Por Tito Zegarra Marín.
CONSIDERACIONES PREVIAS
Las ideas aquí
expuestas tienen su origen en dos vertientes: la primera, relacionada con el
casi solitario convencimiento de que Cajamarca, como capital departamental, ha
hecho virtual abandono de su integración socio - económica e histórica para, en
desmedro de sus propios intereses, acoplarse al polo de desarrollo económico
representado por Chiclayo y las provincias del norte de nuestro departamento;
y, la segunda, complementaria de la primera, está relacionada con algunas
reflexiones que surgieron a raíz del debate que en la década del 80, se produjo
en torno a la regionalización en el país, en especial al tocar la situación de
Cajamarca, donde se dio la oportunidad de consolidar el presente enfoque
referente a que en nuestra conformación regional debemos volver a mirar al
oriente peruano como espacio natural de integración, al margen de la
intangibilidad territorial del departamento y otros factores.
Estos puntos de vista,
por cierto, reflejan de alguna manera el problema de la regionalización en el
país, aún irresuelto y de inevitable encrucijada a futuro, sobre todo en lo
referente a su conformación espacial. Lamentablemente en nuestro país,
descentralizar y transferir poder económico y político a las provincias e integrarlas
en regiones no es, ni será, tarea fácil. Alcanzarlo, ha de exigir, de los
procesos sociales y de la dinámica propia del desarrollo de los pueblos, mayor
claridad de ideas y contundencia en sus decisiones para, sólo así, garantizar
un proceso descentralista efectivamente viable, de aceptación compartida y
motor del desarrollo. Al mismo tiempo, en la temática regional, sabemos que
priman fuertes intereses hegemónicos de las ciudades consideradas como polos de
desarrollo y algunos inconsistentes criterios de carácter subjetivista que traban
un proceso serio y técnico de descentralización. El diseño y organización del
mapa regional se constituye así, en un verdadero escollo y centro de disputas
difícil de superar.
Por ello, estas ideas,
expuestas en lo medular a manera de tesis, tienen ese objetivo: reflexionar y
alentar el debate no sólo con relación al futuro de Cajamarca en el proceso de
su conformación regional, sino a las posibilidades de impulsar su desarrollo a
partir de sus reales vinculaciones con las diversas provincias a las que estuvo
histórica y económicamente ligada. Son indudablemente polémicas y escapan a
moldes, aparentemente lógicos, de conceptuar la regionalización. No son nuevas,
pero sí, buscan y fomentan una construcción regional diferente a la que en
algunos momentos políticos se nos quiso imponer.
TESIS CENTRAL SOBRE EL DESARROLLO E INTEGRACIÓN
REGIONAL DE CAJAMARCA
La presente tesis
sobre la temática del impulso al desarrollo y regionalización de Cajamarca
tiene la particularidad de pensar en voz alta sobre los intereses y el futuro
de Cajamarca y las provincias del sur del departamento, incluido Hualgayoc,
desde aquella óptica, que, fundamentalmente, gira en torno al convencimiento de
que en el logro de los propósitos en mención, el afán integracionista y de
intangibilidad del departamento, es sencillamente inconsistente e inviable por
lo que, hacemos mal en sujetarnos a ella. Se expresa en lo siguiente:
El impulso al proceso
de desarrollo de Cajamarca y las posibilidades de que ésta se articule y
convierta en región sólida y estable, está en relación directa a la forma como
se integre a aquellas provincias con las cuales ha mantenido y mantiene
efectiva vinculación geográfica, económica y socio – cultural, al margen de su
adscripción departamental.
Significa ello, que
Cajamarca como realidad provincial, para progresivamente impulsar y alcanzar su
desarrollo y paralelamente luchar por su conversión en región autónoma y fuerte
tiene que, como primera prioridad, reforzar e incrementar sus relaciones con
aquellas provincias que, independientemente de que pertenezcan a uno u otro
departamento, constituyen espacios socio - económicos de carácter
imprescindible en su vinculación, de las cuales, se sirve económicamente y a
las cuales también tiene que servir en los mismos términos.
En este sentido, es
que planteamos que en forma prioritaria y con toda decisión nos sobrepongamos
al falso prurito de la integración departamental o de la intangibilidad del
mapa cajamarquino para, límites geográficos aparte, unirnos y trabajar, si
fuera posible en exclusividad, con aquellos pueblos y provincias que, siendo o
no cajamarquinos, nos necesitamos mutuamente. Lamentablemente, desde la
creación política del departamento, las diversas acciones de impulso a su
desarrollo y las ideas vertidas sobre regionalización, han sido pocas y todas
ellas a partir y teniendo como eje central la demarcación política provincial y
departamental. Estrategia ésta, que no obstante los años transcurridos, en el
fondo, sólo ha servido para favorecer a algunas de ellas y sujetarse a nuevos
poderes, y, consecuentemente, retardar o frenar, en diversos aspectos, la marcha
de Cajamarca en su desarrollo e integración
Telar artesanal, Pusac, panoramio foto de KmrojasA |
Es momento que se
tenga en cuenta que los procesos de integración de los pueblos no se sustentan
u obedecen a los buenos deseos o sentimientos de quienes quisieran ver una
región a su manera, menos a la imposición legalista de las líneas divisorias
que teóricamente separan a provincias y departamentos, y, de ninguna manera, a
la tentación forzada e interesada de las esferas del poder político. Ello,
fundamentalmente, obedece a que existen razones geográficas, históricas y socio
– económicas, a través de las cuales los pueblos se han integrado en unidades
más amplias y coherentes; y si bien, los adelantos en el campo de las comunicaciones
les está dando mejor apertura, no por ello pierden o enervan aquellos lazos que
mutuamente comprometen relaciones beneficiosas e intercambios dentro del marco
de la reciprocidad.
Queda claro, entonces,
que las provincias con las que se propicia la constitución de una unidad física
y básicamente económica y social en el contexto de la necesaria
regionalización, lo constituyen todas aquellas que mantienen vínculos e
intereses reales, sin importar su pertenencia a otros departamentos. Aquí
radica la parte medular de nuestra tesis, que en otros términos significaría
borrar imaginariamente nuestra demarcación política como departamento y
delinear una nueva demarcación regional que categóricamente responda a los directos
intereses de nuestra provincia, donde lo que importa es aquél espacio grande
que nos permita no sólo integrarnos, sino contribuir a nuestro desarrollo y
donde, por cierto, no caben o son inconsistentes viejas añoranzas sobre nuestra
intangibilidad territorial como departamento.
Proponer y fundamentar
la presente tesis requiere, entre otros análisis, de aquél que nos permita
precisar y conocer los ejes básicos sobre los que sustenta esta opción de
integración y desarrollo que, resumidamente, son los que a continuación se
indica.
EJES CENTRALES DE INTEGRACIÓN REGIONAL
Las regiones como
unidades amplias de vida compartida siempre han existido. Su constitución nunca
ha estado sujeta a decisiones políticas, deseos interesados y presiones de
grupos de poder. Desde tiempos pretéritos, éstas se han formado siguiendo el
cauce natural de su crecimiento y desarrollo en el marco de una gran comunidad
territorial donde, necesariamente, han tenido que intervenir factores que le
han dado sustento, organización y funcionalidad como ejes básicos que,
fundamentalmente, tienen que ver con la realidad física, productiva e
histórica.
Estudiar y conocer
esos ejes, rescatando su importancia, y, a partir de allí, entender nuestras
posibilidades de integración regional, es otra tarea a cumplirse, como paso
previo y necesario para la elaboración de un proyecto de envergadura regional.
Se considera a tres ejes como los más significativos que intervienen en la composición
de la red regional, a los cuales, sucintamente, se hace referencia.
EJE DE CARÁCTER FÍSICO
Nuestra área
territorial, a través de sus diversos pisos ecológicos, nos permite contar con
pequeños y amplios espacios físicos que hacen posible el desarrollo de la vida
en comunidad y de la necesaria y variada producción para el sostenimiento y
crecimiento de la misma. Muchos de ellos, se encuentran dotados de condiciones
físicas y orgánicas favorables, cuyas características y potencial dependen de
la región natural y piso en el que se ubiquen; en forma genérica, están
constituidos por pequeños, medianos y grandes valles, planicies y laderas sobre
los cuales se asientan los diversos conglomerados sociales.
Río marañon, panoramio foto de kmrojasa |
En la parte jalca o
puna, sobre los 3,000 metros de altura del nivel del mar, encontramos cadenas
de montañas, cerros entre grandes y pequeños, laderas y planicies,
mayoritariamente regadas por el agua de las lluvias; en la zona quechua, de
clima templado, tenemos diversidad de valles, multiplicidad de pendientes,
colinas y pampas regadas algunas de ellas por aguas de los pocos ríos que la
recorren; también se tiene abundantes cerros mayormente rocosos; y en la zona
yunga, extensos y pequeños valles, laderas y contrafuertes que caen hacia el
cauce de los ríos y múltiples picachos y quebradas. Todos ellos, como
importantes y variados espacios naturales incrustados en los diversos pisos
ecológicos.
Pero estos espacios,
convertidos en fuentes de vida y producción gracias a la intervención de la
mano del hombre, se concadenan y tienden a relacionarse unos a otros,
fundamentalmente por razones de inmediatez, de necesidad de intercambio mutuo y
de exigencias de la propia dinámica social. En la sierra, por lo accidentado de
su territorio, los diversos espacios no son homogéneos; se encuentran
fuertemente separados unos de otros, en algunos casos, con brechas casi
insalvables de comunicación, por lo que las relaciones entre ellos obedecen a
factores naturales de accesibilidad y a la necesidad de encontrar cauces de
intercambio favorables.
De esta manera, los espacios
topográficos se constituyen en un importante eje físico que, a la par que van a
permitir un creciente desarrollo productivo, van a favorecer una adecuada
conexión e interrelación entre los diversos grupos poblacionales que se extienden
en esos territorios, garantizando de ese modo y hasta cierto límite, algunas
formas de vida estables, sostenidas por el motor de la producción.
Todas las provincias y
pueblos del país, al forjar su espacio regional, necesariamente se sustentan
sobre las bondades físicas de los espacios en los que viven. El espacio de
integración física de Cajamarca, de acuerdo a antecedentes históricos, ha
comprendido una extensa área de carácter transversal que, partiendo de la provincia
de Pacasmayo, abarcó a Cajamarca, Celendín y Chachapoyas y de allí, al oriente
peruano; comprendiendo también, como es de suponer, a las provincias del sur
del departamento.
Esta gran área
regional tuvo la virtud de integrar en forma directa a espacios diversos que,
iniciándose en la región costa como salida al mar en la provincia de Pacasmayo,
integraba a la productiva cuenca del río Jequetepeque, los diversos valles
interandinos en las provincias del centro y sur de Cajamarca, la cuenca del río
Marañón en la parte colindante con el departamento de Amazonas, la extensa
cuenca del río Utcubamba hasta la altura del distrito de Pedro Ruiz, los valles
de entrada a la Amazonía como los de Rioja y Rodríguez de Mendoza y las cuencas
de la propia selva amazónica en el departamento de San Martín. Sobre este gran
corredor se organizó el gran circuito de carácter económico – comercial que, en
su momento, dieron vitalidad y presencia a esta región. Físicamente, el eje que
permitió articular e impulsar formas superiores de vida y desarrollo fue
precisamente el mencionado.
En los últimos años,
el asombroso avance científico y tecnológico, en especial en el campo de las
comunicaciones, como la electrónica, la telefonía, Internet, y otros, está
impulsando el necesario acercamiento entre los pueblos. En menor medida, los
servicios de carreteras se expanden y mejoran, en especial la construcción de
la carretera panamericana a lo largo de toda la costa y sus entradas a la
sierra con proyección a la Amazonía, de tal manera que se tiende a superar
progresivamente algunas formas de barreras físicas, la interconexión es
fortalecida y el intercambio comercial es más fluido. Pero todo ello, sin
apartarse y teniendo como médula central de articulación a dichos espacios, en
su condición de realidades vinculantes.
Es el caso del espacio
la provincia de Bolívar que, perteneciendo al departamento de la Libertad, no
guarda ningún vínculo con la capital Trujillana, tampoco, con las provincias de
ese departamento. Por el contrario, desde todo punto de vista se encuentra ligada
a la red espacial que lo constituyen Celendín y Cajamarca.
EJE DE CARÁCTER ECONÓMICO
Los pueblos viven y se
desarrollan, fundamentalmente, en razón de su capacidad de producción. Mientras
mayor sea la producción y productividad, mayores serán las posibilidades de
crecimiento y bienestar de los mismos. Pero la capacidad productiva de los pueblos
se encuentra sujeta a varios factores, internos y externos. Dentro de estos
últimos están los centros comerciales o mercados a los cuales tiene que
recurrir para ofertar sus productos y realizar acciones de intercambio. De allí
la necesidad de encontrarse vinculados estrechamente a los pueblos de su
entorno, para servirlos productivamente, pero también para servirse de ellos.
En este sentido, la
producción de bienes y los flujos comerciales que se dan entre los espacios
sociales de una región, sirven, en primera instancia, a ellos mismos; son de
utilidad directa y generan justificados intereses comunes; de tal manera que se
establece una suerte de puentes económicos que le dan fluidez y efectividad a
sus relaciones. Estas capacidades productivas de los pueblos y las
posibilidades de intercambio conforman lo que se denomina el eje económico de
integración. No es posible articular a pueblos y micro regiones sino está de
por medio dicho eje, de tal forma que el nexo económico es condición "sine
qua non" para alentar una región funcional. Es por ello, que los pueblos
por su propia historia y teniendo como base a las premisas señaladas, han
trazado sus propios límites regionales, a los cuales por ningún motivo podemos
obviarlos.
En nuestro caso, el
flujo productivo y comercial hasta los años de 1940, se dio dentro de ese gran
circuito que, partiendo de Pacasmayo comprendió a Cajamarca, Celendín y las
provincias del sur para luego, cruzando el río Marañón en el sitio Balzas,
integrar a las provincias de Bolívar, Chachapoyas, Bongará, Luya, Rodríguez de
Mendoza, Rioja y Moyobamaba, entre las más importantes. Esta fue, pues, el
engranaje natural a través de la cual se desarrollaron diversas relaciones,
básicamente económicas, pero también sociales, administrativas y culturales.
Las líneas económicas
que comercialmente se movilizaron fueron múltiples: productos industriales y
acabados (abarrotes, herramientas, tejidos, etc.) de ida, y productos
agrícolas, pecuarios, ganado, y otros, de retorno. El intercambio comercial en
ese sentido y no obstante las limitaciones materiales y logísticas fue
significativo y promisorio. Para tal efecto, se instauró como modalidad de
transporte inherente al proceso comercial la actividad conocida como
"arrieraje" a través de las cual, personas contratadas para tal fin
conocidas como arrieros, se encargaban del traslado de los diversos productos
procedentes de la costa, vía Pacasmayo, y adquiridos en las ciudades de Chilete
o Cajamarca hacia el oriente peruano, utilizando como medios de carga a grupos
de acémilas, en especial mular y caballar.
Arrieros de la Villa del Huauco |
La conducción y
responsabilidad de dicha actividad estuvo a cargo, o bien de los propios comerciantes,
de sus familiares directos y en, otros casos, de sus representantes que eran
personas de su confianza. Movilizaron entre 20 y 30 acémilas como medio de carga
y entre 3 a 6 arrieros como personal contratado, no menos de 4 personas por viaje
dispuestas siempre a auxiliare y apoyarse entre sí. El tiempo que se utilizaba
para el transporte de los productos fue de 8 a 10 días desde Cajamarca hasta la
ciudad de Chachapoyas y tiempo similar para el retorno. Los puntos intermedios
de descanso y aprovisionamiento cuando se salía de Chilete o Cajamarca fueron
Sucre y Celendín. Al reiniciarse el viaje se utilizaba la siguiente ruta: El
Limón, Huilca (pasando Balzas), Jinez (bordeando la cordillera central),
Pomacochas y Chilla (en las pendientes del río Utcubamba) y Chachapoyas; de
aquí, a las otras provincias. La misma ruta, con ligeras variantes, para el
retorno.
Por lo general los
arrieros fueron gente fuerte y curtida con capacidad para sobreponerse a las
adversidades materiales y de tiempo del viaje, jóvenes y adultos y todos del
sexo masculino; la participación de las mujeres fue esporádica y en casos
especiales acompañando, como esposas o convivientes, a algunos arrieros que
pensaban quedarse a trabajar y organizar su vida familiar en cualquiera de los
lugares indicados. Se sabe de decenas de personas y jefes de familia en su
mayoría de Celendín, Sucre, José Gálvez, Jorge Chávez y Cajamarca que
participaron de dicha actividad.
En Celendín, según
varios testimonios, se han destacado como arrieros connotados: Salomón Mori
Sánchez, Felipe Silva y Buenaventura Ortiz, éste último, dueño de alrededor de
50 mulas. En Sucre, fueron muchas las personas que se dedicaron al arrieraje
como oficio principal del cual vivieron, algunas de ellas, con más suerte y
dedicación, llegaron a ser exitosos hombres de empresa.
Fueron pues, muchas
familias, aventureras y típicos comerciantes, formadas en el arrieraje que
llegaron a establecerse en forma definitiva como empresarios exitosos en las
ciudades de Chachapoyas, Rodríguez de Mendoza, Bongará, Luya y Bolívar, entre
otras; todos ellos como prósperos comerciantes, ganaderos y dueños de empresas
de servicios. El siguiente cuadro, N° 01, nos proporciona datos sobre los
principales hijos de Celendín que se establecieron en los lugares indicados
antes de la década de los 50.
Cuadro N° 01
PRINCIPALES CELENDINOS ESTABLECIDOS EN
CHACHAPOYAS
Y OTRAS PROVINCIAS, ANTES DE LOS AÑOS DE 1950
Y OTRAS PROVINCIAS, ANTES DE LOS AÑOS DE 1950
Procedencia
|
Nombre y apellidos
|
Destino
|
Actividad
|
Celendín
|
Pedro Pablo Gil
Merino
|
Chachapoyas
|
Comercio
|
Celendín
|
Manuel Muñoz Chacón
|
Chachapoyas
|
Comercio
|
Celendín
|
Buenaventura Ortiz
Zárate
|
Chachapoyas
|
Comercio
|
Sucre
|
José Chávez Díaz
|
Chachapoyas
|
Comercio
|
Sucre
|
José David Reyna
Rojas
|
Chachapoyas
|
Comercio
|
Sucre
|
Hildebrando Aliaga
Zavaleta
|
Chachapoyas
|
Com.y trans.
|
Sucre
|
Jesús Rojas Torres
|
Bongará
|
Com. y ganad.
|
José Gálvez
|
Manuel Chávez Díaz
|
Chachapoyas
|
Ganadería
|
José Gálvez
|
Cristian Mori Horna
|
Luya
|
Com. y ganad.
|
José Gálvez
|
Cecilio Sánchez Díaz
|
Luya (Lamud)
|
Comercio
|
Jorge Chávez
|
Mercelino Carrascal
Zelada
|
Luya (Lamud)
|
Comercio
|
Jorge Chávez
|
Familia Silva Zelada
|
R. de Mendoza
|
Com.y agric.
|
Jorge Chávez
|
Alejandro y Oscar
Silva
|
Pedro Ruiz
|
Com. y serv.
|
Jorge Chávez
|
Clodomiro Zelada
|
Pomacochas
|
Ganadería
|
Jorge Chávez
|
Sabino Silva Zelada
|
Santo Tomás
|
Ganadería
|
Fuente: elaboración del autor, año 2002
De igual manera, a la
provincia de Bolívar han emigrado varias familias celendinas, entre ellas la
familia Silva y Zelada, dedicadas con éxito a la ganadería y comercio.
En la ciudad de
Cajamarca, en ese entonces y como resultado del creciente intercambio
comercial, se establecieron empresas comerciales realmente grandes y dinámicas
que abastecían con toda clase productos a la mencionada región. Se recuerda
entre ellas a la casa comercial GRACE, CUNCE, MILME, Tejada Becerra y otras. En
la provincia de Celendín, igualmente, existieron importantes centros
comerciales desde los cuáles se remitía los productos comerciales,
destacándose entre ellos, al distinguido hombre de empresa de talla
internacional, don Augusto G. Gil Velásquez, que abastecía con maquinaria y
herramientas diversas con su nombre grabado como logotipo, tejidos ingleses,
añil y anilinas importadas; César Chávez Montoya ( ferretería); Porfirio Díaz
Carranza (telas); Gustavo Inga Quevedo (cueros y suelas); Francisco Silva Horna
(abarrotes); Víctor Camacho Marín (telas y útiles de escritorio); Juana Muñoz
Chacón (abarrotes); Julio Merino Bazán (licorería); Dolores Rojas (caramelos y
jarabes) entre otros. En Sucre: don Leucadio Díaz Chávez y Samuel Silva Sánchez
(abarrotes).
De retorno, el
intercambio comercial en ese momento dio lugar para que se trajese a Celendín y
Cajamarca, entre otros productos: cueros de ganado vacuno, sal conocida como
"chacha" para el ganado,
paja toquilla, ganado vacuno y lanar para el mercado, madera, productos
agrícolas y frutales, aguardiente y chancaca.
Lamentablemente, este
importante circuito económico, como se analizará más adelante, quedó
prácticamente trunco o, si se quiere olvidado, debido a diversos factores que
tienen que ver con la concepción de desarrollo y regionalización que se
manejaba desde la capital cajamarquina, indecisiones y falta de firmeza
política y la construcción de la carretera panamericana con nuevas vías de penetración
a la Amazonía. A lo que hay que añadir el consecuente e intempestivo cambio de
uso de la acémila como medio de transporte por el vehículo motorizado que
definitivamente cambió el sistema de transportes donde, las regiones que
apuraron la construcción de sus vías, se vieron ampliamente favorecidas. En
este nuevo contexto, nuestro otrora dinámico espacio de intercambio económico y
de carácter transversal, se vio severamente afectado.
Sin embargo, y a pesar
de las nuevas condiciones y algunos factores adversos, aún mantenemos algunos
vínculos en especial económicos con la mencionada región. Así, en la
actualidad, seguimos adquiriendo y alimentándonos de algunos de sus productos,
de Moyobamba y Rodríguez de Mendoza recibimos madera tipo cedro, naranjas,
piñas, paltas, chancaca, aguardiente, etc., de Nuevo Cajamarca y Rioja: arroz,
polvillo, paja toquilla, frutales; de las provincias de Luya, Chachapoyas y
Bolívar: ganado, en especial, vacuno y lanar, productos agrícolas: papa, maíz,
arvejas, yucas, camote e interesante variedad de frutales y hortalizas. Estos
productos abastecen no sólo los mercados de Celendín, Cajamarca y localidades
intermedias, sino, a través de esta vía, son trasladados a los mercados de
Trujillo y Chiclayo.
EJE SOCIO CULTURAL
Es evidente que los
pueblos tienden a unirse, fundamentalmente, porque entre ellos existen
intereses económicos compartidos en el marco de un espacio físico accesible.
Simultáneamente, germinan a su interior lazos socio - culturales que refuerzan
progresivamente las relaciones interpersonales, en función a la interconexión
de factores económicos y espaciales. Es así cómo crecen y se desarrollan raíces
históricas comunes y formas de identidad cultural, cada vez más estrechas y de
necesario apoyo al desarrollo de los mismos. Socialmente, se amplía este tejido
produciéndose interesantes interrelaciones familiares y grupales a partir de
intereses comunes tanto en el campo de la productividad y de servicios.
En este sentido,
muchas de nuestras expresiones culturales, valores e identidad son compartidas
por colectividades que se extienden por ese gran espacio regional señalado. Por
historia se sabe que nuestros primeros antepasados que se aglutinaron en las
culturas de los caxamarcas, marañones
y sachapuyos, mantuvieron importantes
relaciones de intercambio productivo, cooperación social y defensa, aunque en
muchos momentos se tornaron conflictivos y de enfrentamiento. Fruto de estas
relaciones lo constituyen los valiosos restos históricos, de notoria similitud
entre ellos, ubicados, entre los más importantes, en el lugar conocido como La Chocta, distrito de Oxamarca, provincia de Celendín, las ruinas de Uchumarca,
en el distrito del mismo nombre, provincia de Bolívar, y los valiosos restos históricos
en los distritos de Luya y Chachapoyas. Daniel Quiroz Amayo, reconocido
estudioso de la geología e historia de la provincia, nos hace notar en la
revista El Labrador N° 11, la similitud que existe entre las construcciones
internas de la fortaleza de Kuelap y las ruinas ubicadas en el lugar conocido
como La Lechuga, parte alta del distrito de Sucre.
Restos arquelógicos La Lechuga |
Durante la gesta de la
independencia, este gran espacio facilitó formas de comunicación entre
Cajamarca y Chachapoyas, a efectos de organizar la resistencia contra el avance
de las fuerzas realistas; algunos combatientes que ofrendaron su sangre y vida
en la histórica batalla de Higos Urco (localidad ubicada en las puertas de la
ciudad de Chachapoyas) fueron hijos vinculados a esta parte territorial.
Posteriormente, como se ha señalado, en el período de la república hasta
mediados del siglo pasado, grupos importantes de familias salieron de
Cajamarca, en especial de Celendín, hacia las provincias que se ha mencionado;
y, en las últimas décadas se ha producido un considerable desplazamiento de
gente de la zona rural de Cajamarca y las provincias del sur, hacia zonas de
ceja de selva y selva alta de Rodríguez de Mendoza, Rioja, Moyobamba y
Tarapoto, entre otras, motivados y a la espera de nuevas posibilidades de
trabajo, dentro del programa conocido como colonización.
Pero las relaciones
entre estos pueblos que indudablemente se acentuaron por el factor económico
comercial, se dieron también en otros campos, basta con señalar dos casos
significativos: al crearse la Corte Superior de Justicia de Cajamarca en enero
de 1862, tuvo jurisdicción sobre el departamento de Amazonas y el Dr. José
Toribio Casanova López, ilustre jurista, educador y político Cajamarquino, llegó
a desempeñarse como juez de primera instancia en la provincia de Luya del
mencionado departamento. El otro caso es referente al destacado y preclaro
militar General EP José del Carmen Marín Arista, creador del Centro de Altos
Estudios Militares (CAEM) hoy Centro de Altos Estudios Nacionales ( CAEN) y profesor
de la Universidad Nacional de Ingeniería, entre otros méritos, el mismo que,
siendo hijo natural de la provincia de Rodríguez de Mendoza (Amazonas), tuvo
raíces celendinas. Su padre, don Marcelino Marín Camacho, fue del distrito de
José Gálvez y su esposa, doña Cirila Marín Obrith, fue hija del distrito de
Sucre; lo cual explica las estrechas relaciones familiares y sociales que también
se dieron en ese entonces.
Es importante, de
igual manera, reiterar que a raíz del intensivo intercambio comercial, muchas
familias, mayormente celendinas, se instalaron en forma definitiva en las
ciudades mencionadas, integrándose social y culturalmente a estas nuevas
realidades, por cierto, sin perder sus vínculos con sus lugares de origen, pero
sí, interviniendo activamente en su desarrollo y representando, en muchos
casos, a la comunidad de los lugares en los que se afincaron. Hoy en día, el
flujo social y cultural más importante se da a través de jóvenes profesionales,
en especial de educadores que, en forma significativa, se encuentran laborando
por diversas localidades de este gran espacio regional. Es importante destacar
que el actual alcalde de Chachapoyas, Leonardo Rojas Sánchez, es hijo celendino
(Sucre).
Del libro Cajamarca - Celendín, Tras la Ruta de su regionalización y desarrollo, 2002.
Estimados Paisanos Celendinos,como hijo de una ilustre hija celendina de sucre Hermina Marin Obrith hermana de Alejandrina Marin Obrith y de Cirila Marin Obrith ( Esposa del General Jose Del Carmen Marin Arista y que actuamente vive a sus 102 años ) orgulloso de leer sus pàgina Web y a la vez emocionado al leer en sus lìneas hermosos recuerdos del lugar de las raices de mi familia.
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Falta ai, mi bisabuela Carolina marin obrith 😃
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