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lunes, 7 de febrero de 2011

Huellas: “LA ODISEA TRES HAUQUEÑOS"



Por: Teodoro Rojas Silva

En todos los tiempos de vida de los pueblos del Orbe. Nacieron en su seno hijos ya predestinados para honrosamente, a través de su existencia, llegar a enaltecerlos y encumbrarlos, grandeza de esos pueblos que siguen disfrutándola hasta nuestros días del final del siglo XX.

Esa innata y prodigiosa predisposición que nítidamente aflora en el espíritu de tan excepcionales hijos, permitió que cada cual con interés y decisión inquebrantable, lograrán capacitase en uno u otro campo del saber humano para así, unos, brindar a su pueblo los frutos de su intelectualidad y otros, los logros de su vigorosidad personal.

El departamento de Cajamarca con su encantadora capital, la ciudad del mismo nombre, proclamada por la Organización de los Estados Americanos (OEA) "Patrimonio Historico Y Cultural De Las Américas", tiene en su bella provincia de Celendín al antiguo y hospitalario distrito de Sucre, antes llamado Huauco. Este bonito y atractivo pueblo serrano ha tenido hijos talentosos que lo enorgullecieran con su capacidad profesional y con su gallarda bravura al defender sus derechos inalienables, empleando más el imperio de la razón que la fuerza bruta; sus hijos de hoy, siguen con lealtad ese noble ejemplo y el destino de este pedazo de suelo Patrio, permitirá que la bizarría de sus antepasados se perennice a través del tiempo de generación en generación.

Los hechos trascendentales de aquellos veteranos y virtuosos Huauqueños, consolidaron por siempre el anhelo de su pueblo ¡Paz y Felicidad! Sus hijos de hoy y del mañana, estaremos seguros que sabrán emularlos con hombría y acierto Se amalgaman en tales realidades la sagacidad que los personificará. el generoso y hondo sentimiento humano, la cordialidad sin egoísmo ni ambición a lo ajeno, la caballerosidad y el respeto a sus congéneres, y sobre todo, ser pacíficos y justos en todos sus actos; sin embargo, también fueron hombres enérgicos e inflexibles en defender con valor lo suyo cuando estaban en peligro de ser avasallados.

Por referencias de nuestros mayores, se conoce que por aquellos años de 1880. los Huauqueños. Concurrieron en masa a las alturas de su pueblo para defender los linderos de su comuna, colindantes con los terrenos de la hacienda Polloc, propiedad de don Manuel Cacho Gálvez, encontrándose por esa época en litigio por límites puesto que el señor Cacho quería introducirse a la propiedad Huauqueña: ocasión en que la sangre no llegó al río por solucionarse en armonía el litigio que por esos terrenos existiera, consagrándose así una paz permanente.

Grata la oportunidad para rememorar la digna personalidad de don Manuel Cacho Gálvez, pues, en ese álgido momento supo demostrar ser en verdad un hombre de bien. Sin inmutarse ni insistir que todo estaba a su favor, serenamente, aceptó a los Huauqueños la línea limítrofe que ellos señalaran, teniendo él la sentencia Judicial a su favor y contar además con el apoyo de la Fuerza Pública, presente en el lugar Noble gesto que el pueblo de Huauco supo reconocer y agradecer, como hoy los sucrenses lo admiran con gratitud.

Posteriormente se realizó un hecho que también marcó historia en la vida de nuestro pueblo y al que, en particular, con estas pocas líneas y cuya narración lo íntitulo. "La Odisea De Tres Huauqueños" Al promulgar se la Ley Vial por el Presidente de la República. don Augusto Bernardino Leguía Salcedo, los pueblos del País se apresuraron a construir sus carreteras. Nuestra provincia Celendín, dio inicio a la suya o sea la carretera Celendín-Cajamarca. Para la ejecución de los trabajos, la Autoridad competente dispuso que estos partieron de la capital de la provincia, estando obligados a concurrir a ellos los ciudadanos de todos los distritos de la provincia en las fechas señaladas.

El distrito del Huauco tenía en su jurisdicción el último tramo de la carretera por construirse, partiendo del lugar llamado "La Loma del Indio" hasta la cumbre de la cordillera "Cumulca", zona de terreno accidentado y de frígidas alturas, como alejada de los otros distritos de la provincia. Por esta situación, los Huauqueños dudaron que los pobladores de los otros distritos siguieran trabajando en la carretera cuando los trabajos llegaron a su jurisdicción, dejándolos sólo a ellos para que la terminaran, porque nadie garantizaba lo contrario. Por esta atinada como justa conjetura, el pueblo del Huauco, con su Alcalde a la cabeza, fue el primero entre los otros distritos en acudir a los trabajos que obligaba la Ley Vial; pero aferrándose a trabajar de mutuo acuerdo sólo dentro del tramo que correspondía a su jurisdicción distrital. Razonable e irreprochable determinación que, al final, legalmente así se realizara.

Fue por esta acertada determinación del pueblo huauqueño, que las autoridades de Cajamar­ca consideraron tal decisión como rebelión contra el Gobierno y dispusieron el apresamiento de la autoridad municipal del Huauco. Para tal efecto. según se conoció, tomaron las debidas precauciones y entre ellas, la sorpresa. Sabían que no era fácil la detención si el pueblo se enterara de tal propósito demasiado injusto, como conocían a la vez que siendo gente pacífica, amable y bondadosa, también lo era audaz, inflexible, temeraria y, sobre todo, unidos hasta las últimas consecuencias.

Con las medidas de seguridad que tomaron para el efecto, un día cuya fecha no recuerdo por ser entonces menor de edad pero que fue por el año de 1919, llegó de Cajamarca al pueblo del Huauco, un pelotón de gendarmes a caballo, al mando de un oficial que, desmontando en la plaza de Armas, la ocupó. El citado oficial ordenó en seguida la presencia del alcalde que era el Contador Público don Manuel Quevedo Reyna, pidiendo a la vez se presenten las personas notables del pueblo, de quienes ya tenían sus nombres.
El alcalde, señor Quevedo Reyna, que recién estaba arribando de su fundo "Cantangito", al enterarse de lo que ocurría, dejó su cabalgadura en la puerta de su casa y se constituyó al local municipal. donde ya encontró a don Artemio Rojas Rojas. Ciudadano notable del lugar. Reunidos con dicho oficial en el local municipal, éste en el breve diálogo que sostuvieron les hizo conocer la delicada misión que traía y que, cumpliendo con las órdenes superiores recibidas, procedía a detenerlos. En estos momentos el ciudadano don Nemesio Díaz Marín, presente entre otros en la municipalidad, protestó por la detención y pidió alertar al pueblo repicando las campanas de la iglesia con el consabido toque "arrebato" que alborota y advierte a la gente de cualquier peligro, actitud ésta que le valió ser también detenido de inmediato. Con la premura que es de imaginarse en esas circunstancias, los tres detenidos fueron trasladados a la Sub-Prefectura de Celendín, pernoctando en la casa del Sub-Prefecto don Julio Merino Mejía, amigo personal del señor Quevedo Reyna. Al siguiente día fueron conducidos a la Prefectura de Cajamarca y de allí al puerto de Pacasmayo. donde debían ser embarcados hacia el Callao con destino, según se comentaba, al penal "El Frontón" a donde por esas cosas del destino, no llegaron.

Encontrándose ya en el puerto de Pacasmayo estos tres personajes fueron puestos en libertad, por orden del señor Ministerio de Gobierno v Policía, doctor Arturo Rubio Lynch, por gestiones de los familiares del señor Artemio Rojas, conocido del ilustre político Chachapoyano doctor Rubio Lynch

No fue vana la odisea de estos tres Huauqueños por defender los sagrados derechos del pueblo que los viera nacer, pues sus elaborados propósitos se aureolaron con el éxito anhelado. Hecho honroso este que enorgullece y seguirá enorgulleciendo a todo hijo sucrense.

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