha terminado, pero el frío de sus noches continúa. La bufanda, el abrigo y un vino sobre la mesa esperan. Una, dos, tres copas y el atuendo sobre los cuerpos incomoda. 

—¡Estás mucho más hermosa que antes!

—¡Gracias!

—¡Salud!

—¡Salud!

Los acoge la humilde sala de una casa de familia convertida en bar. Él se ubica en un rincón, lejos de la puerta, donde no los puedan ver los que aún caminan por la plaza. Ella lo imita sigilosa y complaciente. Intercambian miradas, llenan sus copas y otra vez brindan. Silencios aterradores, la miradas hablan por si mismas. Sonríen.

—¿Por qué nos pasa esto? —pregunta ella y al instante se retracta —disculpa no me hagas caso.

—¡Qué frío hace! —disimula él.

El ambiente festivo, la masiva concurrencia, hicieron difícil su encuentro. Él trata de tomarla de la mano. Ella, nerviosa, intenta rechazarlo pero al final cede... ¡se amaron tanto!

—¿Cuántos años llevas de casado?

—Diez, quince, da igual.

—Esta es la última vez que acepto conversar contigo a solas —afirma serena, sin sostener la mirada.

—Otra vez los hijos —reclama él, acariciando sus cabellos crespos y largos.

—Por favor —le ruega, rechazando sus caricias con tímida dulzura—. Hablas así porque no los tienes.

—Ya están grandes, ¿no lo crees?

—No cambiaré su amor por nada en el mundo —afirma rotunda.

Él insiste tomándola de la mano.

—¡No sabes cuánto te quise! —exclama y baja la cabeza, llorosa.

Las palabras quedan cortas, como el tiempo. Ella envuelta en su bufanda y abrigo, él recluido en su mirada enamorada y larga. Terminan el vino y se despiden sin siquiera mirarse.

Sus rumbos son distintos, su amor el mismo. La salita-bar pierde el fugaz embrujo que le han dado estas dos figuras. Se torna oscura como la noche.

—¡Cobardes! —grita, de pronto, el cantinero, tras la puerta, gesticulando, como si recitara un poema—. ¡Cobardes! ¡Tanto amor! —se arrodilla, y al mismo tiempo, se toma la cabeza con las dos manos y repite: —¡Tanto amor! ¡Tanto amor!

Dos copas, una botella de vino y una mesita de madera saben lo que callan.

 


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* José Luis Aliaga Pereira (1959) nació en Sucre, provincia de Celendín, región Cajamarca, y escribe con el seudónimo literario Palujo. Tiene publicados un libro de cuentos titulado «Grama Arisca» y «El milagroso Taita Ishico» (cuento largo). Fue coautor con Olindo Aliaga, un historiador sucreño de Celendin, del vocero Karuacushma. También es uno de los editores de las revistas Fuscán y Resistencia Celendina. Prepara su segundo libro titulado: «Amagos de amor y de lucha».

 

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