Escribe: Homero Bazán Zurita

Países como los nuestros, llamados subdesarrollados o en desarrollo, afrontamos otras categorías de problemas sociales, económicos y ambientales. En el Perú, verbigracia, la pobreza afecta a prácticamente la mitad de los peruanos; los indicadores de atención de servicios básicos (agua, desagüe, electricidad), de salud, de educación, de empleo, de pro-ducción, de ingresos, de dependencia económica, de vivienda, de infraestructura vial, de presión sobre el uso de los recursos naturales, son francamente negativos y nos ubican, todavía, en lugares de retaguardia en cuanto se refiere a desarrollo humano a nivel mundial.
La mayoría de nosotros esperamos y creemos firmemente que la solución de dichos problemas les compete exclusivamente al gobierno y a sus autoridades; en las ciudades y centros poblados suponemos que es responsabilidad particular de los gobiernos locales o municipales. Esto no es cierto, el compromiso para acabar con nuestras necesidades debe ser de todos los que habitamos el territorio nacional.
Precisamente, como una estrategia para enfrentar eficazmente los problemas -los que no se podrán disminuir sólo con una serie de esfuerzos aislados- es que surge como alternativa la propuesta de la concertación. Esta concertación, cuya acepción es componer, ordenar, armonizar, ajustar, pactar, concordar, convenir y «traer a identidad de fines o propósitos cosas diversas o intenciones diferentes», es un mecanismo para juntar ideas, esfuerzos y recursos, para lograr el desarrollo.
Lo que se busca es la participación interinstitucional y ciudadana, pública o privada, como un espacio para proponer planes, definir proyectos y buscar financiamientos, dando respuesta a necesidades concretas y prioritarias de las poblaciones y los pueblos.
En la provincia de Cajamarca, a iniciativa de su Municipalidad, la llamada Mesa de Concertación viene funcionando desde 1993, y es un reto lleno de posibilidades, pero también de dificultades e incomprensiones. Pero todo indica que el modelo es viable, democrático y participativo. En 1995 «La Mesa de Concertación: una experiencia de gestión para el desarrollo» fue escogida como la mejor práctica a nivel nacional, de entre 30 años experiencias presentadas, para la Cumbre Mundial sobre Hábitats Urbanos (Estambul, Turquía, junio de 1996).
En el distrito de Sucre, con serios problemas de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas, y con bajos niveles de producción y productividad, como nos indican los Censos Nacionales de Población y Vivienda de 1993 y el Censo Nacional Agropecuario de 1994, ¿Por qué no iniciar el proceso de concertación para contribuir a la solución de los problemas? ¿Por qué no convocar, ya, a los sectores públicos, privados, gobiernos locales, organizaciones de base, empresarios, comerciantes y ciudadanía en general, para trabajar por el desarrollo distrital?
Recursos humanos y materiales, y alternativas, no faltan. Hay que empezar por las autoridades, instituciones y ciudadanas y ciudadanos sucrenses que viven en el lar materno y, luego, llamar a integrarse a los hijos de Sucre que viven fuera de la tierra y destacan en varias actividades a nivel nacional e internacional.
Hay que agruparse en torno a objetivos y propósitos integrales, y por definir los ejes temáticos o áreas de acción. La provincia de Cajamarca, por ejemplo, ha puntualizado las áreas de Recursos Naturales y Producción Agraria, Medio Ambiente Urbano, Turismo y Patrimonio Cultural, Educación y Cultura, Producción y Empleo y Población, Mujer y Familia. Estos temas pueden ser un modelo a seguir.
Todos, en la medida de sus posibilidades, pondrán su grano de arena para construir un entorno más saludable, más habitable, con mejores condiciones y calidad de vida para Sucre y sus pobladores. El reto puede ser difícil, pero no imposible y, en todo caso, edificante.
De la revista El Labrador, mayo 1997.
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