Pastorita sucrense |
Unos lo harán con cenas y regalos y otros reflexionarán; además, sobre el significado del nacimiento de Dios en la persona de un niñito que llegó a la vida en un pesebre, en medio de la escasez y la persecución, como una manera de reconocer el valor de los que menos tienen y más sufren.
Con seguridad, todos nos hemos preguntado más de una vez ¿Por qué cada año, dedicamos nuestros mejores esfuerzos para hacer de la Navidad una fecha inolvidable? Trataremos de comprenderlo a través de las explicaciones de las ciencias sociales.
La fiesta es un
acontecimiento que está en lo más profundo de nuestra esencia humana y es mucho
más que sus manifestaciones materiales. Es la manera cómo nuestros antepasados
crearon el tiempo, es una forma simbólica de medir el paso de los días a través
de la repetición del rito o celebración.
Desde el inicio de los
tiempos, el hombre ha repetido el acto de la creación como una manera de
conjurar la muerte. El rito de la fiesta ha servido por milenios para reforzar
el mito que nos explica la creación de la vida y de nuestro grupo en
particular, el sentido inexorable de la muerte y la indefensión del hombre
frente a las fuerzas de la naturaleza. El mito enseña el pasado y propone el
futuro y se conserva a través del rito que se traduce en la fiesta, la
ceremonia, la comida, bebida y música propias de cada celebración. La fiesta
ritual pone en contacto al hombre con lo que le es difícil de comprender: lo
sagrado y lo divino, sin importar la manera como lo conciba.
Las sociedades
tradicionales midieron el tiempo a través de la sucesión de sus fiestas -que
eran el tiempo extraordinario- y ritualizaron sus mitos a través de símbolos y
ceremonias que refuerzan y mantienen la creencia común a un grupo, un pueblo,
una nación y, en el caso de la Navidad, una gran parte de la población mundial.
Con la aparición del
cristianismo, lo cíclico se conjuga con lo lineal, a través de los ritos y las
fiestas que repite la liturgia año tras año y que van desde el nacimiento hasta
la muerte y resurrección de Jesús, su vida entre los hombres y su promesa de
volver en el juicio final, junto a una línea en el tiempo que comenzó con el
nacimiento de Jesús y termina con su retorno triunfal poniendo fin a la
historia de la humanidad, al menos para los creyentes.
Realmente, la
concepción de la fiesta y el rito no cambió mucho hasta hace dos siglos, pues
la noción del tiempo estuvo ligada a la experiencia vital más que a un concepto
de economía y productividad. Aunque en las últimas décadas hemos visto
desaparecer del calendario muchas fiestas religiosas y cívicas sin protestar,
para cualquiera de nosotros, religiosos o no, sería inimaginable aceptar la
supresión de la Navidad, así que volvamos a nuestro tema: "La Fiesta de
Navidad".
La navidad
Antes de la venida de
Cristo, entre el 19 y el 25 de diciembre, celebraban en Roma la Saturnalia o
Saturnal, entre el 17 y 24 de diciembre y el 25 de diciembre, la Brumalia, el
día más corto del año por ser solsticio de invierno. En el norte de Europa
existía una fiesta de invierno similar llamada Yule durante la cual quemaban
enormes troncos con adornos en honor de los dioses pidiendo como don que el sol
brillara con fuerza durante el invierno.
El cristianismo
superpuso a las fiestas paganas del nacimiento del sol, la llegada de Jesús al
mundo como sol que nunca se ocultará. La analogía de Jesús con el sol está en
muchos textos bíblicos, incluso anteriores a su nacimiento. En el salmo 18 se
lee "Ha hecho del sol su morada" y "resurgirá para nosotros el
sol de justicia".
La verdadera fecha del
nacimiento de Jesús se desconoce, pues no existen referencias en las sagradas
escrituras al respecto, pero la primera fiesta de Navidad se celebró en el año
386, en Antioquia, gracias a la iniciativa de Gregorio Nacianzeno Patriarca de
Constantinopla y San Juan Crisóstomo, por ese tiempo sacerdote de Antioquia.
El primer nacimiento
La primera
representación del nacimiento tuvo lugar el 24 de diciembre de 1223, en
Grecehio, en el valle de Rieti, en la región de Lazio, cuando Francisco de
Asís, uno de los santos más venerados de la Iglesia Católica, recreó la escena
sagrada construyendo una especie de cueva en la que escenificó el nacimiento de
Jesús con los campesinos y pastores de la localidad para ayudarles a
experimentar la grandeza de la Encarnación en el escenario más humilde. Desde
entonces, es tradicional en las casas de las familias creyentes de todos los
continentes armar nacimientos, lujosos o sencillos, y a las doce de la noche
del 24 de diciembre, colocar en el pesebre la figura del niño Jesús.
El árbol de navidad
Todas las culturas han
visto en el árbol un elemento mítico e inclusive las Sagradas Escrituras
mencionan el árbol de la vida, el árbol de la sabiduría y el árbol de la cruz.
Existen interpretaciones que relacionan las tres puntas del árbol como una
simbología de la santísima Trinidad.
Nacimiento en el MUS |
Los letones afirman
que Riga fue la primera ciudad en adornar un árbol en Navidad. Cuentan que en
1510, los comerciantes de esa ciudad decoraron un gran abeto con flores y adornos
y lo colocaron en la Plaza del Ayuntamiento de Riga.
Hoy, el árbol navideño
está en la mayoría de las plazas, calles y casas del mundo para recordarnos que
ha llegado la Navidad, tiempo de alegrarse y compartir.
Los personajes de navidad
Junto a la Sagrada
Familia, Jesús, María y José, la Navidad nos acerca a otros personajes muy
singulares como los tres Reyes Magos, San Nicolás y Knecht Ruprecht; este
último el cinco de diciembre acompañó a San Nicolás en su visita a las casas de
algunas regiones del norte de Europa y castiga a los niños que no se han
portado bien.
San Nicolás
La hermosa figura del
anciano bonachón vestido de rojo tiene origen en la historia de San Nicolás de
Bari, nacido en Licia, región de Turquía, en el seno de una familia muy rica y
quien desde niño mostró gran piedad por los pobres repartiendo todas sus
riquezas entre ellos. Fue consagrado sacerdote y años después nombrado Obispo
de Mirra, por lo que en oriente se le conoce como San Nicolás de Mirra. Sus
restos fueron llevados a Bari, Italia a principios del siglo XI, de allí que se
le nombre Nicolás de Bari.
San Nicolás murió el 6
de diciembre del año 345 y su culto rápidamente se extendió por el norte de
Europa, principalmente en lo que hoy es Alemania, Suiza y los Países Bajos,
donde recordaban este día con fiestas y regalos para los niños. Los holandeses
que colonizaron la actual isla de Manhattan erigieron una imagen de San Nicolás
y mantuvieron su tradición, la cual se propaló pronto en América del Norte.
Gracias a un libro
sobre las costumbres holandesas en Nueva York, escrito a comienzos del siglo
XIX, Santa Claus se convirtió en un personaje de leyenda para los
norteamericanos de todas las ascendencias y cada año se le esperaba llegar por
el cielo, a bordo de su trineo jalado entonces por un caballo, repartiendo
regalos a los niños a través de los tubos de las chimeneas. Los comerciantes
pronto lo convirtieron en el eje publicitario de sus esfuerzos para promocionar
las compras de Navidad y principalmente la venta de regalos, bebidas y comidas
para estas fiestas.
En la segunda mitad
del siglo XIX, Santa Claus, ya convertido en un símbolo de la Navidad en los
Estados Unidos, volvió a Europa revistiendo con sus atributos al Father
Christmas británico y al francés Pére Noél.
Su imagen actual, un
anciano alto, grueso, de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables, y
vestido de color rojo con ribetes blancos, corresponde a una campaña
publicitaria de Coca Cola, realizada en 1931. Durante 35 años consecutivos,
Santa Claus fue el tema promocional de Navidad de esa bebida.
San Nicolás es patrono de la ciudad de Ámsterdam y de Rusia, Grecia y Turquía. También lo es de los marineros holandeses y mediterráneos, porque afirman que aquieta las tormentas.
Los holandeses lo llamaban
SinterKlaas, en Francia se le llama Pére Noél, en Rusia Abuelo Invierno y en
algunas regiones de América, Viejito Pascuero. La traducción de su nombre al
alemán "Nikolaus" dio origen a Santa Claus y aunque su imagen se
secularizó y su presencia en la Navidad se asocia a estrategias de mercadeo, el
espíritu de esta tradición proviene de la bondad y generosidad sin límites de
un santo verdadero, que inspiró un mensaje de paz y amor al mundo entero.
Los tres reyes magos
En Egipto y Arabia, la
noche del 5 de enero y el amanecer del día 6, se celebraba el nacimiento del Dios
Aion, cuyo culto se relacionaba con el nacimiento del sol en el solsticio de
invierno. La Iglesia Católica sustituye este culto por el de la Epifanía, recordando
la adoración de los tres magos venidos de oriente a adorar a Jesús siguiendo la
estrella de Belén, según narra el Evangelio de San Mateo.
Ningún texto sagrado
menciona sus nombres o si eran realmente reyes, pero la tradición los ha
convertido en Melchor, Gaspar y Baltazar, quienes llevaron a Jesús oro, mirra e
incienso, reconociendo su condición real, humana y divina.
Algunos estudiosos del
tema de la Navidad ven en los tres reyes magos la representación de los
pueblos, no israelitas, que se incorporaron a la religión católica.
Pastoras de Calconga |
Los restos de los
magos llegaron siglos después a Milán desde donde fueron llevados a Colonia,
cuya famosa catedral gótica fue construida a partir de 1248 para albergarlos en
sarcófagos de oro macizo adornados de piedras preciosas.
Creditos: Diplomacia y negocios internacionales.
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