Por: Secundino Silva Urquía.
Expreso
abiertamente lo que siento y pienso, sin recurrir a la crítica destructiva,
retraída o mezquina. Me atreví a opinar acerca del último libro de Gutemberg
Aliaga Zegarra (GAZ), por esto, y las razones que expongo en el mismo
texto: “Opiniones de un lector de avatares y relatos al paso”. Allí resalto
el hecho positivo de que: “leer ´AVATARES…
y relatos al paso´, implicará para muchos sucrenses una dosis de
reafirmación en ésa identificación con el lar natal”; digo además: “comprobar que entre los personajes del
cuento ´AVATARES DE UN MAESTRO´, están bien valorados los campesinos del
ámbito rural de Oxamarca,… es una buena forma de coadyuvar a desterrar la
praxis discriminatoria o excluyente hacia el poblador rural, subsistente en
nuestros pueblos andinos”. Así reconozco la utilidad cultural y
educativa del libro de GAZ. Luego observo el lenguaje de uno sus personajes del
mencionado cuento, sugiriendo cómo me gustaría que hablara o cómo me gustaría
que el autor escribiera; y claro, él, dueño de su estilo, está en su derecho de
no complacer a éste su lector.
Adicionalmente,
por carecer de autoridad en sentido literario, parafraseo a mi amigo Olindo
Aliaga Rojas e intento aclarar sus, creo yo, acertadas críticas al
libro; y esto, parece no incomoda a GAZ; porque con cierto gesto de humildad,
lo reconoce y agradece a Olindo.
GAZ sí se
incomoda, por decir lo menos, porque supuestamente, lo he “calificado de político y he
dicho que sus acciones perjudican a
Sucre” “¡Jamás!”, dice con contundencia y desde el título de su réplica a
mi supuesta afrenta, se muestra cómo maestro abofeteado por su discípulo (“Mostrandola otra mejilla”).
En uno de
sus libros, OSHO sostiene que “a algunos seres humanos, su propio ego, es
el que muchas veces; los doblega frente a alguna circunstancia o adversidad;
éste los obliga a exagerar, a apresurarse y hasta victimizarse”.

Finalmente,
no deseo que GAZ se retire de la actividad pública, menos de la literaria; en
los últimos párrafos de mi texto le pido que siga narrándonos sus próximas
epopeyas. Para reanimarlo apelo al filósofo argentino José Ingenieros, quién dijo: “la
juventud se acaba cuando el entusiasmo se acaba”; y a la fructífera vida de
Goethe (1749 -1832), quién terminó de
escribir la segunda parte de su inmortal FAUSTO, cuando ya tenía más de
ochenta años. Tampoco creo que tener ideas equivocadas, (los más ilustres
intelectuales las tienen) sea motivo para incomodarse o enemistarse con quién
nos la señala. Es de hidalgos reconocerlas y tomar la decisión de cambiarlas,
más aún cuando de buena manera nos lo piden.
Discúlpeme
Ud. Profesor GAZ, si por mi rebeldía y pretendida acuciosidad, le hice pasar
malos ratos. Independientemente de nuestras naturales diferencias, Ud. siempre
merecerá mi consideración y respeto.
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