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lunes, 9 de enero de 2012

Personajes: MONJA ZELADA ROJAS

 1909 - ¿…?

Por Olindo Aliaga Rojas y Gutemberg Aliaga Zegarra.
A inicios del siglo pasado, Sucre era un pueblo que parecía haberse quedado suspendido en la edad media, su gente emprendedora estaba acostumbrada a compartir las angustias comunes; entonces también era costumbre pedir candela al vecino, para encender el fogón. Las mingas (Degeneración del vocablo quechua Minka: trabajo grupal, el jornal es pagado con el producto de la cosecha), los rastrojos (Pasto y restos de maleza que queda después de la cosecha de maíz), las fainas (Faena colectiva de reparación de los cercos de la hacienda y fundos), los trabajos de república (Trabajos comunales en obras de servicio público, como arreglos de caminos y acequias) fueron el modo de convivencia social.

En esa tierra remota, donde la naturaleza dibujó bellos y embriagadores paisajes, en cuya flora exuberante resaltan erguidas las chupanillas(Plantas de flores rojas de abundante néctar), los hediondos lirios, el navideño chuñigue (Arbusto silvestre utilizado como árbol de navidad y adorno de los nacimientos) y los fraganciosos loros (Una de las múltiples variedades de orquídea, crece en los cerros altos y es usado como adorno en los nacimientos), nació el 20 de enero de 1909 la poetisa Monja Zelada, llamada Felicitas Clementina Zelada Rojas, en el seno de una familia acomodada. Su padre fue don Daniel Zelada Bazán, un hombre inicuo, impetuoso, mujeriego y arbitrario. Aficionado en extremosidad a los caballos de paso. Su biografía está repleta de aventurerismo, todas las anécdotas prendidas a su vida se componen de acciones reales y tremendas; pues escenificó aventuras fantásticas que contrastaron con la vida pacífica y tolerante de su esposa Lucinda Rojas, madre de nuestra biografiada.

Monja Zelada, la menor de cinco hermanas de matrimonio, fue de tez blanca, al sonreír entre abría permanentemente sus labios, dándole un aire de fémina atracción.

Sus abuelos paternos fueron Fernando Zelada y Josefa Bazán.

Según su partida fue bautizada después de 9 días de nacida en la iglesia matriz de Sucre, antes Huauco, siendo sus padrinos don Félix de V. Sánchez y doña Dina Chávez. Estudió la primaria en la Escuela Fiscal, desde el inicio se destacó como una alumna aplicada con excepcionales dotes para la creación y la versificación.

Víctima de la limitación de los derechos de la mujer y del machismo presente en la sociedad misógina de Sucre, no tuvo mayor instrucción que el tercer año de primaria, toda vez que su padre fue de aquellos que creyeron que las mujeres deben instruirse sólo para "contar pañales y hasta que sepan firmar su nombre".

Monja Zelada y grupo de pastoras que dirigía.
Después de concluir su primaria, la poetisa del niño Jesús, se dedica como todos sus hermanos, a labores del hogar, el pastoreo del ganado y en sus momentos libres a escribir poesía, especialmente poesía mística dedicada a exaltar el culto de las imágenes de San Antonio y del niño Jesús. Todos sus poemas religiosos fueron musicalizados y cantados por las Pallas (Bailarinas, ricamente vestidas y ataviadas de adornos que bailan y cantan en torno a la procesión de San Antonio) y Pastoras.

Después de una duradera relación amorosa con Augusto Gil Sánchez contrae matrimonio. Su relación matrimonial no fue buena debido a la brecha económica que lo diferenciaba de su esposo sobre quien ejerció dominación y lo trató con desabrimiento encarándole su condición de mujer adinerada.

La situación explosiva que le imprimió a su relación matrimonial terminó rindiéndolo a su esposo que optó por separarse de la poetiza.

En 1945, escribió un extenso poema dedicado al doctor José Clodomiro Chávez Mariñas con ocasión de su visita proselitista a Sucre.

Libre de las ataduras del matrimonio viaja a la ciudad de Lima, la capital lo deslumbró y leía todo impreso que cayó en sus manos e ideó la preparación del pulitón a base de cáscara de huevo y ceniza.

Pronto se cansó de la vida agitada de Lima y se embarcó rumbo a Huánuco, en la ciudad de la Bella Durmiente se relacionó con la Colonia sucrense, dedicándose al comercio, posteriormente conoce al señor Francisco Marín con quien entabla relaciones y como producto de esa relación nace su única hija Delia Marín Zelada; tras varios años de residir en Huánuco se traslada a Lima junto con su hija, instalándose en un conocido barrio capitalino.

Con la intención de pasar el último período de su vida en el seno de su tierra amada retorna el año de 1985; pero el deseo de la poetisa se vio truncado debido a la soledad en que vivía y porque su hija la llevó a su lado.

Inquieta y trabajadora y no obstante su avanzada edad la poetisa decide hacer labores de vigilancia en una propiedad de su hija.

Nada hacía presagiar, cuando un delincuente, protegido por la oscuridad de la noche ingresó sigilosamente a la propiedad y dio muerte a Monja Zelada, representante de la poesía sucrense, la acción del desalmado delincuente tuvo lugar en la ciudad de Lima; sus restos descansan en el cementerio de esta capital.

SU LEGADO POÉTICO
Monja Zelada Rojas.
La producción literaria de la poetisa autodidacta Monja Zelada, como la obra de varios intelectuales sucrenses está desaparecida, es básicamente mística y está orientada a exaltar las fiestas cristianas de Corpus Christi y la Navidad. Por cada verso de su poesía corría la vena recia de la mujer fuerte, quizá aquella de la historia que presenció la muerte de su marido y de su hijo.

Clementina Zelada con su poesía transitó los tortuosos caminos de la política y se declaró Chavista, acuñando la frase "Chávez y Prado", frase que más de una vez hizo temblar a los shilicos, e inspirada en la figura imponente del Dr. Clodomiro escribió un extenso poema, en el mismo derrama donosura, malicia, bravura, fuerza, genio, amor, esperanza; pero no resignación.

De acuerdo al testimonio irrecusable de quienes fueron sus contemporáneos y testigos de su vida, Monja Zelada fue durante su paso sobre la tierra de Sucre, la figura femenina que llenó con el eco de su nombre vastos espacios, inclusive en la provincia de Celendín y ninguna otra mujer de su pueblo lo aventaja en nombradía.

Su palabra se torna festiva de alegría y de ser profundamente católica, nace desde sus entrañas calientes, es anhelante, calor y emoción a la vez que aflora natural y espontáneamente.

En sus versos con más humanidad que santidad piensa en Jesús y espera de Dios cuando dice:

"Son las doce de la noche
el niñito va a nacer
y hasta los esclavos
libresitos quieren ser".

En otros versos la poetisa se muestra humilde y dadivosa, echa mano a los elementos de su entorno cotidiano, en el siguiente quinteto escrito de modo improvisado quedó plasmada su capacidad creadora:

"Soy la china vaquera
venida desde la orilla
por eso de regalo
niñito te he traído
una muñeca de mantequilla".

En otro poema con amor intenso y fe profunda en San Antonio, la poeta canta en hermosos versos:

"La ropita de San Antonio
no se lava con jabón
sino con agua florida
que llega al corazón".

Monja Zelada, es una poetisa natural que improvisaba sus poemas y es la representante más ilustre de la mujer sucrense y con justo orgullo Sucre glorifica su nombre.

De libro Personajes de la Historia Sucrense.



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